Somos vulnerables a los nuevos tiempos, a la tecnología, estamos siendo bombardeados cada día por miles de estímulos, siempre en la luz del foco, moldeables como plastilina, obedecemos al criterio de la necesidad impuesta o adquirida por nuestro subconsciente, para satisfacer nuestro deseo o instinto consumista obedeciendo a los intereses individuales u oligarcas de una élite corporativa.
Además de ser conscientes de nuestras cadenas, podemos aplicar unos consejos útiles para seguir supliendo nuestras necesidades acorde a unos criterios objetivos y prácticos de sostenibilidad a tener en cuenta en nuestro día a día.
Para que un producto sea sostenible, no solo debe tratarse de un producto con huella ecológica reducida, y que mantiene un cierto respeto hacia el medio ambiente, sino que también tiene en cuenta un carácter social, favoreciendo un consumo ético en cuanto a comercio justo.
He estructurado un orden práctico a seguir, según a lo que considero más relevante, aplicable prácticamente a todos los bienes de consumo pero orientado a los productos de alimentación.
- ENVASADO:
Es el más sencillo de controlar, es superfluo, se observa a simple vista y simplemente con una serie de cuestiones internas podemos saber el criterio de sostenibilidad que se ha aplicado, muy recomendable hacerse estas preguntas, más aún si no se trata de una compra esporádica y es una compra habitual
¿Qué residuo y de que naturaleza (plástico, papel, orgánico…) voy a generar tras consumir este producto?
¿Está justificado el sobre embalaje o empaquetado de ese producto?
¿Es necesario?
¿Cómo se podría evitar?
Tras esas preguntas debemos valorar si nos compensa a nivel personal cambiar la compra o modo de compra, los argumentos más comunes para evitar este cambio suelen ser la comodidad, la falta de tiempo, el coste o el desconocimiento. Juguemos al cambio.
Ahora entramos a analizar las características de ese producto y cómo puede influenciar en ello su sostenibilidad, su huella.
- ORIGEN
Ya que comprando local y de temporada, disminuyes la huella, ayudas a la economía local y nacional y generas riqueza entre tus vecinos.
No te dejes engañar por los rótulos, ni las marcas debes leer la procedencia del producto como por ejemplo:
En este caso de lentejas “La Asturiana” procedentes de USA.
O por ejemplo con esta paletilla de “Ternasco de Aragón”:
Comprar local no solo es sostenible, es ético y social. Se ayuda a la recuperación del poder adquisitivo, que va ligado a la exigencia de un precio justo de la producción en origen, así pones fin a la especulación y el control del mercado por parte de unas pocas empresas (a menudo procedentes de sectores ajenos), que tanto daño hacen al sector ganadero y agrícola.
- TIPO DE PRODUCTO
Existe una serie de productos y servicios que desde un punto de vista ambiental tienen una peor acogida y aumentan considerablemente la huella ecológica, para ello podemos re preguntarnos de nuevo está pregunta siempre que hagamos cualquier tipo de consumo.
¿Es necesario?
Además consumir de temporada, crea una estacionalidad alimentaria que fomenta un consumo rico y variado además de sostenible.
Hacer una reducción del consumo de carne, pescado y procesados conlleva una serie de beneficios ambientales, saludables y éticos pero es una elección libre y personal que tiene que ver más con hábitos y estilos de vida que con pautas de consumo
- COMPROMISO SOCIAL
Un compromiso social referido al consumo de un producto no tiene porque ser un producto cuyo beneficio va ligado a una obra social, eco-altruismo o la beneficencia, simplemente consumiendo bienes de “comercio justo”, nos aseguramos de que los trabajadores encargados de la elaboración han sido beneficiados de un salario digno por su trabajo.
Además el simple hecho de elegir, ya supone un importante compromiso social, por ejemplo si viajamos a cualquier ciudad europea y queremos tomar un café, tenemos la opción de ir a una cadena de Starbucks o a un bar local, a pesar de que el resultado es el mismo, y muchas veces el precio también, el simple hecho de elegir un sitio frente a otro tiene importantes repercusiones sobre la economía local y el pequeño comercio siempre más vulnerable y castigado por las grandes superficies.
- ETIQUETADO
Después existe una gran confusión entre diferentes conceptos que definen el producto como, biológico, ecológico, compostable, sostenible, orgánico… Por lo tanto nos hace dudar considerablemente.
Tras haber tenido en cuenta los criterios de envasado y origen previamente podemos analizar los criterios de sostenibilidad del producto, simplemente quiere decir que tienen la capacidad de certificarlo por una entidad externa conforme a unas prácticas sostenibles, que no siempre significa que sean mejores por tener este certificado, pero si nos asegura una serie de requisitos.
