Desde hace poco tiempo relativamente, nuevos conceptos inundan nuestra zona de confort cotidiana y léxica, extranjerismos, más concretamente anglicismos y otras expresiones fruto de la globalización están llegando a diferentes zonas de nuestro entorno, como una epidemia lenta que afecta primero a núcleos urbanos y va acabando en diferentes zonas rurales, que no pueden escapar de las tendencias e influencias externas. A pesar de que a alguno, como Arturo Pérez Reverte, le quiten el sueño, esta nueva inmersión lingüística viene cargada de pragmatismo social.
Entre esos movimientos que llegan por tendencia global, de forma genérica y simplista, tenemos desde campañas solidarias, retos virales, concienciación ambiental o campañas de desprestigio político sospechosamente condicionadas.
De todas ellas hay algunos movimientos que plantean un cambio de hábitos, una reflexión y nos dan un punto de vista diferente al que probablemente podamos tener, por lo que es importante tener una mente abierta y asertividad para enfundar o criticar este tipo de nuevas tendencias.
Como ejemplo aprovechando el oportunismo del auge de este tipo de movimientos desde poco más de dos años Carlos Ríos se convirtió en una de las personas más influyentes en España en relación a los hábitos alimentarios, creando un movimiento revolucionario denominado “Realfooding” (Comida Real) que es básicamente es un estilo de vida basado en comer comida real y evitar los ultraprocesados. Es un movimiento que defiende el derecho a una alimentación saludable para la población. Por lo que es un movimiento sano social y de carácter revulsivo, ya que planta cara a diferentes lobbies y empresas multinacionales de la industria alimentaria, que controlan el mercado y tienen poder e influencia para condicionar el consumo de la gente. A pesar de ser coherente, humilde y altruista, no es difícil que Carlos acabe cayendo en las garras de alguna de estas compañías por presión, o acabe creando su propia marca registrada y se sume a ellas.
Sin embargo, anterior a este surge otro movimiento de la mano de Bea Johnson que coexiste con el realfooding y a mi modo de entender debe ir de la mano con él, se llama “Zero Waste” (Cero residuos), enmarcado dentro del concepto de la economía circular consiste en llevar a cabo un estilo de vida sostenible con el medio, aplicando de forma drástica nuestra conciencia ambiental y tratando de minimizar nuestra huella ecológica al máximo, digo drástico, porque en los tiempos que corren hace falta serlo para cumplir con las exigencias que te hace ser un participe activo de este movimiento.
No hay unas directrices claras y definidas, pero según Bea se puede seguir aplicando la regla de las 5 “erres” en el siguiente orden: Rechazar, Reducir, Reutilizar, Reciclar y Rot (haciendo referencia a compostar). Haciendo mucho hincapié en la primera que es rechazar, es decir, evitar generar residuos de un solo uso sobre todo centrándose en los plásticos, es muy complicada de seguir y gestionar en un mundo donde todo viene sobre envasado, empaquetado, recorriendo grandes distancias o proveniente de un cultivo intensivo.
Hay gente que ha aplicado esta forma de concebir nuestros inputs en la vida con cierta filosofía llegando a la no dependencia del plástico Ejemplo de ello son Patricia y Fernando, una pareja que decidió cambiar sus hábitos de consumo en 2015 hasta convertirse en una referencia de este movimiento.
+INFO https://www.youtube.com/watch?v=hpmLHorl4NE
Es muy complicado cambiar drásticamente, por lo que para hacerlo más fácil creo que se pueden seguir una serie de consejos más prácticos y coloquiales para la gente que no está acostumbrada a este tipo de hábitos, si bien estamos acostumbrados a ciertos bienes de consumo que compramos en el día a día y de forma cotidiana como pan, fruta, cárnicos, cereales…
- Para Rechazar basta con plantear nuestras necesidades, evitar un consumismo extremo y analizar la funcionalidad y el uso del bien que se pretende adquirir, parece que es imposible no caer en la maratón de las compras (rebajas, navidades, fechas señaladas, blackfriday, días sin IVA, promociones…) A veces nos sentimos obligados a consumir, la típica tontería, por quedar bien, por obligación, por compromiso… Sin embargo, todos sabemos donde acaban todas esas cosas compradas a última hora. Bajo mi punto de vista pienso que el mejor regalo que se le puede hacer a una persona es el tiempo, si tu dedicas tiempo en algo es lo más valioso que puedes hacer, por lo que los bienes de consumo pasan a un segundo lugar.
