Todo, absolutamente todo lo que necesitamos para vivir, está en las tiendas. Las grandes compañías manufactureras se encargan de fabricar miles, millones de objetos idénticos que se pueden adquirir de lunes a sábado de 10 a 22 h., en horario ininterrumpido. Los clientes, en masa, entran en la superficie con el único objetivo de salir con su carro lleno, afortunadamente, como cada semana, como cada día. Y lo mismo pasa con la ropa. Sólo hay que acudir a la tienda de moda para encontrar toda suerte de tallas, colores, prendas, complementos… que han sido fabricados por máquinas, aunque eso sí, diseñados por hombres y mujeres anónimos.Así es que, cada año que Feriartesanía abre sus puertas, no puedo evitar mirar las caras de los artesanos y sus producciones únicas, no puedo dejar de pensar en el rato que les ha llevado imaginar sus creaciones y llevarlas a la práctica primorosamente. Y sé, a ciencia cierta, que no voy a salir del local sin comprar alguna de esas manualidades irrepetibles que admiro y que recibo como si fuera un regalo que me hiciera con cariño uno de mis familiares o amigos.
Gracias, a todos los artesanos, por recuperar un mundo perdido.