El Real Zaragoza cumplirá 87 años el próximo lunes, 18 de marzo.El club maño es un claro ejemplo de lo que podemos hacer los aragoneses si, en lugar de bregar individualmente y dejarnos llevar por nuestros propios egoísmos, nos unimos y fomentamos la cooperación entre vecinos, municipios, entidades… Eso es precisamente lo que hicieron dos escuadras futbolísticas de la capital aragonesa. El Iberia Sport Club y el Zaragoza Club Deportivo decidieron unir sus destinos en 1932, dando lugar al Zaragoza Futbol Club, equipo que, con los años, conoceremos como Real Zaragoza.
El Real Zaragoza ha sido, durante muchos años, el referente del balompié aragonés en la máxima categoría del fútbol español. El equipo blanquillo hizo vivir un sueño a todos los aragoneses en las temporadas 1993-1994 y 1994-1995. En la primera, los leones quedaron en la tercera posición de la Liga y consiguieron su cuarta Copa del Rey, al derrotar en la tanda de penaltis al Real Club Celta de Vigo en el estadio Vicente de Calderón, en Madrid, con una memorable actuación del mítico guardameta Andoni Cedrún. En la segunda, Nayim consiguió enloquecer de alegría a todo Aragón con un soberbio gol, desde unos 40 metros, en el último minuto de la prórroga frente al Arsenal Football Club. El tanto de Nayim suponía el 2-1 para el Zaragoza y la conquista de la primera Recopa de Europa para el conjunto maño. El chut del jugador ceutí fue acompañado mentalmente por todos los españoles que seguían el partido en París o a través de la televisión. Los abrazos y besos de los jugadores avispas en el Parque de los Príncipes de París durante la noche del 10 de mayo de 1995 es una imagen que se vivió paralelamente, pero con diferentes protagonistas, a lo largo y ancho del territorio aragonés. Esa final y ese título europeo constituyeron la mejor campaña de publicidad para dar a conocer Zaragoza y Aragón en todo el mundo.
Echo de menos ese trabajo cooperativo entre aragoneses de inicios de los años 30 del siglo pasado, que culminaría un 18 de marzo de 1932 con el nacimiento del Real Zaragoza. Echo de menos esa cohesión, vínculo y unión entre representantes de una entidad aragonesa, como fue la vivida en los años 90 del siglo XX. Si los aragoneses fuéramos capaces de unir nuestras fuerzas para trabajar por el territorio seríamos imparables. Tengo en mente la Estación Internacional de Canfranc; las obras pendientes del Pacto del Agua; los regadíos que no llegan; los pantanos; las ermitas del Pirineo; el arte sacro de la zona oriental; la despoblación de las zonas rurales; la falta de vías de comunicación, sobre todo en Teruel; la Travesía Central del Pirineo; las crecidas del Ebro en Zaragoza… En Aragón no hemos sabido ni unirnos ni llegar a consensos para defender nuestros objetivos y denunciar muchas carencias injustas ante la Administración central. Las divisiones internas nos han debilitado frente a otros territorios que sí han sabido conjuntar fuerzas e ir todos a una. Pero siempre hay que mirar hacia adelante y, por ello, confío en que llegará el día en que los ciudadanos de esta noble tierra nos cohesionaremos y lograremos metas colectivas importantes. No debemos resignarnos ante las adversidades ni desanimarnos ante las divisiones, sino que unidos tenemos que trabajar por conseguir éxitos que mejoren nuestro territorio y nuestras vidas. Porque como todo el mundo sabe, los aragoneses no reblamos.