Para reflexionar sobre algunas cosas asombrosas que ocurren en la actualidad (asombrosas para algunos, intrascendentes para otros…) quizá convenga una mirada al pasado y saber qué cosas dijeron y pensaron personas más sabias que nosotros.
Abraham Lincoln definió la democracia como “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, en un discurso que pronunció el 19 de noviembre de 1863, en el lugar donde se produjo la batalla de Gettysburg, entre los Estados del Norte y los del Sur. Una declaración de principios en la lucha por la igualdad de todos los hombres ante la ley, sin discriminación de ningún tipo; la misma lucha que, un siglo después, continuó Martin Luther King y el Movimiento por los Derechos Civiles.
Resulta anacrónico, extravagante y asombroso que, siglo y medio después, el gobierno de un país europeo, y no africano, gobierne para satisfacer y beneficiar a unos pocos, adaptando el Código Penal a su medida (hace unos meses) y dejando a otros ciudadanos fuera de la órbita del Código Penal, mediante unos pactos con los que resultan beneficiados…
Si hace sesenta años la vergüenza «made in USA» era la discriminación de los negros, hoy la vergüenza «made in Spain» es el privilegio de los políticos de una determinada ideología, con la irrupción de una nueva casta social: los intocables.
En la India conocí a los parias y nunca imaginé que, décadas después, pudieran surgir en España «los intocables». Aquellos vestían ropas pardas, de tonos tristes, y rostros humillados; los nuestros son altivos, viajan en coche oficial y perciben sueldos públicos.
Y ¿cuántos españoles se ofenden por ello? ¿Hemos llegado al estado de los «cerebros embotados » que anheló Lenin?
Lincoln escribió a lápiz esta reflexión en un libro: People who like this sort of thing will find this the sort of thing they like (Las personas a las que les gusta este tipo de cosas encontrarán que este es el tipo de cosas que les gusta) La intención, o el significado, de la reflexión de Lincoln ha generado muchos análisis y controversias.
Humildemente creo que Lincoln se inspiró en una frase de Tito Livio que, en 2003, me enseñó el latinista y canónigo D. Joaquín Ferrer; también me la escribió en un libro, en el bar Pirineos, en una distendida charla sobre política local: Liberter homines id quod volunt credunt.
Los hombres creen gustosamente aquello que les gusta.
Lincoln…, Lenin…, Tito Livio, y D. Joaquín Ferrer ayudan a explicar lo inexplicable… para algunos, claro.