Paul, Lacoma y Broto, tres históricos presidentes de Montañeros de Aragón
La moviola es un mecanismo que permite a los montadores de cine echar hacia adelante o hacia atrás las imágenes. Como viejo aficionado cinematográfico, recurro a este sistema, para glosar los setenta y cinco años de vida del club Montañeros de Aragón de Barbastro que este mismo año se van a celebrar.
Tras el fundador Luis Paul, otros dos presidentes, Miguel Lacoma y “Pepe” Broto cubrirán el periodo inicial de la historia del Club.
Pepe Broto
Nos detenemos en la figura de Pepe Broto, que con sus 102 años falleció a inicios de enero de este año y que, a lo largo de todo un siglo, ha ejercido siempre de montañero. Lo hizo plenamente, en su juventud, en su madurez o incluso en su edad más provecta. Por eso su galería de recuerdos, de emociones, de anécdotas resulta interminable. Y la moviola permite visionar muchos de los aspectos de su vida
Nacido en Barbastro en 1921, se matriculó en el Instituto Ramón y Cajal de Huesca, para pasar después a la Universidad.
Abogado en ejercicio, Procurador de los Tribunales y vocal del Colegio Oficial de Huesca, se encargó durante muchos años, y entre otras actividades, como funcionario municipal de Negociado de Quintas. Eran los tiempos del servicio militar obligatorio y los Ayuntamientos eran los encargados de realizar la filiación y el censo de todos los mozos que alcanzaban la edad militar. Una función periódica, que se prestaba a un rico anecdotario que, sin duda, permanece bien presente en su memoria.
Los primeros deportistas barbastrenses
Años antes, el afán explorador de José le había llevado a contactar con las primeras asociaciones deportivas locales. La Agrupación local de Exploradores de España, una de las primeras fundadas en todo el país, donde formaba parte de aquellas patrullas, que, con estandarte, y tambores, iniciaban sus excursiones en Barbastro para acampar por las localidades y Sierras del Somontano.
Tras la guerra civil, fue la Peña Sport de la Sociedad Mercantil y Artesana, la que recogió las tradiciones montañeras perdidas en Barbastro. Broto fue un impulsor y un habitual en multitud de salidas, a ríos, barrancos, tozales y valles que poco a poco íbamos descubriendo.
Broto fue un impulsor del incipiente turismo de naturaleza, y de la idea de que el descubrimiento del Pirineo supondría una nueva posibilidad para el desarrollo ciudadano.
Fundador de Montañeros de Aragón
No es de extrañar la presencia de “Pepe Broto”, en el valle de Estos, aquel mítico 25 de Julio de 1949, cuando se funda Montañeros de Aragón de Barbastro. Junto a Luis Paul, se encuentran en plena inauguración del antiguo Refugio de Estos, anuncian la creación en Barbastro de un grupo de montaña y escalada inspirado en las mejores tradiciones pireneístas. Acertada y novedosa decisión será el acogerse al gentilicio de “Montañeros de Aragón” ya existente en Zaragoza. Testigos del evento serán los inolvidables Delgado Ubeda y Folliot, por la Federación Española de Montañismo, ya que la aragonesa todavía no existía, Ramond Despouy por el Grupo Pireneista de Alta Montaña francés, el coronel Villar por la Escuela Militar de Montaña y los anfitriones zaragozanos Tomas, Ramon y Sicart de Montañeros de Aragón.
El Valle de Estos, como tantos otros, había permanecido desde 1939, durante diez años cerrado al personal civil. Sólo los pastores y los militares podían frecuentar sus bosques y praderas. Por fin, Pepe Broto, había tenido la primera oportunidad de alcanzar las cumbres de Gourgs Blanch y Posets los rutilantes glaciares de la Baquo o de Paul o de Llardana y de asistir al homenaje hispano francés a Jean Arlaud, bautizando “in situ” la cumbre que hoy lo recuerda.
El pireneismo romántico de los precursores
En aquellos primeros momentos del Club Montañero, Broto beberá con avidez del espíritu romántico, emprendedor y sistemático de su presidente Miguel Lacoma, con quien compartirá tantas aventuras. Si los hermosos artículos de prensa de Miguel publicados en El Cruzado y el Noticiero Universal de Barcelona y sus programas de radio en la incipiente emisora de onda media de Radio Juventud de Barbastro, alimentaban el espíritu aventurero y excursionista de cualquiera, la compañía de Lacoma, en tantas largas travesías, meticulosamente preparadas, recorriendo vías y pasos nunca frecuentados, fueron para Pepe Broto su mejor universidad.
Los escenarios más diversos serán testigos de la presencia de Pepe. Junto con el grupo de pioneros, seguirá los pasos y las enseñanzas de los escaladores del Regimiento Militar, frecuentando las paredes de Estada, Olvena y Valcheladas, convertidas en primitivas escuelas de escalada.
