Pedro Solana (montañero barbastrense). Los ríos son a la tierra lo que los apellidos a un nombre. Ríos, tierras y ciudades están juntos desde siempre. A todos nos evocan cosas hermosas palabras como Mesopotamia, el Nilo, el Ganges… que a la postre son cunas donde se mecieron las más antiguas civilizaciones.
Cada ciudad, sea grande o pequeña, suele ir acompañada de un «apellido» que, por sí solo, a veces es capaz de darle el encanto suficiente para atraer a las gentes a visitarla. Támesis, Sena, Danubio… son «apellidos» de las más distinguidas ciudades europeas.
Nuestra Península, ya antes de que llegaran las grandes civilizaciones, se vinculaba toda ella al nombre de Iberia. El río Ebro se convertía así en referencia de tierras y gentes. Hay ciudades en España que, de tan afortunadas por estar a orillas de un río, prefieren que se las cite por su apellido. La ciudad del Pisuerga, del Duero, del Guadalquivir…y ¡cómo no!…, del ya citado Ebro. Lástima que, a veces, estos ríos han sido de alguna manera olvidados por sus ciudades. Algunas de ellas han crecido a sus espaldas.
Lo que pasa con los ríos, a veces es parecido a lo que nos pasa en nuestras relaciones con los demás. Todos tenemos cerca algún pariente o conocido, algún niño, en fin alguien cercano al que queremos desde siempre pero que, llegado el momento, sin que nos demos cuenta un día se va, por ejemplo a estudiar… a trabajar fuera, o simplemente crece y llega a ser relevante, quizás muy conocido por todos y… proclamamos sin disimulo y a la vez gratamente sorprendidos: -¡Quién lo iba a decir…!. -¡Qué suerte el haber convivido con él y tenerlo tán cerca…».
Se dice que nadie es profeta en su tierra; puede ser, pero en el caso de que su voz se oiga y se le respete nos hace ver y compartir con alegría nuestro origen común. Algunas joyas brillan por sí mismas, independientes al filón o al gemista que las ha pulido. Todos hemos visto brillar en un momento dado, algo que… de tan cotidiano, de tan cercano… nos resultaba anodino.
Después de esta introducción me váis a permitir que lance una pregunta: ¿Cómo llaman a los de Barbastro? – «Los del Barranqué». Pero, además, Barbastro es: «La ciudad del Vero», este es «el apellido». Amigos, podéis creerme: ¡No sabéis hasta qué punto es un honor para los barbastrenses que éste, a veces riachuelo escaso, otras, amenazante y desenfrenado torbellino, les acompañe desde siempre.
Realiza un descenso virtual por el río Vero con la Comarca de Somontano: