No fueron quintos como manda la tradición los que colocaron el gran chopo, pero al menos, la población de Azlor puede decir que ha recuperado la costumbre de plantar su Mayo en Sábado Santo. Un grupo de mayores de esta población del Somontano decidió esta Semana Santa pasada recuperar la antigua tradición de plantar un Mayo, que otrora habían compartido otras poblaciones de la comarca pero que sólo la vecina Peraltilla y Berbegal la han conservado con vigencia.
La plantación del Mayo es un culto al árbol muy extendido en Europa y un rito de paso ligado de la juventud a la madurez que también se puede vincular con las festividades en torno a la llegada de la primavera y al «renacer» de la naturaleza.
Los Quintos, es decir los jóvenes que alcanzan los 18 años, la mayoría de edad, son los protagonistas de esta peculiar tradición festiva. Así ocurre en Berbegal donde además los quintos se encargan de organizar la fiesta. En Peraltilla los quintos ayudados por otros vecinos de la población cortaron un gran chopo y lo colocaron en la plaza para después celebrara una cena popular.
En el caso de Azlor la tradición se perdió a mediados del siglo XX por la ausencia de jóvenes como en tantas poblaciones del medio rural. Hace doce años hubo un intento de recuperar esta tradición pero sólo cuajó dos años porque la última vez se cayó el tronco del árbol.
Ahora un grupo de cuarenta personas adultos y de la tercera edad han querido recuperar esta tradición y este Sábado Santo acudieron a su chopera para talar un majestuoso chopo de alrededor de veinte metros de altura que luego colocaron en la báscula a la entrada de la localidad. Por la noche organizaron un festín para conmemorar la recuperación de esta tradición y brindar por su continuidad.
«Lo hicimos con la quinta de los abuelos, con un grupo de gente mayor de 60 y 80 años que nos propusimos hacerlo», bromeaba Maribel de Pablo la alcaldesa de la localidad. Azlor no tiene este año quintos, hay jóvenes de 16 y de 20 años, pero no de 18 años, pero eso no ha sido un impedimento para modificar la tradición y adaptarla a los nuevos tiempos. «Queríamos recuperar la tradición del Mayo porque estos días de Semana Santa había mucha gente en el pueblo. Es un chopo precioso, enorme», comenta orgullosa la alcaldesa.
El Mayo contó incluso con las cintas y adornos que se coloca en sus ramas para darle mayor esplendor.
El Mayo de Azlor presidirá la plaza de la Báscula hasta el 30 de mayo cuando entonces lo talarán con motivo de la celebración de la romería al Pueyo. Tras regresar del santuario se procederá a su tala y su leña servirá para encender la hoguera donde se asará la cena popular.
«Hemos empezado este año y mientras siga nuestra generación la vamos a mantener. Los pueblos se mantienen a base de reuniones y de comidas, porque la gente mayor si no, no sale. Es un aliciente para todos y todo el mundo participa y al menos nos vemos todos. Costumbres como estas son las que mantienen los pueblos», afirma De Pablo.