Bea, ¿Qué fue lo que acaparó tu atención a tu llegada a Brasil? ¿A qué te costó más habituarte?
Aterricé en el aeropuerto de Guarulhos en São Paulo un 26 de Septiembre del 2011. Acababa de celebrar mi boda y me esperaba una nueva vida en Brasil. Mi marido es hispano-suizo brasileño y habíamos decidido comenzar por motivos laborales una nueva etapa de nuestras vidas regresando a su país natal. Estaba cargada de emociones, sentimientos encontrados por dejar mi familia, amigos y mi vida en España, pero a la vez dispuesta a vivir una experiencia de vida que con el paso del tiempo ha supuesto una de mis etapas más felices. Fuimos dos los que cruzamos el charco y regresamos después de 7 años con una niña brasileña llamada Carmen.
Vivimos 4 años en São Paulo, la mayor ciudad del hemisferio sur y una de las más pobladas del mundo, con 12 millones de personas, un ambiente cosmopolita impresionante y una amalgama de culturas que impacta y la enriquecen. Como curiosidad, en São Paulo vive la mayor población nipona fuera de Japón. Quizás la vida y la nueva rutina en esta gran urbe es a lo que más me costó acostumbrarme, el tráfico intenso, las distancias para moverse casi siempre en taxi porque el transporte público está saturado, el cuidado que tienes que tener al caminar por la calle…
muchas noches miraba por la ventana y veía los rascacielos de más 30 plantas y las luces de los apartamentos y pensaba como en una ciudad como ésta tan enorme con tantos habitantes puedes sentir claramente la soledad… impresiona y mucho. Más tarde nos trasladamos a vivir durante 3 años en Londrina (o “pequeña Londres” como se conoce), una ciudad al norte del estado de Paraná al sur del país. Una ciudad relativamente “pequeña” con 500.000 habitantes, con una calidad de vida inmejorable que para sí querrían muchas ciudades españolas.
¿Es cierto que el pueblo brasileño es acogedor y cariñoso?
Si es un estereotipo que se cumple con creces. Brasil está caracterizado por la diversidad. Es un mestizaje racial y por ende cultural. El pueblo brasileño es un “crisol de razas”: los nativos indígenas del amazonas, los colonizadores portugueses y los africanos, los inmigrantes europeos, árabes y asiáticos. El pueblo brasileño es el resultado de la mezcla de razas que hace que en sus genes lleven de forma innata la hospitalidad. Además puedo resaltar en su carácter lo orgullosamente felices que les hace “ser brasileños”. También añadiría que intentan huir de los conflictos y enfocan la vida de una manera positiva y alegre.
Un ejemplo, cuando saludas por la calle a alguien siempre preguntas: “Olá, tudo bem?” (Hola, ¿Qué tal estás?). Y la respuesta, aunque la persona no esté bien ese día siempre es “Tudo bom” (Está todo bien). Con este ejemplo ya te haces a la idea de que son un pueblo que encaran las adversidades de manera positiva.
En cuanto a la comida ¿Hay similitudes con la española?
La verdad es que en este sentido se parece a la española en lo buena que está. La variedad es increíble. Saben comer la carne como nadie en “churrasco” (barbacoa). La picanha es un corte de carne de ternera exquisito. La moqueca (lo que vendría a ser una zarzuela de pescado con leche de coco) es típica del nordeste del país. Poseen una variedad de frutas tropicales inimaginable: açaí, cupuaçu, mango, maracuyá, papaya, guayaba, piña…. El “pão de queijo” (pan de queso hecho con harina de mandioca) que se come junto con un “cafecinho” (café solo) es un clásico en cualquier momento del día. En el día a día, el “feijão” (alubias), arroz y “milho” (maíz) son los ingredientes básicos que no pueden faltar en el menú de un brasileño. El plato nacional es la “feijoada” que vendría a ser el equivalente a nuestra paella del Domingo, pero en este caso se come principalmente los sábados y reúne a la familia y amigos. Esta delicia es un cocido de alubias negras con carne de cerdo, y otras carnes como, costillas, lomo, tocino y longaniza ahumada se
acompaña como con arroz, “couve” (un tipo de repollo), harina de mandioca y naranja en rodajas para dar ese toque de acidez. Otro clásico el “pão na chapa” que es un panecillo que se unta con mantequilla y se tuesta directamente en la chapa y se come en el tradicional “café da manhã” o desayuno). Por otro lado, la gastronomía brasileña está reconocida mundialmente, en São Paulo, se encuentran los restaurantes de los mejores chefs de la alta gastronomía como Alex Atala (D.O.M), Helena Rizzo (Maní), Rodrigo Oliveira (Mocotó), Morena Leite (Capim Santo) y Ana Luiza Trajano (Brasil a gosto).
