El esplendor que debió tener el palacio fortificado de Permisán contrasta con su actual estado de ruina y riesgo de desplome como alertan los vecinos de esta pequeña localidad del sur del Somontano, perteneciente al municipio de Ilche.
Este singular inmueble, es uno de los escasos palacios renacentistas aragoneses fortificados para el uso de artillería, es un Bien de Interés Cultural. Sus orígenes datan del siglo XVI, cuando Francisco de Altarriba era señor de Permisán. De esta dinastía pasó a los condes de Fuentes hasta que lo donaron a la parroquia para servir como abadía (el palacio está junto a la iglesia) donde hubo actividad religiosa hasta comienzo de la Guerra Civil. La propiedad actual es del Obispado de Barbastro – Monzón que lleva desde 2010 sin realizar reformas de mantenimiento. En la última se valló el recinto para evitar el acceso y se retiró el tejado y así evitar desplomes. Con el paso del tiempo, esta medida ha provocado que el inmueble vaya perdiendo consistencia y esté más expuesto a inclemencias meteorológicas. Con las últimas lluvias ha habido nuevos desprendimientos y se están ocasionando descolchones en los sillares por humedades. Las palomas, que han encontrado un excelente refugio, están haciendo el resto.
El avanzado estado de deterioro del palacio fortificado de los Altarriba ha hecho que forme parte de la lista roja del patrimonio español, que elabora la asociación Hispania Nostra. La asociación alerta en su página web que «el deterioro progresivo puede llevar a su ruina total». También advierte, al igual que la asociación de vecinos, del hundimiento de las plantas tras haber retirado el obispado el tejado.
El alcalde de Ilche, José Luis Torres, pide al obispado que actúe en su propiedad y que ejecute las obras que ya en su día estaban consignadas. «El obispado nos dice que moverán el tema pero de momento nos dan largas. Lamentamos que no haya avances en este edificio pese a que llevamos años pidiendo que se actué en el palacio de Permisán. Incluso tuvieron posibilidad de venderlo y no se llegó a un acuerdo», afirma el alcalde.
Lidia Clavero, portavoz de la asociación de vecinos de Permisán, se expresaba en los mismos términos que el primer edil: «El palacio fortificado está en un estado de total deterioro. A pesar de que el obispado tiene buenas intenciones, los hechos nunca llegan, y nosotros pedimos que si no tienen fondos que lo cedan a alguna institución o entidad para que lo pueda rehabilitar. Nos da igual de quien sea sólo queremos que no se nos caiga en la cabeza a los vecinos».
Desde la asociación de vecinos también piden una mayor atención a la Comarca del Somontano para que destaque el valor de este inmueble entre sus rutas turísticas y que acondicione el panel informativo, también deteriorado por el paso del tiempo. «El turismo en el Somontano está enfocado al norte y los del sur nos quedamos más abandonados pese a tener monumentos como este palacio», señala Clavero.
Recientemente los vecinos han mantenido una reunión con los responsables de Patrimonio de la diócesis y el arquitecto de la Comarca y se espera que este año pueda haber ya alguna actuación en la parte más próxima a la torre de la iglesia.
El ecónomo de la diócesis Barbastro-Monzón, José Huerva, explica que desde el obispado «ya se pidió hace dos años un permiso a Patrimonio de la DGA. Está en sus manos y nosotros sin su permiso no podemos intervenir. Hemos gastado más de 50.000 euros para el desmonte del tejado y evitar peligros, pero en las zonas que están catalogadas como patrimonio arquitectónico no podemos intervenir sin el permiso de la DGA», señala Huerva, que reconoce que en el momento que la administración «nos de luz verde actuaríamos automáticamente porque tenemos fondos».
El palacio fortificado, renacentista se alza en un extremo de la población, con planta cuadrangular de unos 20 por 14 metros y en una de sus esquinas se destaca una torre cuadrada de 6 metros de lado. Como palacio fortificado cuenta con potentes muros de sillería, horadados a alturas diferentes por abundantes vanos. Está compuesto por dos grandes bloques, con funciones defensiva y residencial. En la parte superior del área de vivencia destaca una galería de arcos de ladrillo, la mayoría cegados en la actualidad, fruto de una segunda fase constructiva. De este modo, el predominio original de la torre se vio eclipsado al igualarse a su altura el resto de la construcción. El palacio contaba con dos torres defensivas sobre la recia base de sillares de piedra en talud. Una protegía la parte posterior y un flanco del edificio, la otra delimita las fachadas del palacio y la Iglesia. Adosada al palacio y coetánea a este se encuentra la Iglesia parroquial. Al parecer es el único palacio preparado para la artillería en Aragón, lo cual hace de este monumento una construcción extraordinaria.