Rondaba el verano del 2012 cuando Inma Bielsa y Claudio Ramírez fueron a coger almendras en una finca que había quedado abandonada por las obras de la autovía. Después de escoscarlas decidieron elaborar turrón por diversión. A buen seguro, al despertarse ese día no imaginaban que estaban andando hacia una nueva etapa de su vida
Aunque realmente ese camino, como todos, había empezado antes, cuando dejaron Barcelona en el 2008 y pusieron rumbo a Huesca con motivo de la crisis inmobiliaria que por aquellas fechas nos azotaba. Ambos son un ejemplo de personas valientes, con grandes ideas y que se atreven a ponerlas en marcha, ayudando con ello a asentar la población en el territorio rural.
Claudio Ramírez se define como un ciudadano del mundo. Arquitecto de formación y cocinero por pasión, nació en Marruecos, vivió su infancia en Andalucía, y después de cuarenta años en Barcelona recaló en Huesca, tras pasar los veranos en Naval, el pueblo de Inma, vinculada con el sector hostelero. Claudio cuenta que “siempre había querido dedicarse a la cocina pero ello implicaba trasladarse a Suiza donde se hacía cocina de vanguardia, y … no era el momento”. Se conformaba con cocinar cuando había tenido un mal día en el trabajo y así se le disipaban todos sus males, explica. Finalmente en Naval, al frente de los fogones del restaurante ‘La Fábrica’, ha conseguido hacer de su pasión y su don, su trabajo, el sueño de todos.
Por su parte “Inma es el espíritu de ‘La Fábrica’” en palabras de Claudio. Él se encarga de la comida y ella del resto del engranaje, además de ser la causa de que hayan emprendido en Naval, al ser su padre oriundo de la villa salinera.
Volviendo aquel entrañable día, y una vez hecho el turrón que les salió “para chuparse los dedos”, decidieron presentarlo en sociedad el tercer domingo de noviembre en la Feria de Artesanía de Naval de aquel año. Ahí se plantaron llenos de ilusión con sus originales ladrillos de turrón, que por supuesto encandilaron el paladar de quienes tuvieron la suerte de catar aquellos primeros compases de lo que hoy es el ‘Turrón la Fábrica’. La gran respuesta obtenida les animó a seguir adelante y convertir el turrón en su modelo de negocio. De las 50 o 60 tabletas de su primer año de producción, actualmente y tras un aumento escalonado, hoy producen unas 5.000 unidades.
Para ellos, 2012 es una fecha significativa: “el comienzo de una nueva conciencia” como comentan. Decidieron que era el momento de ponerse “manos al turrón”. Pero no a un turrón cualquiera, ni ‘artesanal’ sin más, que ya es, sino que querían practicar un ‘ARTE-SANO’. En ese sentido, cuando empezaron su viaje turronero se plantearon qué tipo de alimento querían ofrecer a la sociedad.
Buscaron el edulcorante adecuado y optaron por la panela, el azúcar integral de caña. Ingrediente sobre el que gira su gama de turrones junto con la almendra marcona, la avellana de Tarragona y la nuez de California. Además, el año pasado hicieron un turrón nuevo para quienes no quieren o pueden tomar azúcar. Así sacaron al mercado un turrón con el edulcorante del abedul de Finlandia. Claudio explica que los finlandeses “a principios de siglo inventaron un edulcorante extraído de la corteza del abedul, y así surgió este turrón con la idea de que es posible una alimentación dulce sin azúcar”. Cuentan con más combinaciones turroneras: higos y nueces; chocolate negro, con avellana y un punto de Sal de Naval; almendra, miel y chocolate blanco belga, de alta gama, de la casa Callebaut.
Actualmente este delicioso vicio se encuentran en los supermercados IFA (Alto Aragón), en tiendas gourmet de Huesca, Barbastro o Zaragoza y por supuesto en ‘La Fábrica’ de Naval. Y es que cuando decidieron embarcarse en la aventura de elaborar turrón arte-sano Inma pensó que “un barecito, para acompañar, no estaría mal, y de barecito a restaurante en toda regla”, explica.
Por aquel entonces se les presentó la oportunidad de adquirir el lugar que actualmente es su base de operaciones, ‘La Fábrica’. Y decidieron concebir un restaurante. Así se embarcaron en la obra de hacer de un monte y unos huertos llenos de fajas, unas explanadas y una coqueta terraza con vistas al salinar de Naval. El restaurante abre de principios de junio a mediados de septiembre, tiempo ya de empezar a elaborar turrón.
En ‘La fábrica’ además de vender mucho turrón, tanto a extranjeros, “en Europa, a diferencia de España, el turrón es un postre de alta calidad que se toma todo el año”, explica Claudio, como españoles, que lo degustan y se enamoran, ofrece cocina casera. “Cocinamos con tranquilidad total. Es una cocina muy casera, muy de la abuela. Cuando clientes me dicen elogios como ‘esto que estoy comiendo me recuerda tanto a mi abuela que casi me saltan las lágrimas’ me llegan al corazón”, cuenta Claudio.