Un zorro huye corriendo hacia el monte tras ver el vehículo del periodista que se aproxima a la explotación agrícola de los hermanos Nasarre, Francisco y Antonio, en Almunias de Rodellar. “Son como lobos”, explica Francisco quien se lamenta del daño que hacen atemorizando a las ovejas y matando a las crías nacidas hace unas semanas. Tenía un perro que velaba por ellas, pero apareció muerto, envenenado. Son los gajes de la ganadería mixta que practican estos hermanos, entre extensiva, ya que las ovejas pastan en el monte, y estabulada, al dormir y pastar también en el corral. Dos modelos que han convivido en la casa de los Nasarre durante más de dos siglos, como recuerdan, estos herederos de una tradición que se remonta al Neolítico. “Si no fuera porque las ovejas pastan en el monte, esto sería una selva”, apunta Francisco, subrayando los beneficios para el medioambiente que esta ganadería ofrece, y también para mantener el pueblo vivo y favorecer el turismo en el valle.
En Somontano, según datos facilitados por la Comarca y extraídos del censo del INAGA, en 2020 existían 118 granjas de ganado bovino, 114 de ovino, 215 de porcino (más 26 en trámite), 15 de conejos, 4 de equinos y 31 de aves.
Los hermanos Nasarre tienen 200 cabezas de ovejas. De su leche salen los artesanales Quesos Guara -que cumplen 20 años- y también venden los ternascos alimentados con pienso de cereal a carnicerías y supermercados. Su último proyecto, iniciado este año es criar otros 200 corderos a base del pasto de monte, de forma totalmente natural, para ofrecer esta carne gourmet en la restauración del valle de Rodellar en una primera fase (será una producción de 30 corderos que se venderán en octubre), y en posteriormente, hacerla llegar al consumidor con un sello de calidad. Incluso se plantean conseguir el marchamo ecológico. “Nosotros aprovechamos todos los recursos que ofrece el monte y para tener un poco más de producción en algunas ovejas les damos cereal y forrajes que recogemos en la explotación. Pero ahora estamos haciendo una carne especial, en el que el rebaño sólo se alimenta de pasto, como antaño cuando se castraba a un cordero y se soltaba al monte y se mataba al año. La idea es conseguir otra carne distinta de un animal criado en libertad, durante más tiempo, y comiendo el forraje del monte”, explica Francisco.
Respeto al medio ambiente, bienestar animal, fijación de población y una carne de alta calidad son beneficios que aportan pequeñas ganaderías familiares ubicadas en el medio rural como la de Almunias de Rodellar.
Un modelo de ganadería compaginable con la ganadería intensiva como subrayan los hermanos Nasarre al hilo de la polémica suscitada por las declaraciones el ministro de Consumo, Alberto Garzón. “No tiene gran sentido. Debemos de convivir los dos modelos de explotación. Nosotros apostamos por la extensiva, pero son producciones pequeñas y locales, y hay que tratar que la gente coma todos los días, por ello, parte de esa ganadería debe de ser de mayor de producción, siempre siendo como es, respetuosa con el bienestar animal. Por encima de todo, queremos a los animales más de lo que la gente puede aspirar. Desde el mundo urbanita se ven como mascotas y nosotros los vemos como animales, y con ese cariño los tratamos”, afirma Francisco, quien considera que la calidad de la carne de intensiva está fuera de discusión. “Las carnes de ambas producciones son distintas, pero tienen la calidad para comerla. Antes era un lujo comer carne todos los días y eso quiere decir que gracias a la ganadería se ha conseguido dar de comer a todo el mundo”, señalan.