¿Alguna costumbre brasileña que realmente te sorprendió?
Brasil está en el hemisferio Sur, por lo tanto, el periodo de vacaciones de verano se realiza durante los meses de diciembre a febrero y se cierra con la celebración del Carnaval, muy diferente al Carnaval europeo. Los bloques callejeros son muy divertidos, los desfiles de las escuelas de samba que se dedican todo el año a preparar las carrozas temáticas y los bailes y la visita al sambódromo (instalación destina a dichos desfiles) para verlas en vivo y en directo no deja ni dejará nunca de sorprenderme. En junio, y durante el invierno tropical se celebran las tradicionales Fiestas Juninas (en honor a “São João” o San Juan). Con música típica llamada forró, con danzas tradicionales en cuadrillas, comidas típicas y bebidas como el “quentão” o vino caliente.
¿Qué concepción se tiene en Brasil de los españoles?
Al final los españoles somos europeos y por lo tanto para ellos es “primer mundo” estamos según ellos “más desarrollados” y la verdad que creen que todo lo que viene de fuera es mejor. Pienso que a veces no valoran lo que tienen.
No dejan de relacionar a España con paella y flamenco es el típico estereotipo (además de nuestra famosa siesta), pero también nos ven alegres dependiendo del momento del día digamos que, con humor cambiante, muy directos y duros en la manera de hablar y comunicar. Como curiosidad, São Paulo fue fundada hace 466 años por padres Jesuitas uno de ellos de origen español, José de Anchieta. Así que podría decir que nos tienen bastante cariño.
¿Tu día a día en Brasil era parecido o muy dispar al que vivías aquí?
Era muy parecido, tuve la suerte de poder seguir trabajando desde casa y literalmente “me llevé” el trabajo de aquí, soy Farmacéutica y desarrollo mis actividades para una empresa de medicamentos genéricos con base en Holanda. Desde Brasil gestioné las operaciones con los países de América Latina como Chile, México, Argentina y por supuesto Brasil. Hoy en día, la globalización te permite trabajar desde cualquier parte del mundo. También tuve muchas facilidades pues allí es normal tener personas contratadas que ayudan con las tareas de casa, cocina, limpieza y también para cuidar a los niños. Además, me fue fácil encontrar los mismos hobbies que me gustaban cuando vivía en España, como la práctica de pilates, lo que me permitió continuar con mi rutina diaria.
A los brasileños les gusta mucho estar en forma y practicar deportes al aire libre. Los horarios son similares a los de España, quizás diría que se levantan más pronto para comenzar a trabajar, pero el estilo de vida es muy parecido. Además, durante mi periodo en São Paulo, tenía un círculo de amistades españolas que me ayudó mucho a integrarme y sentirme más en casa. Cuando vives fuera, mantener un vínculo con personas que hablan tu misma lengua y tienen tu misma cultura ayuda mucho en todos los sentidos.
La sanidad, su sistema educativo… ¿Qué tal los vistes?
Brasil tiene uno de los índices de concentración territorial de la riqueza y uno de los niveles de desigualdad social mayores del continente sudamericano. Las desigualdades son más evidentes en las grandes urbes. Si en Brasil quieres un tratamiento sanitario con los estándares europeos, tienes que pagarte un seguro privado de salud (y no toda la población se lo puede permitir). En el sistema sanitario brasileño hay falta de medios y de personal. Sin embargo, sí que puedo decir que el profesional sanitario y la formación que tienen es muy buena, he conocido médicos excelentes y muy capacitados.
