Vamos a empezar por el principio. Antes de construir un pozo es imprescindible contar con un protagonista, al que se nombra muy poco, y sin el cual sería imposible tenerlos.
Estos protagonistas han tenido muchos nombres pero los más conocidos son rabdomante, zahoríes o radiestesista. Personas que con una simple rama de olivo o de cualquier árbol en forma de Y y un péndulo, eran capaces de hacer “magia” y encontrar las venas de agua, su caudal y en ocasiones, su profundidad y potabilidad, aunque esto último solo he oído hablar de un monje capaz de hacerlo. Yo esto ni lo afirmo ni desmiento, puede ser. La mente humana es capaz de hacer cosas para las cuales la ciencia no tiene explicación. Aunque la mayoría no sabían ni saben.
Los que utilizaban un péndulo solían usar para ello un anillo o el reloj de bolsillo con cadena, el que tenía claro. Años atrás era una piedrecita con cordel.
Encontrar agua no tiene ningún secreto, siempre y cuando uno tenga la suficiente sensibilidad de percepción de estas energías y mucha práctica. Aunque encontrar una vena, que no esté muy profunda, con caudal suficiente y además apta para beber, ya es más complicado.
Tener la suerte de encontrar una vena de agua con todos estos requisitos y que en tiempos de sequía no se secara, era lo ideal. Aunque generalmente en la mayoría de los pozos que he estudiado, que son muchos, buscaban cruces con varias venas procedentes de distinta dirección, para así poder mantener un caudal estable todo el año.
El problema era que el agua de una de esas venas fuera molla, blanda o salada, como comúnmente se decía, pues contaminaba las otras potables.
Al hacer el pozo siempre se profundiza por debajo de la vena de agua para tener un remanente y aprovechar la salida natural de agua de la vena para que haga la función de sobrecedero, para mantener el nivel. Pero si el terreno inferior a la vena de agua es muy permeable el agua se filtra y desaparece.
En la antigüedad raro era el pueblo que no contara con algún zahorí. Hoy se sigue usando este método para encontrar agua, normalmente con varillas metálicas en forma de L y un péndulo.
Ahora se sabe perfectamente que los instrumentos, ya sean de ramas de árboles, varillas o cualquier otro material, se mueven según la ciencia, por pequeños impulsos nerviosos que manda el cerebro. Al interactuar con la radiación que produce el agua en su andadura con la tierra o roca, el caudal depende de la circunferencia y velocidad del péndulo, a mayor radiación mayor velocidad, mayor circunferencia y por tanto mayor caudal. La profundidad y potabilidad es más complicado, aunque no imposible, ya que depende del nivel de radiestesia de cada persona y cada uno lo hace a su manera. Antiguamente dejaban caer monedas de cobre al suelo hasta que el péndulo se paraba. Cada moneda equivalía a un metro, contaban las monedas y sabían los metros, pero luego se dieron cuenta que todo era una programación mental. No hacían falta monedas, se podía contar mentalmente, aunque por supuesto las mediciones son aproximadas y los errores también existen.
En el Somontano hay cientos de pozos por todos los sitios. La mayoría enronados o desaparecidos, otros todavía sobreviven. Algunos incluso dentro de las casas.