El coordinador del centro de salud de Berbegal, uno de los tres que cuenta el Somontano junto Abiego y Barbastro, José Alcubierre, es otro apasionado de la medicina rural. En su consulta se atienden consultas telefónicas, “muchos no pasan ni por admisión, llaman directamente como en la pandemia. Nos conocemos desde hace muchos años y hay confianza. Te llaman por urgencias si se agobian o si están en la farmacia y les ha caducado la receta electrónica”. Otra ejemplo de cómo es la atención sanitaria en el medio rural es la práctica cada miércoles, 45 minutos antes de empezar la consulta, de los paseos saludables dentro de la actividad de salud comunitaria en el que participan el equipo sanitario y los vecinos.
“La medicina rural es distinta, más bonita. Aquí sí tienes los 10 minutos de atención a un paciente. El seguimiento con la gente desde pequeños, la prevención, la atención en la salud mental eso necesita tiempo y aquí lo tienes. Tienes el calor de la gente, te aceptan y te quieren. Y conoces al paciente, su vida laboral, social, su situación familiar, todo lo que implica con su salud”, cuenta Alcubierre.
Es la cara amable pero el anverso es la escasez de facultativos que en circunstancias puntuales como bajas o vacaciones obliga a redoblar horarios por los propios doctores, porque no siempre se encuentra un sustituto. El último caso fue recientemente cuando un compañero estuvo de baja seis meses. “Hay déficit de médicos y el recambio generacional lo tenemos complicado. Somos pocos y tuvimos que asumir durante seis meses nuestra parte correspondiente de guardias. Con las jubilaciones y la falta de médicos está complicado la sustitución. En los centros pequeños es difícil y se trabaja más que cuando éramos jóvenes”, explica.
En el centro de salud de Berbegal trabajan tres doctores titulares, más dos médicos de atención continuada que realizan las guardias de fines de semana y cubren las vacaciones. Atienden a una población de 1.600 pacientes con consultas en tres cabeceras Berbegal, Peralta de Alcofea y Laluenga. Además, pasan consulta cada semana por los consultorios de poblaciones más pequeñas. La población se mantiene aunque en algunos casos como La Cuadrada, donde viven 10 habitantes, ya no se acude salvo llamada telefónica.
El doctor Alcubierre, nacido en Zuera y barbastrense de adopción, se licenció en Oviedo en 1981 y desde entonces ya tuvo claro que quería ser médico rural. “Al acabar el MIR como médico de familia tenía todas las plazas en Madrid, pero me vine a Aragón. Aprobé una oposición en el INSALUD y tenía plaza en la capital, pero renuncie por seguir siendo médico rural, y no me he arrepentido nunca”. En Berbegal lleva 17 años, aún no tiene los 65, pero sí que lleva más de 40 de actividad. “Me planteo todos los días jubilarme. Mi mujer dice que si me jubilo no tendrán médico de cabecera. Es fácil que se cubra esa plaza, pero otra quedará vacante porque hay déficit de médicos. Si te jubilas parece que dejas en abandono, pero si te reenganchas corres el riesgo de trabajar más que anteriormente por el mismo problema del déficit de médicos”. Su solución: “Abrir puertas en la Universidad, Ha habido una mala planificación de relevo generacional, y vender la medicina rural que puede ser más bonita y de calidad. En el centro de salud se echa en falta la docencia. No hay que perder los médicos en los pueblos”.