Gorrión común, una especie cada vez menos común. Aunque su nombre parece indicar que es una especie frecuente y abundante, y así lo era hasta hace unos años, diferentes entidades conservacionistas y científicas han dado la voz de alarma por el grave declive que están sufriendo sus poblaciones en toda Europa. En España, la población se ha reducido en un 21 %, lo que supone unos 30 millones de gorriones menos.
En algunas ciudades de Reino Unido como Londres, Glasgow o Edimburgo el descenso de las poblaciones es del 95%, mientras que en otras ciudades europeas como Bruselas, Amberes o Praga prácticamente ha desaparecido. Aunque no se conoce bien la causa o causas, este descenso podría estar asociado al uso de determinados productos químicos en la agricultura, a la contaminación en las ciudades, incluso a la Malaria aviar, o la suma de todas ellas. Deberíamos ver la desaparición de estas especies como una luz de alarma que nos indica que algo está pasando en nuestros pueblos y ciudades. Comemos, bebemos y respiramos lo mismo que los gorriones y deberíamos verlos como indicadores del estado sanitario de nuestro entorno. El entorno en el que vivimos.
El Gorrión común es una de las aves más conocidas de la comarca, dado que suele habitar siempre cerca del ser humano, haciéndose más rara en ausencia de este. Su tamaño es pequeño, apenas 15 centímetros de longitud y un peso de 30 gramos. Posee un marcado dimorfismo sexual. Los machos tienen el dorso castaño, con un barreado negro y pardo rojizo, y la parte inferior blancuzca. La parte superior de la cabeza es gris, la garganta negra y los laterales de la cabeza, detrás de los ojos, de color castaño. La hembra, mucho menos llamativa, tiene el dorso pardo grisáceo, rayado de negro y las partes inferiores similares a las del macho. Los jóvenes tienen la tonalidad de las hembras pero más pálida.
Aunque su área de distribución original ocuparía Eurasia, Norte de África y el valle del Nilo, en la actualidad se encuentra introducido en casi todo el mundo. Se trata de uno de los paseriformes con mayor distribución en el mundo. Ocupa toda la geografía aragonesa salvo las altas cumbres del Pirineo y algunas zonas más abruptas y alejadas del ser humano. En el Somontano aparece frecuentemente en todos los municipios, habitando en el interior de las poblaciones, entornos urbanos, zonas cultivadas, etc. Resulta más escaso en los lugares menos humanizados.
Se trata de una especie gregaria y sedentaria, iniciando la reproducción en primavera con la construcción de un nido tosco y descuidado, construido con todo tipo de materiales. Generalmente utiliza nidos de otras aves, agujeros de edificios, bajo tejas y oquedades naturales, pero también suele construirlo sobre árboles, arbustos o plantas trepadoras, formando entonces una característica bola de hierbas. Suelen realizar dos puestas de entre 3 y 6 huevos que incuba solo la hembra entre 12 a 14 días. Los pollos abandonan el nido aproximadamente a las dos semanas de nacer, permaneciendo todavía varios días siguiendo a los padres.
Es una especie omnívora y oportunista, alimentándose de lo que tiene en cada momento a su alcance. Durante la primavera y verano consume una gran cantidad de insectos y otros invertebrados, pasando a ser granívoro en otoño e invierno. Se habitúa perfectamente a la proximidad del ser humano, llegando a alimentarse casi en la mano de este. Durante el invierno forman grandes bandos en dormideros conjuntos.