Hace más de diez años que tengo la gran suerte de acompañar y mostrar el comienzo de este río: El cañón del Vero. Son muchos los que quieren recorrerlo; algunos vienen de muy lejos, sobretodo del país vecino. En Francia es muy conocido y admirado. Me da un poco de tristeza reconocerlo pero es más valorado que en España. De todas formas, no creáis, aquí, en nuestro país, nuestros vecinos de ambos lados de Aragón también acuden en masa a disfrutarlo.
Hace unos años, unos franceses, extasiados como todos dentro de los oscuros, me aseguraron que al Vero se le consideraba el cañón calcáreo más bonito de Europa. Me quedé un poco sorprendido de lo que oía y les agradecí sus palabras porque venían de personas que, en general, viajan mucho y son grandes amantes de lo bueno, de lo exquisito.
En cierta manera, a la vez que me sentía honrado por el comentario. Estaba pensando que ellos decían «eso» porque lo sentían también como «algo suyo», ¿Sabéis por qué…? Pues porque desde Lucien Briet a Pierre Minvielle, desde los albores del siglo XX hasta bien entrada su primera mitad han sido voces francesas las que le cantaban o pintaban;como los que vienen ahora que, sin excepción, cuando se internan en el primer caos balbucean: C’est très beau…superbe!.