- Para Reducir podemos empezar mirando el envase de cada producto, rechazar los embalajes de un solo uso y comenzar a llevar nuestras bolsas de tela o de malla reutilizables que además de ser más cómodas evitan que sude la fruta favoreciendo su conservación. Comprar a granel, (algunas tiendas como “Annona” son pioneras en Barbastro) también comprar la carne, el pescado, el fiambre en tupper que la persona que te atiende no pondrá ninguna pega ya que le ahorras material, deberá estar agradecido y la báscula se puede tarar por lo que el importe será el mismo. Son unos ejemplos básicos entre muchos otros que se puede hacer para generar menos residuo.
- Otro gesto que ayuda mucho es el comprar producto local, ya que a la hora de elegir un vino, no es lo mismo el recorrido que ha hecho un vino francés que uno de D.O. Somontano, siendo que la calidad del nuestro se ve superada, lo mismo ocurre con la fruta y verdura tenemos la suerte de disponer de productos de primera calidad en nuestro entorno.
- Pero aquí debemos tener en cuenta otro factor que es la temporalidad, para ello es aconsejable consumir productos de temporada de esta forma nos aseguramos que no han tenido que exportar esos bienes para introducirlos en el mercado y que el producto es fresco y de calidad.
- Otra acción aconsejable es comprar productos ecológicos, basados en una agricultura sostenible y un comercio justo, pero ¡CUIDADO!, que un producto tenga el certificado de ecológico es que ha sido producido sin la intervención de fertilizantes o pesticidas químicos, nada más. Biológico simplemente quiere decir que no ha sido alterado genéticamente y Orgánico se refiere a los productos en los que no se han utilizado ningún producto químico en su cultivo, ni pesticidas ni fertilizantes. Por lo que hay que analizar el resto de factores anteriormente citados.
Hay mucho engaño con los productos ECO, la legislación no ayuda, ya que es legal poner etiquetas verdes y confundir, para vender más caro, esto es un tema extenso para tratar a parte ya que tiene mucha miga.
La conclusión es que con esta serie de medidas no solo cuidamos el entorno, también la economía local, se impulsan los productos de cercanía y de calidad, apostando por lo nuestro y por las empresas que también respetan la cadena de custodia del producto, se favorece la gestión de residuos al tener menos trasiego de estos y se fomenta una sociedad sana, concienciada y libre.
Al final cambiamos nuestro estilo de vida a mejor, no obstante, estos movimientos son conductas sostenibles individuales y aisladas, por lo que no hay que olvidar que la individualización de un problema sistémico es una estrategia puramente liberal y que es erróneo culpar al consumidor de sus acciones, ya que de esa forma sólo se perpetúa la misma producción capitalista insostenible de la cual se parte.
Es decir son acciones voluntarias, eco-altruistas y consecuentes que se retroalimentan positivamente, es decir, que ejercen influencia, pero no son resolutivas, para abarcar un problema de tal magnitud como es la crisis de la gestión de residuos y sus severas secuelas en nuestra sociedad, para ello hacen falta nuevas formulas y cambiar la ecuación. Pero me quedo con una frase del famoso rapero zaragozano Javier Ibarra que dice:
Si quieres cambiar algo, cambia tú.
Puedes seguir a Alejandro Lisa Buera en:
Linked-in: https://www.linkedin.com/in/alejandro-lisa-buera-13131a95/
Twitter: https://twitter.com/cienciofilo
E-mail: alisabuera@hotmail.com
Aquí puedes leer otros de sus artículos, Especies invasoras