Los últimos años han sido apasionantes en clave de política nacional. Los que hemos tenido la oportunidad de representar a los ciudadanos en la Cortes Generales hemos vivido muchos momentos han marcado el devenir de la legislatura y que irremediablemente tendrán su consecuencia en el futuro próximo.
Estamos a las puertas de una nueva campaña electoral donde por primera vez se acumulan cuatro procesos electorales (europeas, nacionales, autonómicas y municipales) en un espacio de poco más de un mes. Y lo que decidamos votar en estas convocatorias determinará no sólo la confección de los diferentes gobiernos sino que me atrevo a aventurar que tendrá consecuencias en el devenir social y económico de las próximas décadas.
No me extenderé en lo fundamental de estos comicios y las consecuencias de esos resultados, eso lo dejo para otro momento. Antes de analizar esa fase creo que es necesario recordar de dónde venimos y qué es lo que ha sucedido esta legislatura que toca a su fin. Y es que en estos tres últimos años en la política nacional hemos vivido prácticamente de todo. Hace poco bromeábamos con un compañero, experto constitucionalista, que salvo una declaración de guerra y una reforma constitucional habíamos debatido sobre muchos de los artículos de nuestra Constitución que hasta la fecha se habían tratado.
Comenzamos la XII legislatura viniendo de otra, “la non nata”, donde un gobierno en funciones no se dejó controlar por el parlamento, cuestión que hace pocas semanas el Tribunal Constitucional dictaminó como rebeldía estableciendo que el gobierno del Partido Popular debió someterse al control del Congreso y Senado. Y donde también vivimos el primer debate de investidura que no fructificó en el actual periodo democrático.
Tras las elecciones de junio de 2016 se conformó un nuevo gobierno del Partido Popular con el apoyo de Ciudadanos y gracias a la abstención de la mayoría de diputados socialistas. Sin ninguna duda éste ha sido el momento más duro de mi corta carrera política.
Pero si esta legislatura ha estado marcada por un hecho concreto éste debe ser la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, primera moción de censura con un resultado positivo. Este hito marca un antes y un después bien diferenciado en la marcha de la legislatura, no sólo por el cambio de gobierno que supuso sino por la ilusión generada en una buena parte de la ciudadanía. Hasta ese momento el gobierno del PP, apoyado por Ciudadanos, había gobernado por inercia, sin abordar las reformas políticas que la ciudadanía demandaba e incluso sin adoptar las medidas legislativas a las que estamos obligados como miembros de la Unión Europea. Un gobierno que arrastraba los pies y que no trató de solucionar problemas fundamentales a los que nuestra sociedad se enfrentaba como el crecimiento insostenible de la desigualdad o el conflicto territorial en Catalunya. Y en este ámbito quiero recordar que fue durante el gobierno de Mariano Rajoy cuando más ha crecido el sentimiento independentista en Cataluña, cuando se aprobaron las leyes de desconexión y cuando se celebró un referéndum ilegal.
Y por último, era un Gobierno cercado por los casos de corrupción y al que la sentencia de la Audiencia Nacional, condenando al PP por corrupción, dio la puntilla.
Esa situación y ese ambiente irrespirable poco tienen que ver con la actividad política mantenida en el último tramo de la legislatura. En estos poco más de nueve meses transcurridos desde la moción de censuray pese al ruido constante el actual Gobierno ha logrado aprobar 13 leyes y ha convalidado 25 decretos leyes, pese a la aparente debilidad parlamentaria que le confiere contar solo con 84 diputados.
El actual ejecutivo de Pedro Sánchez ha dado pasos para recuperar derechos perdidos durante los gobiernos del PP, se ha avanzado en la protección del medio ambiente y se ha presentado una agenda del cambio para adecuar nuestra sociedad a los retos presentes y futuros con el fin de lograr un crecimiento económico más sostenible e inclusivo. Han sido meses apasionantes en los que desde el Gobierno y el Parlamento se ha legislado teniendo en cuenta las necesidades de una gran mayoría de la sociedad, cosa no habitual en los últimos años.
Las próximas semanas serán cruciales para confirmar el cambio iniciado en junio. Veremos si estos nueve meses han sido el inicio del cambio o un simple espejismo dentro de una espiral de recortes y retrocesos sociales. Considero necesario que los partidos políticos presenten propuestas y no se limiten a agitar banderas que únicamente llevan a la confrontación y a la división de la sociedad. Mientras tanto en el debate de ideas, en la solución de los problemas y defensa de los derechos de la mayoría encontrarán al Partido Socialista.