Cuando el tiempo se pone en contra, allá por las cumbres pirenaicas, es momento de reivindicar esas sierras exteriores, como nuestra sierra de Guara, para disfrutar de una mañana de domingo con un grupo de amigos, los asiduos del senderismo MAB.
Hemos elegido el Santuario de la Nuez como base de partida para un recorrido circular en suave ascenso que nos ha llevado hasta los 1430 m del Tozal de Asba. El grupo era numeroso, más de 25 personas. Bien abrigados comenzábamos a caminar apenas cumplidas las ocho de la mañana.
Nuestras guías, Carmen Rodríguez y Carmen Guardia han preparado con mimo todo lo relativo a esta excursión y con andar pausado hemos ascendido por un bosque de aquellos de repoblación de los años sesenta y además, por estar en ladera norte, ofrecía espectaculares umbrías atravesadas por tímidos rayos de sol apenas se hubiere retirado la boina de nubes que cubría toda la sierra a primera hora. Ha sido un prodigioso escenario por el que caminar ya que hemos convertido este bosque en un lugar encantado por la calma a pesar de escuchar con fuerza el soplido del viento de noroeste muy por encima de nuestras cabezas. Muy cerca de nuestros pasos se refugiaban del cierzo los pájaros del bosque y su sinfonía de cánticos endulzaban la travesía por este oasis de calma y serenidad.
En poco más de una hora nos asomábamos al cordal de sierra y entonces sí era el viento helado quien como duendecillo travieso zarandeaba nuestros pasos. Si mirabas al norte, apenas reconocías la Peña Montañesa o el Cotiella pues una masa de nubes se agarraba tozuda a las montañas más altas. Tan sólo el sol llenaba de esperanza a unos marchadores en dirección al Tozal de Asba. Poco antes de coronar la cima podíamos observar aquella cruz de piedra que apareció pintada de amarillo en el año 2017 y que ahora luce limpia y majestuosa. No cabía otra cosa que hacer en ella la primera foto de grupo y continuar. La cima y sus vistas de postal fueron de corta duración pues el viento empujaba fuerte apremiando para el descenso.
Conforme nos acercábamos a Betorz había que desprenderse de chaquetas y guantes pues el sol definitivamente ganaba la batalla al viento y subía el termómetro.
El mejor momento llegaría en un pequeño parque de Betorz con sus mesas y bancos sobre los que comer a gusto y reposar en el meridiano de la excursión. ¡Qué bello este pueblo solitario que ha reconstruido con gusto su molino de aceite y un ingenioso pozo con giro de manivela y cuerda para hacer ascender el agua…!.
Ya solo quedaría una larguísima travesía llana a media ladera en el retorno a santa María de la Nuez pero por un sendero muy vestido de carrascas y con rincones que nos permitieron ver el cauce alto del río Vero que habitualmente aparece seco pero que hoy, tras muchas horas de diluvio nocturno, se mostraba con abundante caudal.
Ha sido una mañana estupenda de cordialidad y buena convivencia en la que los marchadores, más unidos que nunca, hemos degustado del mejor tempero de abril, contradictorio por sus contrastes de lluvia, luces, nubes, viento y sol pero que viste de verde intenso las praderas y quiere hacer explotar la primavera que aún no llega del todo.
Todo esto no es un privilegio exclusivo, estáis invitados a venir a compartir el paraíso.