Autor: Agustín Vidaller

Habréis de saber quizá que los antiguos persas aseguraban estar especialmente orgullosos de no mentir jamás. Quiere decir esto que eran los superhombres de la sinceridad o que hacían de sus mentiras cuidadosos juegos de crupier o trilero. Alguien dijo ya en su día que cuando un hombre cree firmemente algo, lo verdadero son las consecuencias de tal certidumbre. Nuestros políticos y nuestros jugadores profesionales de póker podrían hablarnos largamente sobre estas modas del bien pensar. El resto se habrá de conformar con ese torpe balbuceo del que se marca un farol sin que lo embargue la poderosa convicción de…

Read More

Fue la EGB, hace cuarenta años, una manera de finiquitar el analfabetismo en España y redimir al país de las simplificaciones de la Enciclopedia Álvarez. Tras lustros de aritmética para tenderos (que Euclides me perdone) y patrioteras lecciones sobre nuestro pasado de matamoros, se hacía repentinamente urgente que los mocosos se familiarizasen con las teorías de conjuntos y la tolerancia intercultural. A costa de multiplicar el gasto en libros de texto, se abría ante los escolares de entonces un abanico educativo capaz de introducirnos en un mundo que ya iba por la tercera revolución industrial, al tiempo que se pisaba…

Read More

Se respiraba en las tabernas de antaño un cierto aire de irás y no volverás. Entrar suponía ingresar en un ecosistema débilmente iluminado, pletórico de humo, alitosis y olor a sudao, en donde nadie era lo que aparentaba en la calle. Cantidades ingentes de Don Mendo, abundantes carajillos y un consumo inmoderado de Celtas o Ideales componían la dieta de esos que, para bien o para mal, habían hecho de la cantina su cuarto de estar. Aquellos tiempos se caracterizaban por la ausencia de lo que ahora entendemos por vida privada. Internet daba sus primeros pasos en California (allí donde…

Read More

No somos árboles, pero aun así solemos echar raíces. Bajo nuestros pies la tierra aguarda para entregarnos el pan y la sal, obsequio que todo nuevo viajero merece como recibimiento. Nacer es como llegar procedente de un misterioso desierto. Atrás queda el enigma sobre el cual los más sabios prefieren no hacer preguntas. Por delante espera la predisposición al hambre y a la compañía, condición que hará de nosotros animales sociables. Nadie ha elegido el tiempo ni el lugar, pero así como uno mama del pecho materno, lentamente se aficiona a creer que el único mundo posible es aquel que…

Read More