Son muchas y muy dispares las opiniones y posturas frente a los transgénicos, cualquier persona sea o no activista / ecologista ha sufrido este debate alguna vez en su vida, ya sea en una asamblea, una cena con la familia o unas cervezas con amigos. Mi decepción llegó a raíz de que la mayoría de argumentos comúnmente usados para tratar estos debates partían de un sesgo de deseabilidad social, con ideas preconcebidas, intuiciones, lecturas superficiales o sin fundamento que acaban cayendo en una especie de “efecto Halo”, que se carece de rigor científico y se retroalimenta con una heurística de confirmación sobre el tema en sí, ya que nos dejamos llevar por información condicionada.
El interés de hacer este artículo surge tras haber tenido varias de esas discusiones, para pretender en primer lugar formarme, y después poder aportar una opinión mas robusta sobre la materia, no para así corroborar mi razonamiento ni para retractarme, simplemente para ganar algo de rigor a la hora de construir y aportar una postura individualizada y propia.
INTRODUCCIÓN
Para hablar debidamente sobre la modificación genética y transgénicos primero hay que conocer la agricultura y como está ha experimentado un largo proceso gradual de evolución y adaptación a los avances y las circunstancias a lo largo de la historia, para así observar que las modificaciones genéticas no son algo tan moderno.
Analizando este periodo en términos muy simples pero a la vez muy concretos se puede desarrollar la siguiente cronología histórica de la agricultura.
Se podría considerar su inicio en el neolítico, cuando las personas dejan de ser nómadas y se asientan en un territorio por primera vez.
Según un estudio de la UCM se han analizado restos de ADN de los primeros pobladores neolíticos de la Península Ibérica que indican que fueron pequeños grupos de agricultores los que llegaron a la zona y transmitieron la nueva cultura, mediante un movimiento poblacional conocido como colonización pionera. “Los restos humanos analizados en estos primeros yacimientos neolíticos (Can Sadurní y Sant Pau del Camp, en Barcelona y la cueva de Chaves en Huesca) muestran grandes diferencias respecto a la población actual de esa región. Esto se debe a la presencia de variantes genéticas que actualmente no se encuentran en Europa pero sí en Próximo Oriente.” (1) (Gamba C et. al)
Unos cuantos miles de años a posteriori se han experimentando avances a lo largo de las diferentes civilizaciones que han ido sucediéndose en la península ibérica, como resumen muy escueto.
El imperio romano desarrolló importantes avances en transporte de agua, con la construcción de acueductos y alcantarillados que ayudan a tener un mayor aprovechamiento de las aguas pluviales, la llegada del al-Ándalus como la sociedad que más ha perdurado en la península, transformó la agricultura con el uso de técnicas mejoradas y la difusión de plantas de cultivo, incluida la introducción en Europa, de cultivos como la caña de azúcar, el arroz, el algodón y árboles frutales como la naranja. (2) (National Geographic, 2015).
Tras el siglo XV y sucederse la colonización y el expolio de América, se generó el intercambio colombino que trajo nuevos cultivos de América a Europa, como el maíz, patata, batata, mandioca o el tomate entre muchos otros (que sería el predecesor del actual tomate rosa de Barbastro que todos conocemos).
Tras seguir progresando paulatinamente la agricultura fue prácticamente hasta el asentamiento de la revolución industrial prácticamente el soporte principal de la economía de la región.
Esa agricultura ha llevado siempre consigo un desarrollo de innovación en técnicas de cultivo, llamémosle de I+D, que consiste en obtener un mejor producto, ese desarrollo, previó a la biotecnología, se hacía mediante un proceso de selección manual.
Se seleccionaban las semillas de los mejores especímenes, ya sea por rasgos morfológicos (más grandes, más gordos, más perfectos) o por sabor, por resistividad… En resumen, la selección se esfuerza, desde hace dos siglos, en reemplazar las variedades de especies heterogéneas e inestables y por consiguiente no apropiables, por clones de mejores características.
