Y entonces, ella descubrió la palabra más bella existente en el mundo. Le bastó oírla pronunciar por las voces más dulces y sinceras que conocía, para comprender que no había sonido que lo igualase. Y así fue cuando escuchó: MAMÁ.
Y ella misma recordó que su cuerpo albergó dos vidas, aquellos que son los únicos que saben cómo late su corazón desde dentro.
Lo comprendió y en voz alta orgullosa, exclamó: SOY MAMÁ