Con el buen tiempo realizamos más actividades al aire libre. Esto trae consigo inconvenientes que no debemos pasar por alto: la exposición a los rayos solares y la deshidratación que esto puede provocar en nuestro organismo, en especial en los grupos más vulnerables como los niños, ancianos y embarazadas. Los deportistas y trabajadores de la agricultura o la construcción también pueden ser un grupo de riesgo, sobre todo si se ejercitan o trabajan en las horas de más calor.
Nuestro cuerpo se compone en un 60% aproximadamente de agua, es el principal componente de la sangre y los diferentes tejidos y órganos, esta ejerce un papel fundamental en la regulación de la temperatura corporal, participa en el transporte de oxígeno y nutrientes a través de la sangre a las células, regula la presión arterial, ayuda a la digestión y a eliminar toxinas a través de la orina, heces, respiración y sudor.
Según aumenta la temperatura, nuestro organismo responde con un mecanismo de termorregulación, aumentando la sudoración, que junto los 2,5-3 litros de agua que excretamos normalmente con la orina, las heces, el sudor y la respiración puede conllevar una importante pérdida. Por lo que el agua y los minerales perdidos hay que reponerlos de forma eficiente para que el organismo mantenga su equilibrio. Un exceso de pérdida de líquidos puede llevarnos a la deshidratación. Sus signos iniciales son sed, cefalea, mareos, apatía, cansancio, estreñimiento, ojos y mucosas secas y falta de concentración. Si no reponemos el agua la clínica se puede agravar produciéndose confusión mental, desorientación, síncopes, infartos e incluso la muerte. Recomendamos consultar con un especialista de atención primaria ante la aparición de alguna de estas señales de alarma, que pueden asociar vómitos y diarreas, sobre todo en los grupos más vulnerables.
El agua es un recurso natural indispensable para la vida, considerado un nutriente esencial en la alimentación cotidiana: los seres humanos podemos pasar días, incluso meses sin comer, pero tan sólo de 5 a 10 días sin beber.
En definitiva, mantenerse hidratado es fundamental durante todo el año, pero en verano más aún, por lo que mostramos algunos consejos para hidratarse durante el verano y que nos ayude a mantener el porcentaje de agua que contiene nuestro cuerpo:
- Bebe mucha agua regularmente, aunque no tengas sed.
- Aumenta el consumo de líquidos en ambientes calurosos y durante las comidas, e intenta elegir agua preferentemente al resto de bebidas y a ser posible con un adecuado contenido en sales minerales.
- Lleva una dieta equilibrada, consumiendo alimentos ricos en agua como frutas, zumos, gazpacho, verduras y ensaladas.
- Evita las horas puntas de calor, de doce de la mañana a cuatro de la tarde es mejor permanecer en lugares frescos y ventilados.
- Si vas a hacer deporte evita las horas de más calor y bebe abundante agua o bebidas isotónicas según tus necesidades. Bebe antes, durante y después del ejercicio.
- Evita el alcohol, puede agravar la deshidratación por su efecto diurético.
- Cuida de los niños y ancianos, son colectivos que presentan mayor riesgo de deshidratación.
- Refréscate con una buena ducha o baño en el mar, río o piscina.
Recuerda seguir estos consejos y disfruta de un feliz verano.