En el desarrollo del siglo XIX la microbiología evoluciona muy rápido, y la genética experimenta un punto de inflexión tras los experimentos de Gregor Mendel, un monje, que dio base a leyes de la genética actual. Esto ha permitido en grandes rasgos el uso de técnicas de mejora de microorganismos basados en la biología reproductiva y en la genética de tales seres vivos, como por ejemplo la conjugación o transducción vírica de genes (esencial para el desarrollo de vacunas).
Algunos nombres propios que dieron lugar a este avance precoz de la ingeniería genética a destacar son Rosalind Franklin y sus fotografías mediante difracción de rayos X que dieron lugar a la estructura del ADN en 1952. Fred Sanger desarrolló técnicas de secuenciación de las proteínas que componen el ADN, por el cual recibió el nobel en 1958. Herbert Boyer y Stanley Cohen hicieron el primer organismo modificado genéticamente en 1973, una bacteria resistente al antibiótico kanamicina. Por no olvidar las aportaciones de Kary Mullis, que falleció el año pasado, habiendo desarrollado el método conocido como PCR en 1983 por la cual recibió el Nobel en 1993 y un largo etcétera de científicos que han llegado hasta lo que tenemos ahora.
Todo este desarrollo vino condicionado, no en tanto con una filosofía proteccionista hacia el Medio Ambiente, que buscaba reducir su impacto, si no con una filosofía económica que buscaba maximizar el beneficio al generar mayor rendimiento y minimizar costes. El hombre buscaba en esa mejora biológica obtener variedades que ofrecieran mayor rendimiento, calidad nutritiva, facilidad de cultivo y resistencia a agentes bióticos y abióticos (3) (B. Bartolomé, 2001).
Con la llegada de la ingeniería genética y de la biología molecular se utilizan otro tipo de estrategias y técnicas para llevar a cabo la mejora genética de ciertas cepas utilizadas en la agroalimentación que evoluciona a pasos agigantados.
¿QUE SON LOS TRANSGÉNICOS?
Un organismo genéticamente modificado (OGM) (GMO en inglés), es un organismo cuyo material genético ha sido alterado usando técnicas de ingeniería genética.
Cuando hablamos de alimentos transgénicos por lo tanto hablamos de aquellos alimentos derivados de alguno de los OGM, muy típicos en plantas donde por norma general se incorporan genes de otro organismo para desarrollar una serie de características fenotípicas buscadas.
Como ejemplos, algún alimento cercano, en Aragón podemos mencionar al maíz (proviene del teocinte), como fármacos derivados de OGM está la insulina o como compuestos vegetales la celulosa de algodón (OGM) con la cual están impresos los billetes de euro por ejemplo.
Que un alimento sea transgénico no quiere decir que no pueda ser orgánico, ecológico o compostable, ya que se puede cultivar bajo los criterios de la agricultura ecológica y sostenible, tal y como explique en el artículo de Consumo sostenible y Certificación ecológica, son cosas diferentes.
Lo más avanzado de lo cual tengo constancia hasta ahora es la técnica del “CRISPR/Cas9” (Repeticiones Palindrómicas, Cortas, Agrupadas y Regularmente Interespaciadas) a diferencia del OGM que se basa en introducir un fragmento de gen foráneo en otro organismo, consiste en cambiar sobre el mismo ADN del organismo sin necesidad de introducir ningún ADN foráneo, a partir de microorganismos con la proteína cas9, con una precisión sin precedentes, se utiliza mucho para explicar esta técnica la metáfora de las tijeras para el ADN, ya que es cortar y modificar. Esta técnica en EEUU actualmente, no se denomina OGM, mientras que en Europa no existe una legislación clara que se posicione sobre ello.
CRÍTICAS
Los alimentos transgénicos siempre han estado en el punto de mira por organizaciones ecologistas. Se han encontrado con una enorme oposición pública en las últimas dos décadas.
Greenpeace se opone tajantemente a los transgénicos ya que exponen que “Los OMG están siendo liberados sin que exista un conocimiento adecuado de su impacto, tanto a corto como a largo plazo, sobre el medio ambiente y sobre la salud humana pudiendo generarse efectos inesperados e impredecibles (4).” (Greenpeace, 2020).
