El final del estado de alarma después de 99 días, ha dado paso casualmente en el hemisferio norte, al solsticio de verano, pero este no va a ser un verano normal.
Las temperaturas elevadas han hecho su aparición de forma repentina de igual forma que los temporeros y los viajeros de otras comunidades que durante este pasado fin de semana se han acercado a nuestras comarcas y provincia, ansiosos por visitar a sus familiares y reencontrarse con sus vecinos en segundas residencias o pasear y hacer turismo por los privilegiados enclaves de los que disfrutamos. Todos son bien recibidos porque de ellos depende la supervivencia de algunos sectores de nuestra economía, la agricultura, el turismo, pero no podemos evitar el recelo o miedo que supone ese transitar de personas venidas de fuera después de estos meses de estricto confinamiento, donde la pandemia se ha hecho presente con discreción en nuestro entorno más inmediato.
Todavía con un nudo en la garganta recordamos a aquellos que no pudieron superar la Covid 19 y a sus familias, a los que han sufrido la enfermedad y han sobrevivido con secuelas y a todas esas personas y colectivos esenciales, que han luchado y siguen todavía en primera línea trabajando frente a la enfermedad. Como ciudadanos debemos mostrar nuestro agradecimiento comportándonos de forma responsable.
No podemos cometer el error de olvidar tan pronto, porque el virus no se ha marchado todavía. Estamos inmersos aún en una crisis sanitaria de futuro incierto que nos obliga a estar alerta y a respetar y cumplir las medidas que dicta Salud Pública. A priori, las recomendaciones básicas son muy sencillas: higiene de manos, distancia social de 1,5m. o uso de mascarilla si no puede garantizarse esa distancia. Debemos apelar a la responsabilidad individual y colectiva de nuestra sociedad porque de ello y de la llegada de la vacuna y nuevos tratamientos dependerá la evolución y superación de la enfermedad.
Nuestra sanidad pública y universal ha estado a la altura y ha afrontado esta crisis de manera ejemplar. Nuestra provincia y comunidad está mejor preparada sanitariamente para acometer y controlar un nuevo pico, si lo hubiera, pero no debemos obviar la responsabilidad diaria de cada uno de nosotros, en nuestro entorno familiar y de vecindario, en el laboral y en el social, donde nos cuesta más seguir las recomendaciones. El virus por si sólo es inofensivo, necesita de nosotros para desplazarse y provocar la enfermedad.
Se están haciendo esfuerzos importantes para la apertura de residencias de mayores y centros de día, para adaptar los espacios y establecimientos públicos y privados a las medidas de protección y seguridad decretadas. Seamos de nuevo respetuosos y cumplamos las indicaciones para sentirnos tranquilos y seguros intentando aceptar y adaptarnos a esta nueva forma de vivir. Algo debemos haber aprendido de esta crisis sanitaria, social y económica que de forma inesperada paralizó el mundo.
Uno de los mejores homenajes que podemos hacer a los que perdieron la vida a causa de esta enfermedad es un comportamiento cívico, responsable y ejemplar, y eso está en nuestras manos.
Confiemos en que los responsables técnicos y políticos estemos también a la altura de las actuales circunstancias y trabajemos juntos en la única dirección posible y con un objetivo claro para que esa “nueva normalidad”, sea una realidad cuanto antes.