No confundir con productos que ponga “Green” “Eco” “Friendly” “Natural”, en los que salgan corazones, arboles o embalajes verdes, ya que simplemente se trata de una estrategia de marketing más propia del “Greenwashing” que de una conciencia real implantada en el ciclo de vida del producto. Por lo que no significa nada en realidad, no tienen no implican certificación ni sello.
(Ninguna de estas catalogaciones implica que se trate de un producto local o de cercanía.)
Orgánico Significa que no han utilizado productos químicos como pesticidas en su producción. Es más común su uso en Inglaterra y Francia (Organic food)
Biológico Significa que no han sufrido manipulación genética, es decir, no han alterado su ADN para obtener ese producto.
«Un producto BIO puede ser no ECO pero sí libre de transgénicos”
Ecológico Se produce según la normativa europea y hace referencia a la ausencia de intervención artificial (pesticidas, herbicidas, antibióticos, hormonas…)
«Orgánico puede ser un producto con filosofía ECO (no pesticidas y aprovechamiento óptimo de los recursos) pero puede conllevar el uso de transgénicos. Estos productos no pueden tener la certificación ECO»1. (Gloria Vázquez Sacristán, Telva)
Un 9 % de los consumidores compra exclusivamente ecológico, un 33 % lo hace al menos una vez al mes (GfK-Foco estrategia. MAPAMA. 2016).
Pero… ¿Qué hay de cierto en esto?
Pues no mucho la verdad, resulta que en agricultura ecológica se utilizan pesticidas y fertilizantes. Pero únicamente los permitidos por el *REGLAMENTO (CE) no 889/2008 DE LA COMISIÓN de 5 de septiembre de 2008. *https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=DOUE-L-2008-81848
Donde se establece según el Anexo I Fertilizantes y acondicionadores del suelo mencionados en el artículo 3, apartado 1 y según Anexo II Plaguicidas y productos fitosanitarios mencionados en el artículo 5, apartado 1.
Estando totalmente permitidas las sales de cobre como fungicidas, el sulfato de aluminio para prevenir la maduración de los plátanos, el permanganato potásico como bactericida, el espinosad como insecticida o el gas etileno para la aceleración del proceso de oxidación de la piel en frutas (desverizado).
Vale es cierto que están prohibidas sustancias tan nocivas como el Lindano o el DDT pero no se está dando una transparencia clara y difusa de lo que conlleva una producción “Ecológica”.
La presencia de estos químicos en el medio están suponiendo graves problemas al medio ambiente, como por ejemplo el insecticida Imidacloprid en las abejas3 (Diego Riaño Jimenez, 2016).
Esta práctica habitual, junto con la ganadería intensiva que está contaminando la mayor parte de los acuíferos por la percolación de nitratos procedentes de los purines es uno de los principales problemas medioambientales en Aragón, que traerá cola, ruina y hambre en un futuro no tan lejano, si se continúa con este ritmo.
Por ello a lo que voy, es que creo, que tampoco hay que dejarse seducir por la etiqueta ni la marca, ni pagar sobre costes por productos con una “certificación ecológica”, que obedece más al marketing que al compromiso ambiental. Es por eso que he intentado reflejar una relevancia significativa en función al orden. Por eso puse en el quinto lugar el criterio que me parece menos relevante a la hora de realizar un consumo sostenible, que es el etiquetado.
Si se tiene conciencia ambiental y criterio ético es fundamental no caer en la trampa del “Greenwashing”, para seguir una serie de pautas y llevar a cabo una vida cómoda, pero siendo más acorde a nuestra esencia de sentimiento e identidad, aunque muchas veces es agotador y frustrante el descubrir que muchos de los esfuerzos que se hacen a título individual en materia de sostenibilidad o bien son erróneos, o bien son insignificantes.
Sin embargo, plantarle cara a las circunstancias, es el primer paso para tener y mantener una luz propia , que al fin y al cabo es en lo que se basa todo, tener una luz que se mantendrá fulgente, mientras haya pasión por lo vivido, ambición, fruto del inconformismo, picardía, fruto de la malicia y lucha fruto de la injusticia.
“Estamos en la obligación de transitar hacia otro modelo de producción y consumo que sustituya los canales largos de distribución, como el modelo de centro comercial, por otros canales cortos, como la agricultura local y ecológica.” (A. Garzón, Ministro de Consumo)
Bibliografía:
1) Gloria Vázquez Sacristán, TELVA, Junio 2018. https://www.telva.com/fitness/2018/06/26/5b30a3e4e5fdea2b0a8b45b4.html
2) Caracterización de compradores de productos ecológicos en canal especializado, julio 2017
3) Diego Riaño Jimenez y Jose Ricardo Cure, Efecto letal agudo de los insecticidas en formulación comercial Imidacloprid, Spinosad y Thiocyclam hidrogenoxalato en obreras de Bombus atratus, 2016 (Hymenoptera: Apidae) https://www.redalyc.org/jatsRepo/449/44947539029/html/index.html
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