El sacerdote Enrique Calvera ha fallecido en la noche del miércoles a los 80 años. Calvera residía desde hace unos meses en la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamaparados tras sufrir varias dolencias. Su muerte deja un hondo pesar en la diócesis, por la que tanto luchó por recuperar el patrimonio artístico en depósito en el Museo de Lérida, y en la ciudad del Vero donde era una persona muy querida. El funeral se oficiará en la Catedral de Barbastro el viernes 26 a las 12.00.
Junto a su inseparable amigo y también sacerdote Manuel Iglesias recorrió las parroquias del Pirineo documentando y recuperando el arte sacro, evitando expolios. Buena muestra del tesoro de la diócesis se expuso en el Museo ubicado en una de las dependencias de la Catedral de Barbastro, hasta que se fundó hace diez años el actual Museo Diocesano en el antiguo palacio episcopal. Calvera fue su primer director y estuvo al frente del mismo hasta el pasado año cuando fue relevado de sus funciones por su avanzada edad. Además ha sido testigo directo del litigio por la devolución de los bienes de arte sacro, un episodio que acaba de cumplir 25 años.
En la memoria colectiva queda su trabajo por la recuperación del patrimonio y su divulgación desde el centro museístico. Un trabajo que le valió el merecido homenaje que los Amigos del Museo le brindaron en diciembre dando su nombre y el de Manuel Iglesias a la plaza sur del entorno catedralicio.
El obispo Ángel Pérez lo recordaba de esta manera: «Enrique Calvera fue hasta el curso pasado Delegado del Patrimonio y Director del Museo Diocesano de Barbastro-Monzón.
Este invierno, junto con don Manuel Iglesias, se les reconoció su conocimiento artístico y su entrega y dedicación en la recuperación y conservación del patrimonio artístico colocando una placa en la plaza del museo».
Ángel Pérez, obispo de Barbastro – Monzón
Por su parte el alcalde de Barbastro, Fernando Torres, emitía esta condolencia anoche: «Hace tan sólo seis meses acompañábamos a Enrique Calvera en el homenaje que se le tributó, por los Amigos del Museo Diocesano, por sus 18 años al frente, como director de dicho Museo.
Toda una vida dedicada al sacerdocio, a la enseñanza y a la divulgación y protección de nuestro arte sacro. Nos deja un hombre afable, sencillo, humilde, trabajador, pero con un conocimiento extraordinario de nuestra historia.
Don Enrique ha dejado una huella profunda en nuestra ciudad y en nuestra Diócesis.
Nos queda para el recuerdo su recuerdo, su legado y el nombre que la Plaza Sur de nuestra Catedral lleva junto a su buen amigo, Manuel Iglesias.
Descanse en Paz.