Hablando con el General Alfredo Ezquerro, que fue uno de los últimos coroneles del Regimiento de Cazadores de Montaña “Valladolid” 65 en Barbastro, sobre la invasión de Ucrania, nos llama la atención varias cosas. Ninguno pensábamos que íbamos a conocer en este siglo una guerra en Europa, de las características de las habidas en el siglo XX, que nos está poniendo al borde de la 3ª Guerra Mundial, pero nuclear. Se suponía que Europa había quedado vacunada contra estos enfrentamientos, después de las dos guerras mundiales que asolaron el continente. También nos sorprenden algunas referencias que se están haciendo a la guerra Civil Española, como cuando se suscitó el problema de mandar armas a los Ucranianos, saliendo a relucir cómo democracias como Francia y Gran Bretaña dieron la espalda a la 2ª República española, condenándola a perder la guerra o bien escuchar en boca de algunos rusos y ucranianos, en español, aquel famoso lema de Madrid de “No pasarán”.
Suponíamos que ante el gran ejército ruso, el ucraniano poco o nada podría hacer, pero a los cálculos realizados por los estrategas rusos les faltó algún dato, ya que no pensaron que el presidente Volodimir Zelenski, un actor que domina perfectamente los medios de comunicación, iba a resultar un líder inesperado y formidable, que ha aglutinado a su pueblo y le ha dado motivos para defender su honor e independencia. Tampoco las previsiones de efectuar una guerra relámpago y conquistar Ucrania sin demasiados contratiempos, se han cumplido, viendo como el avance es muy lento, con columnas de blindados paradas en las carreteras, no se sabe muy bien si por falta de logística o porque la resistencia encontrada ha frenado aquel paseo militar.
También comentamos las imágenes que estamos viendo, escenas que conocieron nuestros padres hace 86 años, bombardeos, muerte de civiles, desabastecimiento y la evacuación de los niños, similar a la de los de Barbastro tras los bombardeos de 1937, cuando se crearon colonias infantiles para alejarlos de la ciudad y que terminarían cruzando la frontera francesa.
Entre ellos se encontraban Luis Calvo, José Güetas, los hermanos Sierra o los hermanos Luis y Elena Arcarazo, que no regresarían hasta finalizar la guerra. Por todo lo cual, la invasión de Ucrania no nos resulta ni tan lejana ni tan extraña, porque en la memoria de muchos españoles siguen estando imágenes similares. Pero en este caso es a nosotros a los que nos corresponde colaborar con los ucranianos y acoger a los que se exilien, dándoles todo el apoyo posible.
El General Ezquerro, con su experiencia en misiones internacionales, ha redactado un escrito titulado “CASCOS AZULES PARA UCRANIA” sobre lo que podría ser una solución para frenar la guerra, que dice: “Es necesario enviar a Ucrania una Fuerza de Interposición de Paz de las NN.UU. Yo estuve destacado en Bosnia durante 6 meses del año 1998 y recordaban con suma gratitud la actuación de los Cascos Azules españoles unos años antes, enviados por la ONU ante el horror de las imágenes que pudimos ver sobre las atrocidades cometidas por las tres etnias del país. Una situación similar es la que se vive hoy en Ucrania. No ignoro que mi propuesta es utópica, puesto que esa Fuerza de Interposición debe ser autorizada y supervisada por el Consejo de Seguridad de la ONU donde Rusia, como miembro permanente, tiene derecho de veto. Sin duda mi propuesta tiene algo de solución desesperada por las crueles imágenes que a diario vemos en esta guerra televisada en directo, con centenares de víctimas, la mayoría de ellas inocentes y muchas ciudades arrasadas, ante la tibia reacción de condena del mundo occidental.
Cierto es que las duras sanciones económicas producirán graves efectos sobre Rusia, más para entonces, Ucrania estará destruida y su pueblo masacrado, con un gobierno títere a las órdenes de Putin, alumno aventajado de Stalin. El Presidente ucraniano advierte a Occidente que detrás de ellos iremos nosotros, los demás países del mundo occidental. Y si dudamos de la veracidad de su advertencia, acudamos a la Historia, maestra de la vida, en la que se recogen numerosos ejemplos de que así sucederá. En septiembre de 1938 se firmaron los Acuerdos de Múnich, por los que las naciones más poderosas de Europa reconocían la entrega de la región de los Sudetes, en la antigua Yugoslavia, a la Alemania nazi, como cesión imprescindible para evitar una guerra mundial. Cuando Chamberlain, Primer Ministro inglés, defendía ante el Parlamento británico lo acertado de su propuesta, Churchill, en una de sus intervenciones más conocidas, le respondió: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra. Elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra.” Y así fue. Unos meses después estallaba la 2ª GM. El ejemplo debe servir también como advertencia a nuestros actuales líderes políticos. Si no se expulsa a Rusia de Ucrania, dentro de poco China se apoderará de Taiwán, y Rusia intentará hacer lo mismo con las Repúblicas bálticas, miembros de pleno derecho de la OTAN y por lo tanto, bajo su manto protector. Y la guerra será inevitable”.