Conversando con amigos en una de esas veladas en las que hablamos un poco de todo, quise abrir algo de debate acerca de algunas preguntas que muchas veces me he hecho: ¿qué se entiende por felicidad?, ¿de qué o de quién depende cuando decimos que somos felices? ¿Tiene que ver el concepto de felicidad de antes con la interpretación que ahora se hace de esta palabra?
Tal vez sea una percepción muy particular, pero yo me crie en una familia donde sin oír hablar tan siquiera de este vocablo, era perfectamente consciente de que una sensación satisfactoria se lograba cuando uno cumplía con sus deberes y mediante buenas prácticas de convivencia y relaciones interpersonales saludables. Todo eso ayudaba a crear mejores condiciones de vida. Me enseñaron a participar de las tareas domésticas y me inculcaron el hábito del estudio y el esfuerzo, basado en la perseverancia y la disciplina. Me transmitieron que todo lo que uno se proponía en la vida, objetivos o metas, se conseguía trabajando. Esa cultura del esfuerzo es lo que te hacía sentir bien. Reitero que no se hablaba de felicidad, término que hoy se escucha constantemente en los jóvenes y que me da la sensación de que está un tanto sobrevalorado.
Mis padres nunca me preguntaron si era feliz, ni a mí se me ocurrió cuestionarme si ellos lo eran. Veía, por el respeto que se tenían y por su capacidad de cuidar a sus hijos y protegernos, que me movía en un ambiente sano para poder desarrollarme como una persona equilibrada. Siento, por todo esto, que no me faltó su cariño.
Volviendo al tema de la felicidad, los jóvenes de hoy en día se llenan la boca con esta palabra. Parecen ansiosos en querer encontrarla y la persiguen sin saber que esta sensación de bienestar no está reñida con la tristeza, con la angustia, con la incertidumbre, con el miedo que todos experimentamos. Las rupturas matrimoniales son cada vez más frecuentes porque no se sienten satisfechos con esa relación. También, a pesar de ser una generación hiperconectada con los demás, cosa que redundaría en una mayor socialización con otras personas, las conexiones no siempre son satisfactorias e incluso se pueden tachar de superficiales.
He querido buscar soluciones a la pregunta ¿qué es la felicidad? con las respuestas que dieron, en su momento, los clásicos. Aquí dejo algunas de ellas:
Para Tales de Mileto “La felicidad del cuerpo se funda en la salud; la del entendimiento, en el saber”.
Aristóteles decía que “Bastarse a sí mismo es también una forma de felicidad”.
Jean Paul Sartre argumentaba que “Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”.
El considerado como uno de los más grandes filósofos, Sócrates, pensaba que “El secreto de la felicidad no se encuentra en la búsqueda de más, sino en el desarrollo de la capacidad para disfrutar de menos”.
Henry David Thoreau, filósofo estadounidense, establecía un paralelismo con las mariposas, diciendo que “La felicidad es como una mariposa, cuanto más la persigues, más te eludirá. Pero si vuelves la atención a otras cosas, vendrá y suavemente se posará en tu hombro”.
Me da miedo pensar que en esta sociedad actual queremos interrumpir realidades que no se pueden evitar, como la tristeza, la ansiedad, la frustración, cierto grado de estrés, ya que no queremos salirnos de la regla estricta de ser feliz, porque nos convencemos de que estamos aquí para vivir y que ello implica sólo ser feliz. Pero como si cogiéramos en nuestras manos un puñado de arena y al agarrarla se nos fuera por entre los dedos, la felicidad también se desvanece porque tal vez sea efímera. Así que será mejor que seamos conscientes de que esta palabra a la que queremos aferrarnos no va a ser una constante siempre y la enlazaremos con un momento y después con un recuerdo. La felicidad no será el puerto al que llegamos, sino el cúmulo de lo recorrido.
Acabo con esta frase de Confucio “Quien pretenda una felicidad y sabiduría constante, deberá acomodarse a los caminos”.
6 comentarios
Me ha encantado tu articulo sobre la felicidad, nuestra generación tuvo una infancia feliz, nuestra vida estava basada en el esfuerzo y despues del esfuerzo físico o psíquico la recompensa es “ ser felić “
Moltes gràcies Gemma!!!!
me ha gustado mucho la manera de como explicas que si uno se lo propone puede ser un poquito más feliz , pero cuesta!!!
A veces olvidamos ser felices porque estamos tan absortos en una vida egoísta y vacía de ilusiones, que la felicidad pasa por nuestro lado y la dejamos escapar. Dichoso el que se da cuenta, para y disfruta de ella.
Muy acertado tu comentario, Isabel. Sí que hay que parar y abrazar esas sensacionessatisfactorias que pasan a nuestro lado y que algunas veces dejamos escapar.
Gracias por tu comentario. Hay que proponérselo y disfrutar de esos momentos que la vida nos regala.
Gracias, Encarna. Tenemos que esforzarnos y no dejar pasar esos momentos tan importantes que seguro que, en ocasiones, nos acompañan a todos.