¿Por qué una novela sobre el mítico ‘San Román’?
Me gusta describir ambientes truculentos y marginales. El desarrollo de la trama, la idea, no la debo a mi experiencia en el mundo de la prostitución, puntualizo con orgullo. Sino más bien a historias que me han contado asiduos a tales establecimientos, a «empresarios» de negocios paralelos que he ido conociendo a lo largo de mi vida, al subteniente con el que me tocó convivir en la mili y a mi imaginación y punto de vista sobre el asunto.
Todo empezó con un relato que conservaba de años atrás, titulado “El agujero”. Lo releí y aposté por los personajes. Tanto Elías (el proxeneta), como Jeremías (el anciano camarero), como las prostitutas y sus hijas (Constanza y Mariola), me resultaron altamente atractivos y de un gran potencial. Al segundo capítulo ya no pude abandonarlos.
Sé que no he contestado a tu pregunta. El prostíbulo podía haber sido cualquiera, pero me decanté por San Román por la cercanía y para que los lectores de la zona contextualizaran la historia con más facilidad.
Imagino que has indagado en la vida de mujeres que pasan por esto para documentarte, ¿qué es lo qué más te ha sobrecogido?
La falta de humanidad. Esa expresión resume a la perfección todo lo que esconde ese oscuro mundo: el engaño, la ausencia de piedad, la explotación que conlleva. Ya lo he dejado caer en alguna otra entrevista, pero la prostitución, tal y como se lleva a cabo en un 99% de veces, va pareja a otros problemas de igual gravedad: tráfico de drogas, mafias, delincuencia, economía sumergida y denigración humana (por parte de los usuarios y de las prostitutas). El gobierno (los gobiernos) debieron, hace muchos años, meter mano al asunto, pero por lo que sea (siempre existe algo más importante), lo dejan de lado. Siempre he creído que es por cobardía, no se atreven.
¿Qué van a encontrar los lectores en la novela? ¿Se ve reflejado el Barbastro y Somontano de ‘aquella’ época?
No, como ya he dicho, elegí San Román, por ser un lugar que a muchos resulta familiar (cada uno sabrá porqué). Aunque en la novela aparecen Barbastro, Azlor y otras localidades, no se trata de una retrospectiva ni he pretendido describir la zona.
Empezada la lectura, enseguida se comprueba que la novela comienza por el final, así que esto no es lo más importante que el lector debe de descubrir. No la escribí para inducir a la reflexión. En realidad se trata de un thriller, también la podríamos encasillar en el género de “novela negra”. Abundan los personajes malos y los buenos. A veces he pensado que las protagonistas no son las niñas. Los malos (Elias, Milton y Luis Alfredo Betancos) son tan sugerentes como ellas; se les odia muy a gusto. Jeremías es una persona entrañable y Melania (la psiquiatra) y la trabajadora social (Milagros), impagables.
¿Nos presentas a las protagonistas?
Tal y como decía, todo apunta a que las protagonistas son las dos niñas, pero pronto descubrimos que no. Constanza y Mariola cuentan con diez años cuando escapan del lupanar. No han conocido otro lugar desde su nacimiento, son incultas, carecen de maldad y poseen el alma de un recién nacido. Andrea y Estela (las madres) son dos prostitutas que cayeron en esa “red” fruto de engaños y malas artes. Enganchadas a la cocaína y con la autoestima por el suelo, toman la mayor decisión de su vida, y la más arriesgada: escapar del agujero. Jeremías es el camarero de la whiskería. Su historia, paralela a la principal, no tiene desperdicio. Los malos me gustan mucho: Elías (el proxeneta), Milton (su primo) y Luis Alfredo Betancos (dedicado a la trata infantil). Y por último, las salvadoras de las niñas: Melania (psiquiatra del Servicio de Salud) y Milagros (trabajadora social).
¿Tienes en marcha otros proyectos ambientados en nuestro territorio?
No, aunque sí que tengo otras novelas en mente. Siento no prodigarme en las historias desarrolladas en nuestra tierra (aunque Alguien cuidará de nosotras cuando hayamos muerto está inspirada en el valle de La Fueva). De todos modos (voy a soltar un topicazo), como la literatura es universal, cualquiera de mis novelas se podría enmarcar en nuestra tierra. Y si aun así no se consigue, que cada cual recurra a nuestra más fiel aliada, la imaginación.
Deseo que esta tremebunda crónica se extrapole a cualquier rincón del mundo. Amparada en unos personajes ficticios, refleja, quizás, de un modo bastante realista, el truculento mundo de la prostitución. Y podría añadir mucho más, pero me imagino que tendrás ganas de acabar. Así es que me despido. Hasta otra.
Ver esta publicación en Instagram