En cuanto a la educación, la tasa de analfabetismo sigue siendo alta entre los menores de 18 años y los salarios de los maestros son bajos. Hay grandes diferencias entre la escuela pública y privada lo que genera la idea de que sólo los que pueden pagar una escuela privada tienen una buena educación básica. Sin embargo, puedo decir que existen universidades públicas que están mucho más reconocidas en formación que las privadas. También podría decir en otra línea que es un país donde la burocracia en todos los aspectos está muy presente, lo que ralentiza todos los procesos administrativos y de gestión.
¿Tienen los brasileños implicación política en su día a día, hablan de política?
Si mucho, y abiertamente indican a qué partido político pertenecen y a quién van a votar en las próximas elecciones.
¿Te costó habituarte al idioma?
El portugués tiene muchas similitudes con el español por provenir ambos de la lengua latina. Al principio de mi vida allí, mezclaba muchas palabras en español pensando que estaba hablando en portugués, ellos le llaman “portunhol” que es una mezcla de las dos lenguas.
Luego te das cuenta que es un idioma muy rico y que tiene palabras preciosas que no tienen traducción al castellano. Muchas de ellas las he adoptado en mi día a día por encontrar que tienen mucho más significado para mí. “Saudade” seria “echar de menos” pero va más allá, no implica nostalgia y conlleva una nota de cariño en el anhelo. “Bate-papo” como una conversación rápida y banal. “Cafuné” que sería pasa pasar los dedos por el cabello de la persona amada. “Xodó” alguien o algo al que se le tiene mucho cariño. “Bacana” algo chulo, interesante, bueno… “Cabelereiro” o peluquero (todavía no la sé pronunciar). “Nossa” expresión que denota sorpresa.
¿Su sentido de la moda es parecido al nuestro?
Si bastante. La moda brasileña es mucho más que el bikini. Diría que es bastante femenina y creativa, y siempre lleva asociada notas artesanales en su diseño. Existen grandes diseñadores brasileños que han salido al exterior y desde hace varios años se celebra la San Pablo Fashion Week, referente de pasarela toda América del Sur.
¿Brasil es más que playa y fútbol?
Brasil no es solo fútbol, ni samba, ni bossa-nova, ni Carnaval, ni playas, ni favelas, ni “caipirinha”, también es todo eso y mucho más. Es un país extremadamente rico en variedad cultural y gastronómica, un país con una extensa biodiversidad de fauna y flora territorialmente inabarcable con muchos lugares recónditos todavía por descubrir y explotar. Un país que merece la pena conocer.
¿Qué echas de menos de Brasil?
El clima… allí tienen un dicho y es que «Dios es brasileño», para explicar que tienen un “país bonito por natureza”, es decir bendecido por la naturaleza, y tienen toda la razón. Así es posible explicar la suave orografía de Brasil, casi no se perciben los cambios de estaciones, no hay terremotos, tampoco monzones o ciclones, el sol brilla prácticamente todos los días, pero en cambio llueve por ser un país tropical, a veces mucho y en poco tiempo durante las tardes de verano que parece el diluvio universal.
Puedes ir a las playas tanto del Nordeste como del Sur en cualquier época del año. También echo de menos a mi familia de allí y a las personas, su manera de ser y su afabilidad.
Y de España, ¿qué es lo que más añorabas de nuestro país cuando estabas en Brasil?
Bueno pues parecerá un tópico típico, pero sobre todo la comida de mi madre (su deliciosa tortilla de patatas con patatas de la huerta familiar y huevos caseros) y mi familia y amigos. Cuando veníamos a España, volver a pasear por las calles de Barbastro era un placer, allí sí que te das cuenta que hay que valorar “aquellas pequeñas cosas” que antes por tenerlas más disponibles no sabías lo feliz que te hacían.