Es verdad que los refranes aconsejan y ayudan al buen comportamiento, a las buenas maneras y a respetar las tradiciones.
¿ Qué íbamos a hacer los montañeros de Tarbes y Barbastro en un fin de semana perfectamente organizado si los nubarrones de tormenta amenazaban…?.
Está claro, íbamos a seguir el plan previsto pues los lazos que nos unen son muy fuertes.
El fin último de la Rencontre es el deporte pero como en todas las facetas del montañismo llevamos el ADN social y de convivencia.
Esta vez la cita era en Francia y el viaje para los españoles un poco largo y tenebroso en el momento de cruzar la frontera. Diluviaba el sábado en lo alto del valle de Tena aunque descendiendo el Portalet se abrieron algunos claros y dejó de llover.
¡Vaya aperitivo delicioso transitar los puertos de Aubisque y Soulor antes de llegar a la cita!.
Y vaya recibimiento tuvimos al acercarnos junto a la mesita surtida de de café, té, pastas y croissanes. Antes de empezar se calentaba el ambiente con tanto afecto en forma de abrazos y besos.
Pero… ¡ay!, comenzaba a llover y comenzaban las dudas. Algunos rehusaban caminar y debatíamos los pros y contras nada más empezar.
Unos dudaban pero otros, la mayoría, sacamos los paraguas, capas y chubasqueros y a pesar del agua se impusieron las ganas de franquear los límites de este maravilloso Parque Nacional de los Pirineos en una fila multicolor de paraguas subiendo el alto valle de Azun hacia el refugio Ledormeur.
Los organizadores propusieron un paseo hasta el lac de Suyen y a pesar de que el paraguas impedía ver a lo alto, contábamos cada uno de esos enormes abetos tan gruesos en la base pero tan afilados en su ascenso recto hacia el cielo en más de treinta metros. Hacían pensar en magníficos mástiles de navío conformando una flota de bajeles navegando la extensa alfombra de musgo y helechos. Anduvimos hora y media intentando no perder detalle del inmenso paisaje pero con miedo al alzar la vista pues había piedras y mucha agua a nuestros pies.
Dábamos por bueno lo vivido y nos entregábamos bajo un porche protector al banquete que surgía de las mochilas.
Una vez en el hotel había tiempo de una pequeña siesta y luego Josiane Mornettas nos mostraba ese santuario de Pouey-Laun una vez hubiera acabado de llover para seguir la visita en Aucun y su barranco que antaño jalonaban antiguos molinos.
Caía la noche y en horario francés ocupábamos las mesas de comedor para disfrutar de una cena cuyo broche era, ¡Cómo no ….!, el maigret de pato que tan rico sabe siempre.
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Por desgracia las previsiones para el domingo eran malas y se cumplieron al finalizar el desayuno del domingo.
Hubo cónclave y las decisiones, muy meditadas, nos llevaron a Argelès Gazost para disfrutar de una mañana de emociones en un parque dedicado a un concurso canino en el que pudimos disfrutar de desfiles frente al jurado que premiaba a los mejores ejemplares de perros pastores Patous o a la gymkana alocada de unos perritos que saltaban, subían rampas o se columpiaban a toda velocidad junto a sus adiestradores.
De nuevo en Francia era buen momento para conocer los balnearios típicos del siglo XIX.
Y casi sin darnos cuenta pasó la mañana entre paseos por unas calles que para los españoles eran diferentes pero muy bellas. Argelès y su micro-clima beneficioso hicieron salir un sol brillante entre distintos niveles de nubes que flotaban como queriendo llenar la profundidad de este valle.
Una pequeña visita a Arras-Lavedan y su Casa de las Artes antes de subir al albergue de Mont de Gez para disfrutar de nuevo sentados a una mesa de hermandad.
Nunca dimos el fin de semana por perdido y el balance no pudo ser mejor.
Saciamos las ganas de vernos y celebramos con satisfacción el rito de hermanamiento que nos une hace más de veinte años.
No quisiera acabar sin enviar un beso muy fuerte a Marie Gauzente para que tras su enfermedad podamos estar junto a ella muy pronto pues es una compañera de las más leales a las citas de la Rencontre.
¡Va por ella…!
3 comentarios
Faustino, como bien dices, la crónica pretende revivir esos momentos felices. Si esa lectura os resulta agradable, a mí, como autor, me llena de satisfacción.
Bien,Pedro sigue así pues nos encantan tus escritos en todas las facetas
Una vez más, crónica impecable del encuentro y lo agradecemos porque revivimos otra vez esas emociones con los amigos franceses.
Gracias Pedro.