Descubriendo el barranquismo
La afición por los “gorgos”, las grandes badinas de nuestros ríos que se formaban el comienzo de las gargantas y cañones, era recurrente. En el rio Vero trataba de conseguir información de pastores, “aniseros” clandestinos y contrabandistas, sobre los accesos a aquel formidable cañón. Y el cuatro de octubre de 1953, junto con cuatro compañeros, se metió en la garganta, en sentido contrario al de las aguas, realizando mucho antes que lo hicieran los franceses lo que pudo ser una primera “integral”. Lo recuerda como “uno de los mayores placeres”, aunque terminaran el recorrido agotados y en plena noche.
Haciendo montaña, por encima de las dificultades
Los pasos de Pepe en el Pirineo, todavía un entorno hostil, no fueron fáciles. La posguerra fue el momento del restrictivo “salvoconducto de fronteras”, no se podía disponer de la cartografía básica que los topógrafos del Instituto Catastral acababan de levantar, pero que era de “difusión limitada”, sólo accesible a los militares Las guías y reseñas concretas de itinerarios eran pura literatura y difíciles de conseguir. Pero dotado de una notable resistencia y mucha potencia física se lanzó a la conquista de las cimas, por rutas complejas y crestas desconocidas. Pocos secretos tenían para él los grandes valles o las cumbres de los macizos no solo aragoneses, sino catalanes y navarros, a cuya base llegaba por los más rocambolescos sistemas, sin excluir la bicicleta.
Alguna de sus pérdidas fue memorable. Recuerda una mochila que se le cayó por una barranquera inaccesible en la Senda de Cazadores de Ordesa y que se le devolvieron dos años después, localizada cuando buscaban a un holandés despeñado.
Tuvo la suerte de escalar sobre las últimas nieves de la Pequeña Época Glaciar, hoy casi desaparecidas. En sus ascensiones, al cruzar los campos de nieve veraniega, la aprovechaba para frotársela sobre su torso desnudo, por que como decía esto “eliminaba toxinas”. Y si se presentaba algún ibón helado, no le importaba zambullirse, porque como todavía hoy recuerda lo ocurrido en Marboré: “sino te congelas al primer chapuzón, son aguas muy confortables”.
Montañero, a pesar del conflicto
El tránsito por el Pirineo seguía teniendo sus dificultades, debido a los últimos coletazos de los maquis. Recordando sus recorridos clandestinos de aquellos grupos armados por los pasos y cornisas más inverosímiles, reconocía frecuentemente la “aventura montañera” de aquellos guerrilleros. Pero la prevención de la Guardia Civil, en aquellos momentos y en los puestos avanzados como Goriz, la cabaña del Tormo o los hospitales de Bielsa, Gistain o Benasque, incomunicados con sus cuarteles, era evidente. Recordaba Pepe, como una noche, camino del Aneto, en medio de un tremendo temporal de lluvia, intentaron conseguir cobijo en el casi ruinoso hospital viejo de Benasque, siendo rechazados inicialmente por los guardias. Al final conseguirán un lecho en la paja de la falsa, pero acompañados, uno a cada lado por los guardias que dormían abrazados a sus mosquetones. En medio del silencio y la oscuridad, en plena noche, Pepe despertará cortésmente al guardia de su derecha, para advertirle de que retirará “el canuto” que se le metía por su oreja y le hacía cosquillas. Evidentemente el “canuto” era la punta del cañón del mosquetón reglamentario.
En el Aneto, junto a la Virgen del Pilar
La entronización de la Virgen del Pilar en el Aneto, el 15 de agosto de 1956, iniciativa de El Cruzado Aragonés y de Montañeros de Aragón, fue otro momento memorable en sus actividades. Recuerda la presencia en aquella fiesta montañera, de muchos barbastrenses, como Vicente Agraz y su grupo de soldados que pernoctaron en la cima, Luis Paul, Ángel Puyuelo, Antonio Foncillas, Adolfo Franco, los hermanos Fábregas Gine, Merche Broto o Angelita Noguero. Y también recuerda los “chuzos de punta” que cayeron durante muchas horas, en el trayecto de subida entre Benasque y la Renclusa. Desde entonces el Aneto fue una de sus cumbres preferidas, y la ascendió muchas veces y por diversas vías.
El tercer presidente
En los años 60, hasta 1965, transcurrió su etapa como tercer presidente de Montañeros, sucediendo a Miguel Lacoma Mairal. La recordamos bien gracias a los “trípticos” que publicaba periódicamente con la reseña de las actividades sociales realizadas y el programa de las previstas en el trimestre siguiente. Barbastro vive una incipiente apertura al turismo, con su Centro de Iniciativas del que recordamos aquel celebrado slogan “De Barbastro al Pirineo” y Montañeros de Aragón, ha conseguido el derecho a compartir la oficina local de turismo, situada en principio en el Coso y después en la Estación de Autobuses. En una ocasión hubo que suspender la reunión de junta, porque personados en el local, advertimos que Pepe la había convocado por error en el mismo lugar y el mismo día y hora en el que un Colegio Electoral allí situado, realizaba el recuento de votos de uno de los escasos “referendos” organizados por el Régimen. Y naturalmente, lo más prudente fue disolverse.
