Estos días han concluido las obras en la rotonda de Frank Norton. Esta rotonda que da acceso al Eje del río Vero y a la ciudad de Barbastro ha estaba ornada desde marzo de 2007 por la escultura “Monumento al vino”, obra del citado artista irlandés afincado en España desde el año 1982 y vecino de Zaragoza; la Comarca del Somontano junto con el Consejo Regulador de la D. O. Somontano le encargaron el diseño y realización de este monumento al amparo del Plan de Dinamización Turística de la Comarca de Somontano de Barbastro vigente en aquellos años. Frank Norton realizó, previo encargo, abundantes e interesantes composiciones para embellecer las cunetas y espacios vaciados de las carreteras y autovías de la provincia de Huesca. Por proximidad, además de la que hablamos, voy a destacar su obra: “Los Arqueros”, compuesta por tres figuras realizadas en acero corten, situada entre Graus y Barbastro, en pleno Congosto de Olvena, que todos los de por aquí conocemos, e incluso admiramos. Sin embargo no todo fueron parabienes en esta obra de la rotonda de Barbastro.
-Fue una experiencia muy desagradable- decía el propio autor cuando le comunicaron, dos meses después de la inauguración, que el monumento de la rotonda se había venido abajo. Una ráfaga de viento de fuerza superior a la calculada propició que “la gran vid sobre la que caen gotas de lluvia bajo el sol”, como se explicaban en su inauguración, se retorciera y quedara abatida sobre el pedestal de hormigón donde quedó anclada el día de la inauguración del monumento.
La escultura derrumbada y arrumbada durante unos meses fue recompuesta aproximadamente un año después. Un minucioso estudio por una ingeniería independiente reveló fallos en los cálculos de estructura llevados a cabo por el equipo de ingenieros que calcularon el diseño estructural del conjunto. El seguro del Colegio de Ingenieros asumió los gastos de la reparación de monumento al vino. El tiempo transcurrido entre los dos sucesos (derrumbe y restauración) fue suficiente como para que concejales del ayuntamiento (nacionalistas del PAR), dijeran que no era aceptable que tantos meses después no se hubieran adoptado medidas definitivas. Haciendo gala de la socarronería, o ironía, si se quiere, tan característica de nuestra tierra, esta caída quedó reflejada como motivo principal en una carroza del barrio del Entremuro, que ganó el concurso celebrado en las fiestas de 2007.
Esta sobresaliente obra de arte costó 110.824 euros. Según el concejal de Medio Ambiente del momento, el proyecto de reacondicionamiento de la rotonda contemplaba una plantación de olivos que vendría a paliar la tala del monumento natural formado por cuatro grandes chopos que crecían en esta rotonda antes de la colocación de la escultura y que fueron desmochados en su día. Catorce años y unos cuantos días más no han sido suficientes para que cualquiera de los responsables municipales que hemos conocido, que son de distinta índole política, nacidos y vecinos de Barbastro, se ocuparan de dignificar esta rotonda que da la bienvenida al visitante o alegra la vista del transeúnte habitual, convirtiendo durante muchas años este espacio en precaria rotonda desprovista del más mínimo signo de amor a la belleza y al decoro ornamental.
Este tardío acondicionamiento ha resultado ser rácano, cicatero e insuficiente. Una obra sin gusto ni intención. Un despropósito en la carrera hacia la excelencia y calidad que caracterizan a las gentes de nuestra tierra.