La plaza Mayor de Naval recobró el esplendor de antaño con la tradicional Feria de Artesanía que reunir a gentes del Somontano y de otras comarcas vecinas para disfrutar de un día de mercado al aire libre, de degustación de productos agroalimentaria típicos del Alto Aragón y de una jornada de ocio.
Un total de 42 expositores llegados de Aragón y Cataluña presentaron todo tipo de productos artesanales, desde la agroalimentación (quesos, embutidos, jamones, repostería), pasando por los licores, la bisutería y el textil, antigüedades, libros, y por supuesto la alfarería de la mano de varios ceramistas de la localidad y de Pueyo de Santa Cruz. La alfarería constituye una seña de identidad de esta villa somontanesa y cuenta con un centro de interpretación dedicado a este oficio que ayer tuvo jornadas de puertas abiertas a los numerosos visitantes que acudieron a esta feria.
Una gran hoguera en medio de la plaza sirvió para caldear un día en el que la amenaza de lluvia no se llegó a materializar. En torno a ella, los expositores vendían sus productos a numerosos visitantes, a la vez que un grupo de animación y los Dulzaineros del Somontano ponían la nota amena a la feria.
En torno a las tres de la tarde las mujeres de Naval sirvieron en cuencos de barro «made in Naval» una caldereta de cerdo con patatas, acompañada por pan y vino para todos los asistentes que lo desearon para poner el broche de oro a esta feria.
La feria de Naval se remonta a 1645 cuando en plena Guerra de Secesión catalana, la villa solicita a la Corona de España en compensación de los gastos ocasionados por la contienda la concesión de ferias y mercado para reactivar la economía local. El Reino concedió una feria siempre y cuando no coincidiera con las ferias de Barbastro ni de Huesca. Así el tercer domingo de noviembre, Naval organizó un mercado que sirvió de punto de encuentro entre las gentes del llano y de la montaña hasta mediados del siglo XX cuando desapareció. En el año 2000, el Ayuntamiento decidió recuperar con acierto esta feria.