El pasado fin de semana conocimos la composición final del nuevo gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez. Quizás una de las noticias que más sorprendió, sólo a algunos, fue el nombramiento de Teresa Ribera como Vicepresidenta para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. En primer lugar porque es la primera desde que retomamos la democracia en nuestro país que coexisten cuatro vicepresidentes en un gobierno y en segundo porque esta vicepresidencia aglutina la transición ecológica y el reto demográfico.
Desde mi punto de vista considero un acierto elevar a rango de vicepresidencia la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que son dos, si no los mayores, de los principales retos que tiene que afrontar nuestro país.
Respecto a la transición ecológica, poco se puede dudar de la capacidad y el compromiso de Teresa Ribera con esta causa ya sea antes y durante su etapa de ministra. España es uno de los países que más va a sufrir las consecuencias del cambio climático y era uno de los países que más debes tenía para adaptarse a un futuro que ya es presente. El impulso desde el ministerio para combatir el cambio climático ha sido mayúsculo y el “medio ambiente” ha pasado de ser el hermano pobre del Ministerio de Agricultura a contar con una voz clara y contundente en el consejo de ministros.
Además uno de los compromisos del antes candidato y ahora presidente – Pedro Sánchez -durante la campaña electoral fue elevar a rango de ministerio el “Reto Demográfico”. Conocida la distribución final del ejecutivo las políticas para combatir la despoblación pasan de ser un comisionado a tener rango de vicepresidencia.
Pese algunas voces claman al cielo (nunca mejor dicho) porque estas dos áreas avancen de la mano y porque estén bajo la tutela de la Ministra Ribera. En mi opinión no sólo no comparto la opinión de estos agoreros sino que pienso que se trata de una decisión estratégica muy acertada como paso a explicar.
El que ambas áreas tengan rango de vicepresidencia y que estén bajo una misma estructura es del todo positivo por varias cuestiones. En primer lugar porque la “España Vaciada” es la principal mantenedora de la riqueza medioambiental y de los recursos naturales de nuestro país. Porque la transición ecológica justa debe ser justa precisamente con los territorios y ciudadanos más vulnerables. Y porque la coordinación entre ambas áreas es fundamental. Debemos acabar con la sobrerregulación o con la heterogeneidad de criterios normativos que perjudican o van en contra de actividades que son medioambientalmente sostenibles y permiten el desarrollo de estas zonas.
Tenemos una gran ocasión para sentar las bases de una transición ecológica justa que permita mantener nuestra riqueza natural y un desarrollo sostenible de esta España olvidada. Y es cierto que los cambios generan desconfianza e incluso miedo, pero no tenemos tiempo que perder, no tendremos muchas más oportunidades. Por eso es necesario que las gentes que vivimos en la tan manida “España Vaciada” seamos los que enarbolemos la bandera de la protección del medio ambiente y lideremos esta transición.
Sin ir más lejos en el Alto Aragón tenemos una oportunidad única para emprender este camino, una reivindicación que ha suscitado tanto debate como consenso. Me refiero al aprovechamiento de las centrales hidroeléctricas que revierten al Estado una vez llegada a término la concesión inicial. Nuestros valles están plagados de saltos hidroeléctricos y líneas eléctricas que anteriormente fueron generadores de empleo pero que han llegado a limitar el desarrollo de los pueblos donde se ubican.
A fecha de hoy la Confederación Hidrográfica del Ebro ya gestiona centrales con una potencia instalada de más de cien megavatios, cifra que irá en aumento en los próximos años. Estos recursos provenientes de esta fuente de energía limpia deben servir para mejorar la calidad ambiental de nuestro entorno y también para permitir el desarrollo de nuestros pueblos, que siempre han sido los grandes olvidados.
Es ahora por fin cuando muchas cuestiones que nos afectan, que tienen que ver con el patrimonio medioambiental y el desarrollo de nuestras zonas, dependerán de una misma cartera elevada a rango de vicepresidencia. Debemos dejar de nadar contra corriente y aprovechar la inercia de un futuro que está aquí y ha venido para quedarse. Y pasada la sorpresa inicial creo que muchos cambiarán de opinión cuando esta legislatura eche a andar.