Las fruticultoras y fruticultores no son ajenos al problema de la sequía que afecta a todo el territorio de Aragón. Las comarcas donde se concentra la producción de fruta, Bajo Cinca, Cinca Medio, Caspe, La Almunia y Calatayud, arrastran un largo período sin lluvias, lo que genera mucha incertidumbre sobre cómo va a desarrollarse la campaña sino se mejoran las reservas de agua. La preocupación del sector ha incrementado tras conocer que la Comunidad General de Regantes del Canal d’Urgell, en Lleida, ha cerrado el riego a 50.000 hectáreas de cultivo y la viabilidad de las explotaciones de frutales está en el aire.
La Unión de Agricultores y Ganaderos, UAGA-COAG, señala que las temperaturas elevadas y la ausencia de lluvias están provocando que el comportamiento de los frutales sea distinto a una situación con valores medios. Se trata de dos factores desfavorables para la producción frutícola ya que afectan a la capacidad productiva de los árboles (menos calibre) y a la gustativa (cantidad de azucares) de la fruta, y por lo tanto, a la calidad de la misma. En ese sentido, UAGA alerta de que, si la sequía se prolonga, provocará un adelanto del período de letargo que produce un agostamiento prematuro de la madera con la caída de hoja y frutas, llegando a afectar incluso a la supervivencia de los propios árboles, especialmente los más jóvenes y aquellos que no pueden tener riego de apoyo.
Situación por Comarcas:
- Comarca de Calatayud. Es una zona que tiene muchas parcelas de cereza en secano y por lo tanto, la producción de la misma puede verse muy afectada. Hay cerezos en altura que se están secando.
- Comarca de Caspe. Hay mucha preocupación en el sector porque las reservas de agua del Ebro están bajando. Ante esta situación, UAGA-COAG solicita que se deje de turbinar los pantanos y que se guarde el agua para uso preferente de los regantes, no para la producción de electricidad. Como no se mantengan las reservas de agua, a partir de agosto, la cosecha de fruta puede perderse.
- Comarca de Valdejalón. De momento se mantiene una alta producción, pero a costa del fuerte incremento en la tarifa de la electricidad por el bombeo de agua de pozo.
- En las comarcas frutícolas de Huesca, Cinca Medio, Litera y Bajo Cinca, los agricultores/as también tienen dificultades. No se sabe si se va a tener la dotación de agua adecuada para toda la campaña hasta finales de verano.
Además de las pérdidas económicas derivadas de la reducción o no recolección de la cosecha, UAGA-COAG destaca que a los fruticultores/as también les preocupa la situación de las personas que trabajan en la campaña de fruta, en trabajos de “clareo”, recolección y poda o en los almacenes, desde abril-mayo hasta septiembre- octubre (en un año normal), ya que este año peligra su continuidad.
UAGA-COAG insiste en señalar que sino se asegura un riego de apoyo a las plantaciones de leñosos en general (fruta, viña, almendro y olivar), la sequía puede provocar la muerte del árbol, y entonces las consecuencias económicas serían todavía más graves, ya que los fruticultores/as no solo perderían un año de cosecha, sino que tendrían que arrancar los árboles, volver a plantar, esperar dos años para que el frutal empiece a producir, y esperar hasta 5-6 años (dependiendo de la especie) para que empiece a tener una capacidad productiva adulta. Por tanto, el coste económico para los agricultores/as, entre los gastos de la nueva plantación y la pérdida de ingresos hasta que el frutal empieza a producir, es altísimo.
Ante esta situación catastrófica en la agricultura y la ganadería, las organizaciones agrarias han solicitado la movilización del fondo de reserva de crisis de la PAC. Un fondo que UAGA considera debe articularse en forma de ayudas directas a titulares de explotaciones familiares y limitando el número de hectáreas para percibir la ayuda.
Por último, la organización agraria recuerda que la producción de fruta y almendra constituye un factor fundamental en la ordenación territorial de Aragón, que garantiza el asentamiento de población, crea empleo, favorece la integración de la población inmigrante, y propicia un desarrollo sostenible del medio rural mediante prácticas y cultivos respetuosos con el medio ambiente.