(Pedro Solana. Barbastro). Si me lo permiten, quisiera narrar una aventura vivida en un verano caluroso hace dos años por tres veteranos que hace mucho disfrutamos de la madurez. Estábamos de vacaciones y les propuse a mis amigos Fernando y Javier un recorrido en BTT pero no durante tres o cuatro horas como viene siendo habitual cada fin de semana. En esta ocasión dedicaríamos toda la jornada llevando abundante comida y agua y sin poner límite de hora. ¿El recorrido…? Pues algo bonito, algo así como «El Tour del Somontano».
A muy temprana hora salíamos de Barbastro, siempre por caminos polvorientos, en dirección al sur hasta Berbegal. Aunque estemos en agosto, si se madruga, se puede pedalear «con la fresca» varias horas sin sentir el aplomo del sol. Una vez superado el puerto que nos colocaría en la más esbelta población-atalaya de nuestra comarca decidimos hacer una parada en el Bar Meridiano para reponernos con los bocadillos que llevamos en las mochilas. El itinerario propuesto era recorrer el tramo somontanés de La Cabañera «Broto-Mequinenza». La alcanzaríamos en la pequeña población de La Cuadrada tras abandonar Berbegal y adentrarnos en los campos recién cosechados que confunden este sur de nuestro Somontano con las llanuras monegrinas.
El merendero de La Cuadrada nos brindaba una hermosa fuente donde rellenar los bidones y degustar el frescor de una pieza de fruta recién lavada con abundante agua.
Ya estábamos en La Cabañera y nos disponíamos a disfrutar de su inteligente trazado muy sinuoso y siempre huyendo de grandes desniveles. Laperdiguera, Laluenga, Barbuñales… poco a poco nos adentrábamos en el corazón del territorio bordeando tantos y tantos pueblos cercanos a esta Cabañera que comunica y vertebra de sur a norte la comarca.
Cerca ya de Ponzano ascendimos hasta la ermita de San Román. Aparecían los primeros paneles explicativos de la ruta con todos y cada uno de los monumentos con que se adorna el camino. Una vez cruzada la nacional 240, el terreno era una sucesión de colinas entre viñedos y campos de cereal donde aparecían más y más bosquecillos de carrascas y todo ello conformaba esta ruta que transcurre elevada junto a Peraltilla, Azara y Azlor. Tras una pedregosa cuesta, llegábamos al Monumento del siglo XX.
Es un grupo de pilares graníticos de sección cuadrangular y un detalle más de modernidad y distinción junto a la vía pecuaria.
Continuábamos sin perder altura por este cordal que nos iba a hacer casi sobrevolar la población de Abiego y, llaneando entre cada vez más viñedos, llegábamos a otro punto emblemático y a la vez misterioso: Crucelós. Era aquí, a las puertas de Adahuesca, pueblo de leyendas, donde leíamos en otro panel la de las abuelas de Sevil junto al poste que se erguía sobre un montón de piedras de todos los tamaños depositadas en su base.
En este punto nos desviábamos un poco de la cabañera para descender hacia el valle del Isuala en el pueblecito de Alberuela de Laliena. Aquí , pasada la mediodiada y con más de cincuenta kilómetros a nuestras espaldas, íbamos a decidir parar a comer algo negociado en el bar Aquelarre a razón de abundante jamón y pan con tomate regado todo con un porrón de vino fresco.