La ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, anunció a bombo y platillo el pasado miércoles 11 de noviembre en el Pleno del Congreso de los Diputados que el Ejecutivo iba a rebajar el IVA de las mascarillas del 21% al 4%.
Tan solo unos días antes la propia Montero aseguraba que no se podía bajar el IVA de las mascarillas porque la Comisión Europea no lo permitía. El pasado 16 de octubre la ministra de Hacienda aseguró que «Hay un reglamento europeo en este caso, la cuestión concreta de las mascarillas. Es el reglamento europeo el que impide, el que prohíbe que se pueda bajar en la venta de mascarillas el IVA. No es una decisión del Gobierno de España«.
Cuatro días más tarde, el 20 de octubre, la titular de Hacienda dijo que «La directiva es tan clara respecto a la imposibilidad de bajar el precio de las mascarillas que todos los Estados miembros que no lo hemos hecho en cumplimiento de la ley, de la directiva, estamos reclamando a la Comisión cuál es el planteamiento que va a hacer respecto a esto». Asimismo, Montero señaló que España necesita la aclaración de la Comisión Europea sobre “si va a haber un régimen sancionador” para los países que han bajado el IVA de las mascarillas o si “va a permitir a permitir a todos los países poder hacer uso de esa bajada del precio”.
Parece que el milagro se obró, según la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, la tarde del martes 10 de noviembre cuando el Ejecutivo recibió por “escrito” el aval de la Comisión Europea para rebajar el IVA de las mascarillas.
Debe ser que la señora Montero y el Gobierno nos toman por tontos a los españoles. Aunque hay quien nos toma por idiotas, como el señor Pablo Echenique, portavoz del Grupo de Unidas Podemos en el Congreso, quien después del anuncio de la ministra de Hacienda escribió el siguiente tuit: “Después de recibir la confirmación de la Unión Europea de que no abrirá expediente sancionador a España, el Gobierno de Coalición bajará el IVA de las mascarillas del 21% al hiperreducido del 4% y también bajará su precio máximo de venta. Muy bien”.
La realidad es bien distinta. Este Gobierno tan de lo social, de la igualdad, de los trabajadores, del reparto y de las ayudas públicas lo que pretendía era seguir recaudando el IVA de un producto de primera necesidad, a causa de la pandemia, que le reporta cerca de 1.600 millones de euros.
La Comisión Europea informó el pasado mes de mayo de que no iniciaría ningún procedimiento de infracción contra los países que rebajaran el IVA de las mascarillas, a consecuencia de la situación de crisis sanitaria global que se estaba viviendo. Concretamente fue el día 5 de mayo cuando Bruselas publicó en la página web de la Unión Europea esta información, que sigue pudiéndose consultar. Países como Italia, Bélgica, Países Bajos o Finlandia decidieron eliminar la tasa mientras dure la pandemia. María Jesús Montero insistió en que el Gabinete es “sensible, atento a los problemas de la gente” y en que “Somos un Gobierno que escucha pero también somos un Gobierno responsable”. Pero lo cierto es que ha sido la presión política de Ciudadanos, Vox y PP, junto con la presión social, las que han obligado al Ejecutivo central a tomar esta decisión.
Pero el despropósito de toda esta cuestión no acaba aquí. Horas antes de que Montero hiciera el anuncio de la rebaja del IVA en las mascarillas, la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, en una entrevista en el programa La Hora de la 1, en TVE, acusó a Italia de haber bajado el precio de las mascarillas “saltándose la ley” y aseguró que hay “otros países a los que no les importan las directivas europeas”.
Esperemos que la medida anunciada por Montero entre pronto en vigor, pues son muchas las familias que lo están pasando realmente mal no solo por la crisis sanitaria, sino que también por la crisis económica. ¡Ah! Por cierto, otros productos que ahora son de primera necesidad y que están gravados con un 21% de IVA, como por ejemplo los geles hidroalcohólicos, también deberían ver reducido su Impuesto sobre el Valor Añadido, a no ser, claro, que se prefiera gastar el dinero en chiringuitos ideológicos y continúe, por tanto, siendo necesario el afán recaudatorio hacia el contribuyente de a pie.