Existe un artículo que demuestra que muchas de las afirmaciones y movimientos anti- transgénicos parten de un razonamiento intuitivo de biología popular, intuiciones teleológicas e intencionales. (5) (S. Blancke et al 2015).
También han sido criticados por el carácter social que tiene el peligro de que Bayer-Monsanto se convierta en un monopolio que anteponga sus intereses económicos a los intereses sociales y ambientales.
Como se ha visto últimamente, amenazando la prosperidad de pequeños agricultores tradicionales y pueblos indígenas de diferentes partes del mundo.
ENTREVISTA CON UN EXPERTO
Se sigue avanzando actualmente en este campo que se me queda algo intrincado para seguir explicándolo desde mi formación.
Por ello hablamos con un experto biotecnólogo Rafael Álvarez Rafael, amigo y compañero, que se encuentra desarrollando su tesis en el INRAE de la Universidad de Montpellier (Francia), para que nos dé una opinión formada y técnica de lo que son los transgénicos y que implican, nos aporta el siguiente escrito para explicarnos los transgénicos:
Toda la información sobre cómo somos viene en nuestro ADN. Este va cambiando de manera aleatoria entre generaciones, gracias a lo que se conoce como mutaciones. Estas mutaciones son totalmente aleatorias. La selección natural, valga la redundancia, “selecciona” los individuos más aptos para sobrevivir bajo ciertas condiciones. El ser humano, sin embargo, puede intervenir en este proceso para mejorar lo que encontramos en la naturaleza, y puede hacerlo de varias formas:
- Cruzando ejemplares con buenas características, y rezando porque antes o después consigamos un tomate más grande, o una lechuga más verde. Este proceso es, como he mencionado antes, totalmente aleatorio. Millones de genes se mezclan en un proceso llamado “recombinación homóloga”, y no importa qué funciones tengan estos genes. No tenemos ningún control sobre lo que pasa ahí dentro, simplemente vemos el resultado y seleccionamos lo que nos interesa. Esto es lo que se lleva haciendo durante generaciones.
- La otra opción está basada en cientos de años de estudio de los genes y sus funciones. Ahora sabemos qué gen es el responsable del tamaño de los tomates, de su color, de su resistencia al desarrollo de hongos, y cada día sabemos más sobre ello. Modificando genéticamente un organismo, hacemos exactamente los cambios que queremos, evitando la mezcla de miles de genes como en el caso anterior, y ahorrando años de trabajo.
Es evidente que necesitamos mejorar la producción de alimentos a nivel mundial, porque con este crecimiento de la población, es insostenible mantener los niveles actuales. No solo hay que aumentar la producción, sino también hacer que los alimentos sean más nutritivos, como el caso del arroz dorado, con 10 veces más vitamina A que el arroz clásico. Este arroz se ha obtenido, simplemente, introduciendo más copias de los genes que producen la vitamina A. Fácil, ¿Verdad? Conseguir esto mediante técnicas clásicas es, sencillamente, imposible.
Basándome en esto, mi opinión es clara: no es que los transgénicos no sean seguros, es que son mucho más seguros que los alimentos tradicionales, porque solo cambiamos los genes que queremos cambiar. La pregunta ahora es: ¿Cómo vamos a usar esta tecnología?
Rafael termina aportando su postura frente a la ingeniería genética:
Mi opinión es simple: TODA tecnología puede usarse con buenas o malas intenciones. Gracias a la química, es posible crear bombas, gas mostaza. ¿Se cuestiona el avance de la química en consecuencia? No, porque a nadie, en su sano juicio, se le ocurriría hacer algo así, siempre que no vaya a ganar dinero con ello. Esa es la clave: ¿Quién tiene la capacidad de usar esa tecnología? Las empresas. Por lo tanto, todos los problemas asociados a los transgénicos vienen de la intención de las empresas, que lo que quieren es maximizar sus beneficios (lógicamente). Veamos el caso Monsanto: crearon un herbicida muy tóxico, y a la vez, un maíz que era resistente a dicho herbicida. El negocio perfecto. Lo que la gente no termina de entender es que el problema con Monsanto no era el maíz, sino el pesticida. Se aprovecharon de una legislación inexistente al respecto: no se conocían los efectos de ese pesticida a largo plazo. Pero el maíz era y sigue siendo totalmente saludable.
