Oriol Junqueras, en el cierre de la campaña electoral autonómica de 2015, dio un mitin en Sabadell que oí por la radio atravesando el puerto de Tivissa. En resumen dijo este hombre: Que el gobierno catalán se había ofrecido al de Madrid para cogerlo de la mano y conducirlo por la senda correcta; que el gobierno de España no se dejaba guiar, lo que les condenaba a la independencia. Y que eso le había producido una gran decepción: «¡Quina decepció…!, ¡Quina decepció…!», gritaba Junqueras con voz tronante.
Siete años después Oriol va a ser uno de los privilegiados con las próximas reformas del Código Penal. Todo parece indicar que Madrid, esta vez, se deja guiar de la mano.
Privilegio proviene de las palabras latinas privum y lex, para referirse a una ley privada que beneficia a un particular. Charles de Gaulle, quien fuera presidente de la república francesa, condenó la «feudalidad de los partidos», como cita Julio Valdeón en su libro Sobre el feudalismo. Treinta años después. Y el filósofo Ignacio Izuzquiza, en su libro Aragón como problema, mantiene que muchas de las causas que condenan al atraso e ineficiencia a Aragón es el rescoldo feudal que todavía anida en sectores públicos de la sociedad aragonesa. (Cualquiera que indague un poco en el amenazante desastre paisajístico sobre los bellísimos Montes Universales verá atisbos caciquiles y privilegios evidentes).
Un manoseo legal tan descarado en pro de los privilegios individuales creo que nunca se ha producido en los últimos tiempos. Con Franco el ministro de Comercio García Moncó, y dos ex ministros más, fueron condenados por el Tribunal Supremo; Franco los indultó pero no cambiaron la ley para hacer un traje a la medida de los condenados…
Los privilegios fueron la esencia del feudalismo, y recibieron su puntilla con la revolución francesa, de 1789. Algunos de ellos nos resultan inconcebibles como el derecho de pernada, o derecho del señor feudal a dormir donde la noche le cogiera en sus desplazamientos; o el derecho de prima nocte o derecho a desvirgar a la doncella en la primera noche de su matrimonio. Hay autores que mantienen que ambos eran lo mismo, pero una joven compañera de trabajo tristemente fallecida, culta y educada (y archivera municipal) me enseñó sus diferencias. Fernando el Católico abolió en 1486 el derecho de la prima nocte, pero hay muchas dudas sobre si consistió en lo que he definido. (¿Existió realmente el derecho de pernada? (nationalgeographic.com.es) .
La extinción de los derechos feudales fue lenta y paulatina y quedaron, desperdigados, algunos restos en la raíz de las costumbres. Severino Pallaruelo, en su libro Bardaxí, cuenta que el señor de Conques era víctima del progresivo desafecto de sus súbditos, año tras año, que dificultaba la cobranza del diezmo de las cosechas, las gallinas, etc. (Un diezmo era la décima parte de la renta obtenida por el vasallo). Y José Antonio Cubero en su libro La aventura hidroeléctrica del Valle del Ésera, cuenta el caso de un turista por aquellos parajes, a finales del siglo XIX que, al cruzar el pequeño puente sobre un riachuelo, se topó con un pastor que le exigió el pontazgo, osea la tasa feudal por cruzar un puente. ( El pontazgo es exigido para cruzar el Golden Gate de San Francisco).
Para el historiador Claudio Sánchez Albornoz el feudalismo no existió en España, salvo en Cataluña, pues en el resto solo hubo «señorío», distinto y menos axfisiante. Tengo para mí que aquella presencia exclusiva del feudalismo en Cataluña, durante varios siglos, ha dejado una impronta en sus costumbres y modo de ver las cosas. Es posible que cuando Pujol insistía tanto en el «hecho diferencial catalán» su subconsciente estuviera añorando un reflejo medieval y trasnochado que los otros territorios de España no conocieron con aquella intensidad.
En un programa de First dates un joven extremeño de Coria ligaba con una rubia platino cordobesa, de Lucena, a quien propinaba estas lindezas cautivadoras:
– «Los extremeños, en el amor, somos muy calientes… muy, muy calientes».
– «Yo, como buen extremeño, haciendo el amor empujo muy fuerte… muy, muy fuerte».
Este Estado de las autonomías atufa que:
- a) Los extremeños son muy ardientes en el amor y fuertes de pelvis en la folganza.
- b) Los catalanes conservan una impronta feudal que quieren imponer al resto de españoles.
Para confirmar lo primero basta indagar en la biografía de Diego García de Paredes, «El Sansón extremeño», con una placa en la plaza de Trujillo; lo segundo lo reconoció en sus memorias Francesc Gambó, fundador de la Lliga Regionalista:
«los catalanes hemos sido siempre muy hábiles manejando los aranceles y defendiendo nuestros intereses. A veces, hasta las defensas que hemos impulsado han sido exageradas y, por tanto, perjudiciales e injustas».
El «hábil» manejo de los aranceles condenó a nuestros abuelos y bisabuelos a comprar sábanas, manteles, pañuelos, trapos y servilletas fabricadas en Cataluña mucho más caras que las fabricadas en Manchester. Y menos mal a Azaña que impidió la iniciativa de Marcelino Domingo para favorecer a los productores de corcho de Gerona; Marcelino Domingo, ministro republicano de Agricultura, de Tarragona, pretendió obligar a todas las administraciones públicas (central, autonómica y local) a usar corcho en las paredes y suelos de edificios de nueva construcción.
Actualmente con la denominación de Cava ocurre algo parecido, y los productores catalanes pretenden ostentar un privilegio sobre los extremeños y valencianos ( La guerra del cava: una sentencia del Supremo aviva la polémica | El Imparcial ).
De modo que con la reforma del Código Penal (cuyo texto proviene de la gran reforma del PSOE, siendo Belloch ministro de Justicia) asoma un feudalismo legislativo de nuevo cuño, que acude en socorro de los intereses particulares de un puñado de personas; aunque sea situándonos en un horizonte moral que recuerda en algo a las previas a 1789, cuya revolución y guillotina tanto admiran a Pablo Iglesias.
Por otra parte son falsas las afirmaciones de Pedro Sánchez de que nuestro ordenamiento jurídico se homologará con Europa: la presidenta de la asociación de Fiscales ha aclarado ese extremo (Presidenta de la Asociación de Fiscales, sobre la malversación: “El tipo penal actual está bien estructurado» – Herrera en COPE – COPE ).
Pi y Margall, de Barcelona, que presidió la I República dijo aquello de «Al amigo el favor y al enemigo la ley», una afirmación genuinamente feudal, y que usó el ex juez Elpidio Silva en el parlamento catalán para insultar a España.
La deberíamos actualizarla por esta otra: «Al amigo la ley a su medida y al enemigo… ya veremos».