Marta se levanta a las 7 de la mañana entre bostezos rodeada por almohadas y mantas maldiciendo a su despertador. Amira lleva ya tres horas despierta, sin ninguna alarma para recordárselo. Marta abre su armario y se viste con su falda favorita y una blusa corta muy colorida, después se dirige a la cocina a desayunar lo que sus padres le han dejado preparado.
Amira lleva un velo que la tapa de los pies a la cabeza y no deja que sus ojos trasmitan ninguna emoción, ella solo viste de negro y con ropa muy ancha, se dispone a preparar el desayuno para toda su casa. Marta entre resoplos y protestas coge su mochila y se dirige al instituto caminando mientras con su teléfono y auriculares escucha música de sus artistas favoritos. Amira no tiene permitido salir de casa por sí misma, y tampoco está bien visto, ha de ir acompañada para no recibir miradas de odio en cada esquina que cruza.
Marta, como cualquier adolescente, pasa 6 horas al día sentada en su pupitre, junto con muchos compañeros y compañeras, estudia idiomas, ciencias, historia…Durante esas 6 horas en clase, toma apuntes y escucha todo lo que le dicen atentamente.
Amira no sabe ni leer ni escribir puesto que nunca ha tenido acceso a una escuela.
Marta acaba el instituto agotada, ese día había sido muy estresante porque había hecho un examen, a la salida se junta con todos sus amigos, quienes van a abrazarla y le entregan un regalo, hoy era su cumpleaños, abre al pequeña caja que le han regalado y se encuentra con un collar con la inicial de su nombre, le parece un detalle muy bonito y digno de agradecer. Amira también cumple años hoy pero su único regalo es un moratón que apareció como castigo en su brazo derecho hace unos días por no haber acabado de limpiar la casa antes de que su marido regresara.
Marta llega a su casa cansada, abre despacio la puerta con su juego de llaves para encontrarse con sus hermanos y sus padres que la reciben junto con toda su familia con un pastel de chocolate y nata hecho por su abuela, que era su preferido, todos se reunieron alrededor de la mesa para comer mientras compartían conversaciones llenas de anécdotas y chistes y al terminar cantaron cumpleaños feliz mientras Marta soplaba las velas que decoraban el pastel pidiendo secretamente que sus padres la dejaran ir con sus amigas a casa de José, el chico que le gustaba.
Amira por su parte, tenía toda su atención puesta en alimentar a sus hijos, posiblemente aquel fuera el mejor momento de todo su día. Estaba pensando en que ojalá sus hijas corrieran mejor suerte que ella y tuvieran la oportunidad de valerse por sí mismas, que no estuvieran bajo la tutela de ningún hombre.
Marta había quedado con sus amigas por su grupo de mensajes para esa misma tarde ir al cine a ver una película y tomar juntas un helado mientras posiblemente criticaran a algunos de sus compañeros de clase y se contaran los últimos cotilleos. Amira esa misma tarde tenía permiso para ir al mercado a comprar, pero sabiendo que tenía que volver antes de que el sol se escondiera y no debía dirigirle la palabra a nadie, sería acompañada en todo momento por su marido y debía quedarse siempre tras su sombra, pues en el caso contrario ya sabía lo que le esperaba. Marta tenía la esperanza y la ilusión de algún día tener la posibilidad de estudiar biología y así convertirse en la mejor investigadora del siglo, esperaba ansiosa el momento de poder ser galardonada y reconocida por sus aportes a la ciencia y que su nombre apareciera en los titulares de miles de periódicos y por qué no, algún día en los libros de texto de los colegios.
Amira tenía asumido y sabía de sobra que nunca la iban a conocer por ningún otro nombre que no fuera “esposa de…”, “hermana de…”, “hija de…”.
Marta pasó el resto de la tarde intentando constantemente convencer y persuadir a sus padres para que la dejaran ir a casa de José, pese a todos sus esfuerzos, sus padres no cedieron y Marta muy enfadada se dirigió a su habitación y se encerró pegando un ruidoso portazo, se tumbó en la cama y empezó a escribir a sus amigas por medio del móvil para quejarse de la reacción de sus padres y avisarlas de que en esa ocasión no podrían contar con ella.
Amira en esos momentos llevaba 3 horas encerrada también en su habitación, su esposo se encontraba en el salón con más hombres y tenía terminantemente prohibido salir sino era llamada para servirles, y claro que, en caso de que esta situación llegara a darse, debía de hacerlo siempre tapada y callada.
A Marta acabó por pasársele del todo el enfado unas horas más tarde y decidió ir hacia el salón para pedir perdón por haber reaccionado de tan malas maneras ante la negativa de su familia a dejarla salir, después, una vez se solucionó el conflicto, se sentó al lado de su hermano para seguir viendo una serie que tenían a medias y ambos estaban ansiosos por terminar. Amira seguía en su habitación, posiblemente se tuviera que quedar allí unas cuantas horas más, y por muchas ganas que ella tuviera de salir, no se atrevía a hacerlo.
Marta se fue a dormir muy tranquila, sabiendo con total seguridad que el día siguiente sería igual, y el siguiente también, y los siguientes serían parecidos y antes de cerrar los ojos se le pasó fugazmente por la mente la idea de agradecer por su día, por tener a su familia y amigos, por poder ir cada día a la escuela y recibir tanto cariño con las que convive…
Amira tiene serias dudas acerca de que esa noche sea capaz de pegar ojo, pero mientras tanto, se queda mirando el techo inquieta, sabiendo con total seguridad que el día siguiente sería igual, y el siguiente también, y los siguientes serían parecidos. Ella esa noche quiso pedir por un cambio en su vida, o por lo menos por un mejor futuro para las generaciones que vinieran en el futuro.
Tanto Marta como Amira tienen 16 años, y la mayor diferencia entre ellas es su lugar de nacimiento.
Ellas no se conocen y ninguna ha llegado a pensar en tener la vida de la otra. Marta, nació en Zaragoza, de donde es la mayor parte de su familia, en un hospital y rodeada de muchísimas comodidades. Amira, por su parte nació en Kabul, la capital de Afganistán, esta ciudad está actualmente sometida a los talibanes, y Amira se vio obligada a casarse a muy temprana edad con un hombre mayor que ella.
España está entre los 5 países más seguros para las mujeres, y es el destino más seguro para mujeres que viajan solas.
Las españolas tienen derecho a votar desde 1931, actualmente somos iguales a los hombres y se pena a quien comete algún delito de violencia de género. Marta tuvo muchísima suerte y nació con la casi completa seguridad de que sería una mujer libre, que podría decidir por sí misma y estuviese segura paseando por la calle.
En Afganistán, por el contrario, se excluye a las mujeres de cualquier toma de decisiones y de todos los círculos de la sociedad.
Si en España, la situación es así, es gracias a las mujeres que en su día levantaron la voz por todas.
Por eso debemos seguir luchando por las que están calladas, gritar por ellas, y no solo ellas, sino por quienes vienen detrás de ellas. Se podría decir que Marta simplemente tuvo “suerte” y por el contrario el destino de Amira estuvo claro desde que nació, y la mayor diferencia entre ambas son esos 7726,4 km que las separan.