Rafael concluye su entrevista con una reflexión:
Así que esta es mi reflexión final: ¿Tenemos que frenar el avance de la tecnología, o simplemente aumentar la regulación sobre las empresas? Usemos las herramientas que tenemos. No seamos tontos. Anti-transgénicos: los nuevos “terraplanistas”.
DISCUSIÓN
Tanto algunos activistas de Greenpeace como Rafael tienen posturas enfrentadas, lo primero es respetar la postura ideológica de cada individuo, por eso cada cual es libre de consumir, pensar y opinar lo que consideré siempre y cuando no atente contra los derechos y libertades del resto.
Un argumento muy recurrido es la falta de alimentos, pero no solo argumentado por la biotecnología, según Carlos Duarte “La humanidad está a punto de entrar en una etapa en nuestra historia, caracterizada por la penuria de recursos naturales esenciales (agua, terreno agrícola, alimento) que sólo se había experimentado a nivel local por nuestra especie (6)”
La Tierra no tiene una capacidad de sustentación fija (carrying capacity) para la especie humana, está depende de sus relaciones sociales, su cultura, su tecnología y su forma de usar los recursos naturales. “La capacidad de carga para seres humanos debería llamarse capacidad cultural de carga porque ha de incluir un parámetro que defina el nivel de consumo necesario para una «vida buena»”7. (Jorge Riechmann, 2019)
Desde mi punto de vista, y el que he ido construyendo conforme a la información consumida, no considero una amenaza sobre nuestra salud ni el Medio Ambiente a los alimentos transgénicos per se, sin embargo, considero que al igual que ocurre con la tecnología nuclear y con la farmacología es peligroso que se haga un uso perverso e interesado de esas herramientas, es decir, que caiga en las manos equivocadas y pueda derivar en una mala praxis.
Por lo tanto hay que diferenciar dos cosas que se confunden con facilidad una se refiere a las técnicas de cultivo como puede ser la transgénica y otra es el negocio de la industria agroalimentaria. Que estés de acuerdo con ciertas técnicas no significa que defiendas el negocio que hay detrás, me explico, un ejemplo, podría ser que te guste el diseño y confección de una prenda de ropa con una marca X, y este hecha con productos sostenibles, pero ello no implica que estés de acuerdo con que la hayan cosido 4 niñas menores y precarizadas en Bangladesh.
Para justificar la sostenibilidad no solo debe tenerse en cuenta el carácter ambiental, sino que debe ir de la mano con una bioética social y económica.
CONCLUSIÓN
Las políticas europeas referidas a los OGM son muy restrictivas, nos estamos poniendo a la cola en investigación y estamos perdiendo la oportunidad de liderar un cambio que tarde o temprano va a llegar a nuestra sociedad.
Se han cuestionado su influencia sobre la salud y sobre el Medio Ambiente, pero durante 30 años de uso e investigaciones, no se ha detectado un solo problema directo, sobre la salud humana (8), asociado al consumo e ingesta de estos productos. (Marrodán, 2017).
Soy consciente de que es fácil caer en el rechazo bajo un “sentimentalismo anti-multinacionales”. Pero se echa un poco de menos a esa izquierda, racional, científica e ilustrada que sobre pone el conocimiento científico y las necesidades socio-ambientales de nuestro país a heurísticos emocionales.
La ingeniería genética es el futuro y ha venido para quedarse, que rechacemos ciertas técnicas por falta de información, no hace más que retrasarnos, nos estamos quedando atrás en la investigación científica en cuanto a organismos genéticamente modificados con la nueva técnica del CRISPR/Cas9, que se traduce en ser menos competitivos en un mercado capitalizado cada vez mas agresivo.
Gracias a la ingeniería genética, se han desarrollado vacunas, fármacos, mejores rendimientos en los cultivos (9) (S. savary et. al, 2012), mayor aprovechamiento del suelo (recurso no renovable), disminución del uso de herbicidas y pesticidas (10) (Shahzad Kouser et al, 2011).
