Al asistir a la charla titulada “Claves para entender el conflicto del Próximo Oriente”, me pareció que el título (coincidí también con el comentario hecho por el ponente) sonaba un tanto pretencioso.
Me resulta difícil de comprender cómo un conflicto que empezó hace años y que ha sido seguido por propuestas y conversaciones intermitentes mantenidas por israelís y palestinos, con la intención de resolverlo, aún puede seguir vigente durante mucho tiempo. De todos esos esfuerzos que se han hecho desde 1970 para acordar una paz, nunca ha habido una gradual aproximación para solucionar uno de los enfrentamientos más difíciles del mundo.
Conseguir la conciliación parece inviable sin una Europa con más poder y sin unos Estados Unidos que puedan acercar las posiciones entre unos y otros. Lo que creo que es más probable es que Israel siga rechazando cualquier solución que implique la creación de un Estado palestino y que Hamás sobreviva a la guerra en curso.
Mientras, la comunidad internacional seguirá sin tomar medidas concretas para poner fin a la ocupación israelí, que no ha respetado los principios fundamentales del derecho internacional humanitario.
Como siempre, el verdadero drama de una guerra es la pérdida de personas, de su identidad y de no poder recuperar lo que uno era antes del conflicto.