La provincia altoaragonesa vuelve a ser solidaria con el pueblo saharaui refugiado en los campamentos de Tinduf en Argelia. Un año más, y van diez, 46 familias de la provincia oscense acogen a otros tantos niños de entre los 9 y 12 años que abandonan durante el verano – del 23 de junio cuando llegaron a Zaragoza al 22 de agosto- el desierto argelino donde viven para disfrutar de su segundo hogar en España, pero sobre todo recibir una atención sanitaria y nutritiva que a la que no tienen acceso en los campos de refugiados. Forman parte del programa ‘Vacaciones en Paz’ del que se benefician 135 niños en las tres provincias aragonesas y que organizan cinco asociaciones de nuestra Comunidad: En Zaragoza, Arapaz-MPDL y Um Draiga, promueven y organizan el proyecto ‘Vacaciones en Paz’ desde 1995. En Teruel lo desarrollan ASAPS (Acción Solidaria de Ayuda al Pueblo Saharaui) y Lestifta. En Huesca, lo hace Alouda.
En el caso del Alto Aragón, se vuelve a contar por cuarto años con niños con algún tipo de discapacidad intelectual que son acogidos por la coordinadora Cadis y que pasarán este tiempo en los centros de Aspace Huesca, de Atades en Martillué y de la Fundación Adislaf en Isín. Allí pasarán reconocimientos médicos y convivirán con los residentes de estos centros.
Este proyecto da una acogida temporal a estos niños evitándoles así de pasar un verano muy caluroso con 50º C. De esta manera, además de estar en un clima más suave, tienen la oportunidad de mejorar la precaria alimentación que reciben en los campamentos en los que sus familias llevan refugiadas desde hace 40 años, cuando España se deshizo de su última colonia en África, pasando a manos de Marruecos, que no reconoce su independencia como país, a pesar de las presiones de la comunidad internacional.
Aragón siempre ha sido generosa con el pueblo saharui desde sus instituciones. Así El Gobierno de Aragón, a través del IASS, subvenciona el programa con 116.487 €, que se reparten de forma proporcional al número de menores que vienen a través de cada asociación. Y ya en nuestra provincia, la Diputación Huesca, el Ayuntamiento de la capital oscense, y el de Barbastro, entre otros, colaboran con Alouda. También en otros municipios de menor tamaño se vuelcan con estos niños. Es el caso de la población ribagorzana de Campo donde este sábado se ha celebrado el tradicional encuentro de todos los niños saharauis y las familias de acogida en el Alto Aragón. Jornada lúdica pero también reivindicativa para recordar la causa del pueblo saharaui, la que fue la última colonia de España.
Recientemente, los niños, sus familias de acogida y los responsables de estas asociaciones eran recibidos por el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, y en el Ayuntamiento de Huesca por el concejal de Derechos Sociales, Manuel Rodríguez, quienes manifestaron los lazos de unión solidaria de nuestra Comunidad con este pueblo y la necesidad de seguir trayendo a estos niños para mejorar sus condiciones y concienciar a la población.
El proyecto pretende mejorar sustancialmente su salud, a través de la mejora de la dieta y las revisiones médicas, odontológicas y oftalmológicas para tener controlado su estado de salud y solucionar cualquier problema que puedan tener. Tras las primeras semanas de adaptación, los niños se integran plenamente y muchos repiten la experiencia.
Ellos también son refugiados
Para Joaquín Tena, portavoz de Alouda en Babrastro y un activista de la causa saharaui, recalca el modo de vida tan precario en el que viven estas familias. «Ahora que hablamos de los refugiados de Siria y de otros que vienen a Europa, hay que recordar que los saharauis llevan cuarenta años refugiados en una zona que les dejó Argelia. Hicieron unos campamentos provisionales porque un refugiado nunca piensa que va a estar ahí mucho tiempo, pero ya llevan cuarenta años. Fundamentalmente se organizan por las mujeres, ya que los hombres forman parte del ejército o van a trabajar al extranjero. Viven en tiendas que les dio Acnur y poco a poco han ido haciendo casas de adobe que soportan mejor el calor», explica este maestro jubilado.
Tena también recalca el gran valor que tiene el proyecto de ‘Vacaciones en paz’ para estos niños. «Para ellos es fundamental. Se aprovecha su estancia para realizar revisiones médicas, mejorar su alimentación porque los recursos son limitados ya que cada vez hay más refugiados y menos ayuda. La base de su alimentación son harina, arroz y lentejas y una vez al mes se realiza el reparto del agua. Hay meses que tienen azúcar, otros aceites, pero nada de proteínas animales. Pero además psicológicamente para estos niños es fundamental venir a España, salir del desierto y comprobar que hay otro mundo sin tantas carencias. Eso les enriquece en su forma de ver la realidad».
Pero también este programa busca la sensibilización de la población aragonesa ante estas realidades sociales, y la creación de vínculos afectivos entre las dos familias de los menores, ya que las familias de acogida tienen la oportunidad un par de veces al año (en diciembre y/o Semana Santa) de visitar los campamentos de refugiados para vivir ‘in situ’ las condiciones de vida en las que se encuentran
«Pasamos muchísimas necesidades y aquí estamos muy bien»
Daedi Chej es un niño de doce años que se ha escolarizado en Castillazuelo y ahora comenzará Secundaria en un instituto en Barbastro
JLP
Un ejemplo de esa sensibilización hacia la situación de estos niños es el caso de la familia de Castillazuelo Juan José Sampietro y Griselda Artime que tras acoger durante cuatro veranos al pequeño Daedi Chej, decidieron participar en otro programa solidario denominado ‘Estudios en Paz’. Es el proceso inverso. Reside en Castillazuelo durante el curso y en verano regresa con su familia al campamento de refugiados. En septiembre volverá para comenzar Secundaria en el IES Hermanos Argensola de Barbastro tras haber realizado 4º, 5º y 6º en la escuela rural de Castillazuelo. «Empezamos con Vacaciones en Paz y trajimos a Daedi durante cuatro años. Queríamos hacer algo para ayudar a los demás y se nos ocurrió traer a un niño que tuviera necesidades para el verano. Les coges cariño y piensas que el verano está genial, pero que lo bueno sería tenerlo más tiempo y darle unos estudios para que el día de mañana tengan un futuro, porque donde residen tienen un panorama bastante negro», señala Griselda.
Su presencia en Castillazuelo también ha permitido que siga existiendo la escuela en esta pequeña población del Somontano. Pero sobre todo, le ha permitido tener un perfecto dominio de la lengua española y unos conocimientos que no podría haber tenido en Tinduf. «Llegó sin saber nada de español y ha sido complicado al integrarlo en nuestro sistema educativo. Pero 6º lo ha aprobado todo», afirma con orgullo su madre adoptiva.
Daedi se siente feliz de la experiencia: «Aquí vivo mejor que allí, sobre todo por el clima que es mejor. También vivo en una casa mejor y me cuidan muy bien. He hecho muchos amigos y he podido aprender muchas cosas. Allí también hay colegio pero no se aprenden tantas cosas, la educación es más justa». Daedi anima a otras familias para que acojan a niños ya sea en verano o durante el curso «porque pasamos hambre en los campamentos y muchísimas necesidades, aquí estamos mejor alimentados».