No sé vosotros, pero yo cada vez que oigo hablar de nuestros jóvenes me llevo las manos a la cabeza, me enfado con la gente, me enervo…
No sé vosotros, pero yo no soporto esa idea altamente extendida de generación NINI, ¿Ni estudian ni trabajan? (Manos a la cabeza) o esa nueva Generación Z, la de los nativos digitales.
No sé vosotros pero yo, cada vez que oigo a alguien criticar a nuestros jóvenes pienso que es una persona aterrada porque hoy, las nuevas generaciones nos dan tantas vueltas que acabarán haciendo lo que nosotros ni supimos ni intentamos. Cambiar el mundo.
Hablar de jóvenes y recordar la imprescindible lectura de “El señor de las moscas” es inevitable.
En esta novela William Golding nos da las claves para la reflexión dejándonos una obra sobre el comportamiento y adaptación de un grupo de niños quienes, tras sobrevivir a un accidente aéreo, se ven obligados a permanecer en una isla desierta.
Los pasos que siguen están claros: creación de sus propias reglas basadas en un comportamiento civilizado. Sin más. Sencillo. Lo mismo que haríamos los adultos. A partir de ahí surgen la aceptación de roles, los miedos, los desacatos… nuevamente sin más. Nuevamente como los adultos.
Esa generación que denostamos con la cabeza bien alta y un punto alto de soberbia está mejor preparada que nosotros, es más válida. Son nativos digitales y usan dispositivos móviles, sí, pero están comprometidos (auge del movimiento feminista, defensa del medio ambiente etc). Hablan idiomas con una corrección que más quisiéramos muchos, tienen másteres, entran en política, viajan…
El único problema que tienen estos jóvenes es que vienen tras una generación, la mía, que no les está poniendo nada fácil las cosas. Nos dedicamos a culpabilizar, a criticar, a ultrajar, a injuriar… Ellos son los culpables de todo. El pato de uno lo pagan entre todos.
Nos molesta su comportamiento con el uso del móvil cuando nosotros somos iguales, si no peores. Decid la verdad, ¿Cuántos móviles hay sobre la mesa en una cena de adultos?
Nos molesta de ellos cosas que nosotros hicimos: el botellón, divertirnos hasta la madrugada, salir a la fresca con los amigotes.
No sé vosotros, pero yo creo que nuestros jóvenes sobrevivirían en una isla desierta… Si les dejásemos vivir en ella.
Si ya lo dijo Sócrates allá por el 400 antes de Cristo: “ Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros”