El Entremuro, el barrio más antiguo de la ciudad del Vero cuyos orígenes se remontan a la época musulmana, despidió en la noche de ayer sus fiestas en honor al Santo Cristo de los Milagros con la celebración del popular concurso de cocina, Gastromuro, que cumplía su 27 edición.
La lluvia que cayó de forma intermitente durante toda la tarde de ayer provocó el cambio de escenario de este concurso y por tercera vez en su historia tuvo que celebrarse en la estación de autobuses. Allí se colocaron las mesas que acogieron los platos, postres y licores que concurren a las distintas categorías de este certamen. En total fueron 29 primeros platos, 21 segundos platos -todos ellos elaborados con productos de la tierra, regla básica de este concurso-, 31 postres y 19 licores y vinos cosecheros.
El jurado estuvo representando por responsables y cocineros de algunos de los más destacados restaurantes de la provincia altoaragonesa como El Privilegio de Tramacastilla, Cocina Aragonesa de Jaca, Lillas Pastia y Las Torres de Huesca, y Flor, Pirineos y Sancho Ramírez de Barbastro. En cuanto a los postres, los responsables de las pastelerías Iris y Güerri de la capital del Somontano ejercieron de jurados.
Sobre las nueve de la noche, los miembros del jurado comenzaron a probar los platos, postres y licores. El menú ganador del XXVII Concurso Gastromuro quedó configurado por los siguientes platos: Como entrante, Huevos de la abuela, presentado por María Luz Franco, de Barbastro; como segundo plato Escabeche de pichón, presentado por Rosa Fumanal, de Barbastro; y el postre Pastel de natas y nueces, presentado por Dorita Claver, de Barbastro.
Entre los 19 vinos presentados el jurado designó como ganador a un caldo joven de Antonio Sánchez de Salas Bajas.
Una multitud de gente se concentró para presenciar el desenlace y degustar la popular judías con las que los vecinos de este barrio obsequiaron a participantes y público.