Hoy ha amanecido y el cielo está nublado. Es uno de esos días que, de vez en cuando, sirven para dar rienda suelta a la imaginación y para paladear esos momentos de la vida que pasan tranquilamente y nos dejan todo tipo de sensaciones.
Las palabras van a la deriva por mi mente abierta y pienso en esta canción de Beatles titulada “A través del universo”. De ella extraigo algunas estrofas: “Las palabras fluyen como lluvia dentro de una taza de papel/ se deslizan, al pasar se desvanecen a través del universo./ Charcos de tristeza, olas de felicidad pasan por mi mente/ dominándome y acariciándome./ (…) Sonidos de risas,/ sombras de la tierra/ vienen a mi mente/ incitándome e invitándome./ Infinito e inmortal amor que brilla a mi alrededor como un millón de soles/ que me llaman y me llaman a través del universo”.
Decía John Lennon de ella que era una de las mejores canciones que había escrito. A pesar de lo importante que es la música para acompañar las letras de las canciones, él afirma que son las que solo tienen palabras, sin melodía, como si se leyera un poema, las que más le gustan. He de decir que me identifico totalmente con esta afirmación.
Esos vocablos son capaces de trasmutar las situaciones negativas en positivas, reflejan nuestro pensamiento, transmiten nuestras ideas, nos hacen disfrutar cuando los utilizamos para construir, compartir, abrazar… Por eso es bueno que practiquemos y ejercitemos este poder de las palabras cuando vamos dando vueltas por el universo de nuestra mente. Siempre contando que los charcos de tristeza y las olas de felicidad se van alternando en nuestra vida. También los sonidos de risas y las sombras de la tierra se juntan para invitarnos en ese proceso creativo. Es la mejor arma con la que contamos los humanos para ser y sentir como tal.