Miles de investigadores científicos exigen a la UE que elimine los obstáculos a la edición genética para crear frutas y verduras más nutritivas y resistentes al cambio climático (11) (Nuño Domínguez, 2019).
Nos estamos perdiendo investigaciones muy interesantes de productos que sean resistentes a los retos que nos propone el cambio climático. Se podrían crear por ejemplo, variedades de planta que no dependan tanto de las abejas y otros polinizadores que vemos se está diezmando su población.
Por ejemplo, hay estudios que demuestran que el cultivo de transgénicos ha demostrado ampliamente su inocuidad frente a las abejas (12) (Chile BIO, 2015).
Soy el primero que defiende el blindaje de un patrimonio natural cada vez más amenazado y está de acuerdo con modelos de cultivo bajo las doctrinas y principios de la agroecología, pero no ayuda el hecho de que se quiera demonizar algo por desconocimiento, deberíamos ser una sociedad crítica y a la altura de las circunstancias, hace falta regulación, por supuesto, pero no censura.
El problema no es la modificación genética, si no el modelo económico que privilegia las ganancias de un “lobbie”, que ha monopolizado de forma interesada el registro de patentes de semillas en el mundo.
Por lo tanto, bajo mi punto de vista, lo más perjudicial de los alimentos transgénicos es, sin duda, el interés económico humano que hay detrás de su control y la amenaza de que el monopolio Bayer-Monsanto prime su beneficio económico particular al interés general social y eso tenga consecuencias ambientales.
BIBLIOGRAFÍA
- Gamba C, Fernández E, Tirado M, Deguilloux MF, Pemonge MH, Utrilla P, Edo M, Molist M, Rasteiro R, Chikhi L, Arroyo-Pardo E. “Ancient DNA from an Early Neolithic Iberian population supports a pioneer colonization by first farmers” Molecular Ecology, doi:10.1111/j.1365-294X.2011.05361.x
- National Geographic (2015). Food Journeys of a Lifetime. National Geographic Society. pp. 126-. ISBN 978-1-4262-1609-1.
- Bartolomé, B. (2001) SESIÓN DE ACTUALIDAD ALIMENTOS TRANSGÉNICOS Y SU IMPLICACIÓN EN ALERGIA. http://revista.seaic.org/extraalergianoviembre2001/137-157.pdf
- Greenpeace, 2020 https://es.greenpeace.org/es/trabajamos-en/agricultura/transgenicos/
- Blancke, S., Van Breusegem, F., De Jaeger, G., Braeckman, J., & Van Montagu, M. (2015). Fatal attraction: the intuitive appeal of GMO opposition. Trends in plant science, 20(7), 414-418. https://doi.org/10.1016/j.tplants.2015.03.011
- Duarte, C. M. (2009). Cambio Global: Impacto de la actividad humana sobre el sistema solar, Madrid, CSIC.
- Riechmann, J. (2019). ¿Somos demasiados? Reflexiones sobre la cuestión demográfica. Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, (148), 13-38.
- Marrodán, M. D. (2017). Seguridad alimentaria y alimentos transgénicos. https://eprints.ucm.es/45796/1/tfm%20Kitiara%20final.pdf
- Savary, S., Ficke, A., Aubertot, J.-N., and Hollier, C. (2012). Crop losses due to diseases and their implications for global food production losses and food security. Food Security, 4, 519–537. doi: 10.1007/s12571-012-0200-5
- Shahzad Kouser, Matin Qaim. (2011). Impact of Bt cotton on pesticide poisoning in smallholder agriculture: A panel data analysis. Ecological Economics, 70 (11): 2105–2113
- Nuño Dominguez (2019) El Pais – Ciencia, 11 de Agosto 00:36 https://elpais.com/elpais/2019/08/07/ciencia/1565191737_505932.html
- ChileBIO, 2015. ¿Son realmente peligrosos los cultivos transgénicos para las abejas? – Disponible en: https://chilebio.cl/?p=4550