La población de Costean está de enhorabuena. Entre su censo ya figuran dos vecinos muy especiales, Marius y Razvan, hijos de los nuevos pobladores Irina y Corneliu, oriundos de Moldavia.
Su nacimiento, el 10 de marzo en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, se ha celebrado con gran júbilo y con una fiesta de bienvenida el domingo 16 en el local social con la que sus padres quisieron presentar a sus hijos y agradecer a la población el trato recibido desde su llegada.
La alegría no es para menos, ya que Marius y Razvan son los primeros bebes que residen en Costean desde hace trece años. “A un pueblo de gente mayor y de mediana edad le hace mucha ilusión que haya dos bebes y niños porque piensan que hay un futuro y el pueblo seguirá. A la gente le ha hecho mucha ilusión”, explica la concejal de Costean Mari Carmen Martínez, quien recuerda que el último nacimiento fue en septiembre, pero a los tres meses la familia se marchó.
Irina y Corneliu eligieron Costean para desarrollar su proyecto de vida
Irina recaló por amor hace dos años y aquí ha empezado “a disfrutar de la vida de pueblo”. Su pareja llegó antes, en 2016. Corneliu compró una casa y la reformó durante sus vacaciones ya que trabajaba por media Europa como ingeniero de telecomunicaciones.
La pareja se conoció por Internet años más tarde
“Yo quería un cambio y estaba harta de trabajar frente al ordenador, quería una vida tranquila. En mi subconsciente tenía la necesidad de vivir en un pueblo, tener un huerto y ser más libre que en la ciudad”, explica esta ex CEO de ventas y de proyectos de desarrollo de una importante empresa.
“Decidimos vernos en Barcelona y yo no sabía si me iba a gustar Costean, pero dimití de mi puesto. Cuando vine aquí me enamoré del lugar y de Corneliu. A los tres días en Costean ya nos fuimos a un huerto junto al barranco a limpiar un trozo de tierra y empezamos a plantar. Sentí que este era mi lugar”, cuenta con emoción.
De momento Irina está centrada en la crianza, pero ya piensa en proyectos con su pareja a desarrollar desde Costean, incluido el cultivo del huerto.
Por su parte Corneliu también dejó el trabajo de “freelance” que le obligaba a realizar múltiples viajes por Europa. Ha comprado algunas casas en mal estado en Holanda, Barcelona y Costean que ha restaurado y que alquila, viviendo de rentas. “Viví 10 años en la Unión Europea en ciudades grandes: Londres, Ámsterdam, Luxemburgo, Madrid, Barcelona, … Un día me cansé y decidí ir a vivir a un pueblo. Busqué durante un año y encontré esta casa en ruinas. Realicé una increíble inversión restaurando las casas y ya no quiero trabajar más. Podemos vivir así sin grandes necesidades”, cuenta.
Ser los padres de los primeros niños en nacer en trece años en Costean supone “una alegría para nosotros y para el pueblo porque aumentará la población. Creo que es el lugar perfecto para que crezcan los niños. Barbastro está a diez minutos, si un día vuelvo a trabajar puedo hacerlo desde casa porque tenemos fibra óptica, así que es un lugar perfecto”, señala Corneliu.
El caso de esta pareja moldava no es único en Costean
En los últimos diez años el censo se ha consolidado superando el medio centenar de habitantes gracias a la llegada de jóvenes que buscan la calidad de vida que no encuentran en una ciudad. “Hay mucha gente de mi edad que se ha cansado de trabajar para empresas grandes y que buscan un pueblo donde hacer su vida, trabajando desde casa, y con más tranquilidad. Yo pensé qué quería hacer con mi vida y decidí que quería vivir en un pueblo sin estrés.
He trabajado como jefe de proyectos grandes, de medio millón de euros, con doce ingenieros a mi cargo y me generaba un enorme estrés. Dije basta y no me arrepiento”. Irina lo corrobora: “Es una decisión grande pero no tienes que acostumbrarte, solo vivir. Cuando estás cansado, aquí descansas, te sientes aliviado y vives con gran intensidad”.