“Nos llena compartir nuestro tiempo con quien nos necesita ”
Para la mayoría de la gente, el verano, por norma general, es sinónimo de descanso, desconexión, relajación y dejar pasar el tiempo. Sin embargo, existe un grupo reducido de personas, en su inmensa mayoría jóvenes, que dedican una parte del mismo a hacer voluntariado solidario.
Los hay que se quedan en el territorio, y los hay que cambian de continente. Pero unos y otros, comparten los mismos principios y, tanto a unos como a otros, esta experiencia le gratifica a nivel personal aunque siempre les cueste dinero.
Es el caso de dos jóvenes del Somontano: Pilar Subías Sin, de Salas Altas e Ignacio Badel Hervás, de Barbastro.
“Es un aprendizaje y enriquecimiento personal que no tienes en la universidad o en trabajos remunerados. También es una forma de devolver a la sociedad lo que nosotros hemos recibido a través de nuestra formación. Y siendo algo utópicos, en el fondo lo que perseguimos es construir un mundo mejor”, coinciden ambos jóvenes.
Ambos han elegido hacer voluntariados con otros jóvenes.
En el caso de Pilar, que encontró el Colegio a través de internet, en él ha estado impartiendo clases de matemáticas e inglés en el Proyecto Nissii Christian Academy en Mbita (Kenia), ya que ella es licenciada en ingeniería eléctrica, profesión que estudió con el objetivo de ser profesora de tecnología en secundaria. “La experiencia ha sido genial y me gustaría repetir y volver en unos años, sobre todo para ver la evolución del proyecto y también porque les cogí mucho cariño a este alumnado. Son niñas y niños muy especiales ya que, a pesar de todas las carencias que tienen –que son muchas-, son felices y aprovechan al máximo lo que les enseñamos y llevamos. Es gente muy agradecida. Y en mi caso, me ayuda a valorar muchísimo más lo que tenemos aquí”, comentó Pilar.
Allí, además de impartir clase, se involucró en las actividades del resto del día como repartir la comida o realizar otros trabajos en la Comunidad ya que es un colegio que tiene 170 alumnos y alumnas más 12 profesores fijos. A esta plantilla, hay que añadir los profesores que van a hacer voluntariados, generalmente de Europa, en períodos de dos semanas.
Por lo que respecta a Ignacio, que está cursando último curso de Matemáticas en la Universidad de Zaragoza, él ha encaminado su voluntariado en la importancia de fomentar la relación de los jóvenes con la naturaleza y el medioambiente, cerca de Barbastro, concretamente en el Campamento de Eriste (Benasque). A diferencia de Pilar, para quien esta es su primera experiencia de voluntariado, Ignacio lleva desde 2019 subiendo a la montaña con diferentes grupos de jóvenes de Barbastro y Comarca.
En su caso, el haber asistido a estos campamentos en su infancia y la huella positiva que dejaron en él, fueron el motivo principal por el que decidió vincularse con esta actividad cada verano. “Para mí, es un proyecto a medio y largo plazo con un claro interés social donde se fomentan los valores de convivencia, tolerancia, solidaridad, participación, aprendizaje, intercambio cultural y crecimiento personal. Además, creo profundamente en las conexiones ser humano-Madre Naturaleza y, durante los diez días de campamento, dónde no están permitidos ni móviles ni tablets, esta relación es mucho más intensa”, señaló Ignacio.
Para los dos, lo más importante de esta experiencia y, casi a modo de resumen, es ser conscientes de que durante el tiempo que pasan con los chicos y chicas están ayudándoles a construir y modelar su futuro.
Una forma especial de pasar una parte del verano gratificante para los jóvenes y esperanzadora para la sociedad.
Pilar, a corto plazo, espera volver a dar clases en el Instituto de Barbastro como el año pasado; y, también Ignacio, pretende volver al medio rural en cuanto acabe la carrera en poco más de un año.