Broto, junto con Luis Calvo, participó en la publicarán de una preciosa Guía “Barbastro, Puerta del Pirineo”, con descripciones y mapas muy precisos de las principales ascensiones pirenaicas y de Guara. Tuvo mucho éxito y fue muy requerida a nivel nacional. En cierto modo fue una “obra prima” antecesora de la actual avalancha de literatura turística.
La Peña Montañesa, su gran aventura y su “montaña mágica”
Si una montaña ha tenido una predilección especial para Pepe Broto, ha sido La Peña Montañesa. La figura de esa cumbre bicéfala, erguida sobre un vertiginoso acantilado de calizas, dominando los interfluvios de los ríos Cinca y Ésera, suponía para él un atractivo irresistible. La montaña de San Victorián, tenía su leyenda reciente, pues había sido frente militar de la Bolsa de Bielsa en la Guerra Civil y hasta 1952 refugio de maquis y guerrilleros en la posguerra. En la cueva de “Hueso Santo”, una emisora rusa del tipo “Aurora Roja” de 8 watios, alimentada por baterías, transmitió intermitentemente en onda corta hacia los Somontanos, y se podría considerar como antecedente de “Radio España Independiente” “Estación Pirenaica”, que posteriormente y durante 36 años emitió de forma clandestina desde distintos países del telón de acero.
En este impresionante escenario, Pepe descubrió todos los secretos de la Peña. No solo le interesaban las vías normales, sino que investigó entre pastores, carboneros y habitantes de los pueblos más elevados, como San Lorien, Oncins o Ceresa, sobre pasos alternativos, las fajas, las cuevas o los manantiales. Se puede decir que esta fue su montaña más querida. Y más visitada. Muchas veces, partía desde la propia carretera de Bielsa entre Labuerda y Escalona, cruzando la corriente del Cinca, con agua hasta el pecho y la mochila sobre su cabeza. Una forma de alcanzar “directamente” las localidades de Araguas y San Lorien y las paredes de la Peña. Poco a poco se fue identificando con aquellos parajes entonces casi abandonados, como las Feixas de Toro y de Mula, la Selva, los Chinebros, la Espluga del borracho. Y con el pico de la Tuca ¿verdad que parece gemela del Tucón Principal?, decía Pepe mientras comparaba con su brazo extendido las dos cumbres. Hoy ya sabemos, gracias a la abundante información geográfica, que la Tuca tiene 26 metros menos que el pico principal, aunque a simple vista cueste apreciarlo.
La conquista de la Canal Mayor, que rompe el macizo de la Peña Montañesa por el Sur en dos mitades, fue una de sus obsesiones. Ciertamente era un terreno muy complicado, con la dificultad añadida de el papel que esta Canal jugó como triste escenario en la Bolsa de Bielsa de la Guerra Civil Española. En la llamada “segunda ofensiva” del 15 de abril de 1938 ell Batallón de la 72 Brigada republicana que ocupa las cumbres de la Peña, proceden a barrenar las rocas de la parte alta de la pared, cargando los explosivos por la noche y colocando cuatro lanzaminas en la parte más estrecha de la Canal Mayor.
Cuando a la mañana siguiente, en plena ofensiva de la 3ª de Navarra, los dos batallones del teniente coronel Moliner, se adentran escalando la canal, los gubernamentales hacen volar los explosivos que “arrancan cientos de metros cúbicos de piedra que caen desde una altura de 500 metros sobre los batallones nacionales causándoles numerosas bajas y provocando su retirada”. Terminada la guerra, la canal ha quedado casi obstruida por enormes rocas móviles y muchos derrubios y este es el escenario por donde Pepe, pocos años después, tras no pocos intentos, consigue forzar los pasos de escalada de II y III grado y llegar a la cumbre. Claro que, en una de esas ocasiones, no consiguió encontrar la ruta de descenso y tuvo que vivaquear, prudentemente, en la cima.
Ante todo, siempre y en todo momento: ¡soy montañero!
En 1956, con la llegada de Joaquín Torres, se produjo el relevo en la presidencia de Montañeros. Pero la actividad social, de nuestro querido Pepe, en excursiones, campamentos y actos sociales nunca cesó. Y fue asiduo visitante de las pistas de esquí aragonesas, acompañado de su familia, y siempre pertrechado con sus más clásicos equipamientos. Incluso lo vimos, a los 82 años, recorrer a pie el sendero mariano GR 27 en el exigente tramo entre Barbastro y Torreciudad.
Los protagonistas de esta fase histórica de Montañeros, cubren una buena parte del siglo XX, momento en el que se completan los planes nacionales de carreteras de comienzos de siglo y Barbastro se desarrolla, crece e incluso tutela económica y socialmente, en aquel momento, a una gran comarca geográfica que llega desde la Litera hasta Valle de Arán, desde Monegros al Valle de Broto. Estos son los escenarios de las impresionantes montañas pirenaicas, en las que los montañeros barbastrenses desarrollarán durante 75 años, sus inolvidables aventuras deportivas.