Por último una excepción: Capparis spinosa es una planta muy rara en nuestro municipio. Propia de ambientes muy cálidos y secos. En el arco mediterráneo nace espontánea en lugares muy soleados. También se cultiva. Es la alcaparra, de la que nos comemos encurtidos los capullos florales y los frutos (caparrones). José Antonio Mariñosa, buen prospector botánico, la ha
encontrado en los alrededores de Barbastro en taludes junto a campos de labor. También hay indicios de que se encuentre en la sierra de la Carrodilla, según alguna vez me ha comentado otro amante de la naturaleza, en especial de las aves, Diego Tripiana. Localización que alguna vez habrá que comprobar. Pero la que aparece aquí fotografiada vive en un lugar muy céntrico de Barbastro. Forma un arbusto bien desarrollado, y a unos cuantos metros le ha nacido un acompañante.
Podríamos hacer la lista mucho más larga con todas las especies que se empecinan en ocupar lugares que el ser humano ha creado. Ponen una nota de caos natural en nuestra tan valorada geometría constructiva. Diluyen la formas , las asépticas líneas ortogonales de muros y calles. Por eso de vez en cuando sufren el ataque de lo que denominamos limpieza de malezas. Pero ¿no es también cierto que en
algunos casos embellecen nuestro entorno? ¿No aportan algo de originalidad en el contraste que forman con el elemento construido? En algunas ocasiones he podido comprobar en ciudades de otros países europeos cómo los vecinos miman algunas de sus plantas urbanas convirtiéndolas en parte de sus calles y jardines. Descubren que esas plantas aportan más que restan y las indultan. En esta ocasión, no revelaré dónde se encuentran las plantas que he citado anteriormente. Dejo al atento caminante urbano que las descubra, y entre tanto medite si alguna de ellas merecería el indulto.
Juan Manuel Sanz Casales, rocayflorblogspot.com.es