Los gnomos representan al elemento tierra con sus rocas y metales, las ondinas al elemento agua con sus peces o anfibios, los silfos al elemento aire con sus pájaros y las salamandras al elemento fuego con sus insectos como abejas y mariposas.
Los gnomos son los portadores de las ideas del universo, las ondinas son las alquimistas universales, los silfos nos transmiten la música cósmica y las salamandras el amor cósmico. En la relación de un agricultor o un minero con la tierra vemos los gnomos. Cuando se tocan las piedras con una fuente o río vemos las ondinas. En la unión de un animal y un vegetal como la abeja y la flor vemos los silfos.
Y al relacionarse un animal con el hombre como un pastor con las ovejas o nuestra relación con los animales de compañía vemos las salamandras. Cuando los reinos naturales se tocan hay la posibilidad de que los seres elementales se nos manifiesten. La negación de Dios o de la religión no constituye, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual; hoy en día se presenta no rara vez como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo. El desarrollo espiritual precisa poner al hombre en una viva relación con todo el medio que lo rodea. Mucho se habla, hoy en día, de fuerzas naturales; pero de las “entidades” situadas detrás de esas fuerzas naturales se habla bien poco.
Os invito a que en vuestro ámbito laboral y social sintamos la presencia de los seres elementales.
Para que la celebración de la natividad de san Juan Bautista nos otorgue un buen inicio del verano, y a través de sus hogueras, como símbolo de las salamandras elemento de juego y luz que nos habla de purificación, nos traiga una conexión con el mundo espiritual en esta sociedad tan materialista. Y como decía san Francisco de Asís en su Cántico de las criaturas: Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego. Por el cual ilumina la noche y es bello y alegre y vigoroso y fuerte. Para todos: paz y bien.