Una opción para los que echan de menos el mar en pleno Pirineo se encuentra en Naval. La villa de tradición alfarera y salinera cuenta con un balneario al aire libre en el que miles de personas experimentan cada verano la sensación que aporta tomar un baño terapéutico en aguas tranquilas, cálidas y con un alto índice de salinidad del 25%.
Durante siglos, Naval fue famosa por contar con unas salinas que elaboraban una apreciada sal que se llegaba a consumir incluso en el extranjero. Un manantial de aguas minerales llena la salinera de Naval desde donde se extrae el preciado oro blanco tan codiciado para el condimento y la conservación de alimentos en otras épocas. Pero a finales del siglo pasado el salinar cayó en desuso por el paso inexorable del tiempo. Fue, en este siglo donde se valora un turismo de calidad y ligado al bienestar, cuando un grupo de emprendedores decidieron convertir las antiguas pozas donde se acumulaba el agua, en piscinas para tomar baños terapéuticos. Después de pasar por varias manos, desde hace unos años la sociedad de propietarios del salinar gestiona este enclave que se ha convertido en una referencia del turismo de salud en el Somontano.
El salinar cuenta con cinco piscinas, para niños y adultos, zona para tomar el sol, servicios, restaurante, así como se puede conocer cómo es el proceso de extracción de la sal, que se vende como producto gourmet.
Alberto Olivera, encargado del mantenimiento del Salinar, asegura que la gran afluencia de público «hace que se nos quede pequeño y se necesita una ampliación. En un fin de semana llegan a venir hasta 1.000 personas. La fama está creciendo sobre todo para las personas que quieren cuidar la soriasis, las almorranas, la artrosis. A la gente le sienta mejor bañarse en esta sal que en la de mar porque viene del manantial y no lleva yodo. La gente mayor viene para mejorar su salud y los jóvenes para relajarse».
La mayoría de visitantes proceden de Aragón y de Cataluña, pero también acuden del País Vaso y otras partes de España. Los beneficios del Salinar de Rolda han trascendido fronteras como queda demostrado con la presencia de turistas de varias nacionalidades que aprovechan su estancia en el Alto Aragón para acercarse hasta Naval. Fiona Smith es una turista holanda que repite este verano. «Estamos en un camping en Graus y hemos venido con una amiga porque yo ya estuve hace años. Me gusta mucho y es muy saludable», asegura esta joven.
Un diamante en bruto
El impacto de que Naval cuente con esta infraestructura es notable en la vida municipal. El Salinar da trabajo a cinco personas, mientras que doce están empleadas en el restaurante.
El alcalde Javier Rodríguez destaca que es un motor económico que crea empleo y asienta población. «El Salinar es la vida del pueblo, si no fuera por él, Naval iría cada día un poco a menos. Tenemos un importante patrimonio en el pueblo, pero la gente sólo viene a Naval por el Salinar y a bañarse en las aguas terapéuticas. El aporte del Salinar es un diamante en bruto para el pueblo».
Desde que algunas de las salinas de este complejo se convirtieron en un balneario al aire libre, a comienzos de siglo, el número de visitantes al Salinar de Rolda no ha parado de crecer cada verano. Según las estimaciones del Ayuntamiento, que apoyó decididamente esta reconversión de un uso tradicional a otro turístico, cada temporada estival la afluencia aumenta entre un 15 y un 20% desde hace cinco años. El año pasado se contabilizaron 20.700 visitas, superando las del verano anterior.
«Nos estamos dando cuenta de que el día de mañana el Salinar será un gran balneario para que pueda albergar a mucha gente, aunque claro son obras de mucho dinero y la empresa que lo gestiona las va haciendo poco a poco cada año», indica el alcalde, quien anticipa que en paulatinamente se irán abriendo nuevas piscinas para atender a la demanda.