Resulta un espectáculo lamentable observar como los partidos políticos maniobran para obtener un beneficio político de las deficiencias de la atención sanitaria y del estado de salud de los pacientes. Esta explotación política de la desesperación y de la impotencia de las personas es una conducta moral deplorable. También es deprimente asistir cada cierto tiempo a esa sucesión de acusaciones cruzadas y denuncias partidistas que intercambian nuestros políticos a cuenta de la situación del hospital de Barbastro. Un tira y afloja que sólo sirve para dar titulares y expresar una falsa preocupación.
Sobre el Hospital de Barbastro sabemos que todo el mundo miente. Sabemos que el consejero de sanidad del Gobierno de Aragón no dice toda la verdad cuando se le pregunta por la situación del hospital, sabemos que el director gerente del área de salud de Barbastro omite información relevante cuando ofrece una explicación sobre la falta de médicos especialistas, y sabemos que los partidos políticos, aquí y en la capital, nos engañan cuando minimizan la mala situación sanitaria de nuestro territorio.
Los problemas del hospital de Barbastro no vienen de ahora, son idénticos a los que existían con el anterior gobierno autonómico, y son los mismos que ya preocupaban a la ciudadanía hace tres, cuatro y más legislaturas. Los culpables de esta situación son los responsables de la política sanitaria de los sucesivos gobiernos en Zaragoza. Una política que ha desembocado en el actual escenario de precariedad asistencial y laboral, de falta de médicos especialistas y de marginación del hospital de Barbastro en relación a otros hospitales de la comunidad autónoma.
Dejémonos ya de excusas que no llevan a ninguna parte, de pasarse la pelota en declaraciones políticas estériles y de poner parches sanitarios cuando la atención médica se hace insostenible. Una veintena de años, puede que más, han tenido los responsables de la sanidad aragonesa para reunir un equipo médico en Barbastro que ofreciera una asistencia sanitaria a la altura de otros hospitales de Aragón. Si no se ha resuelto en este periodo de tiempo ha sido porque no se han puesto los medios económicos necesarios, por una gestión deficiente desde la consejería y por tratar de favorecer a unas áreas de salud en detrimento de otras. Sobre esto último, es intolerable que en Aragón se haya llegado a un punto de segregación entre pacientes de primera y pacientes de segunda en virtud a su lugar de residencia.
La tozuda y triste realidad de la sanidad pública en esta parte oriental de la provincia, y que se confirma una y otra vez con cada noticia que aparece en los medios de comunicación, es la incapacidad de los gobiernos autonómicos de turno para ofrecer una solución definitiva a las carencias que arrastra el hospital de Barbastro. Lamentablemente, los ciudadanos de Monzón, de Barbastro y del resto de localidades del área de salud serán quienes paguen el precio.