Este pasado trece de julio recordamos que se cumplen veinticinco años del asesinato de un joven concejal del PP en Ermua de tan sólo veintinueve años, Miguel Ángel Blanco. Pero no fue otro crimen de ETA, porque a partir de entonces se puso en marcha el reloj que marcaría su final. La sociedad entera salió a la calle para gritar ¡Ya basta!.
En fechas como ésta muchos nos preguntamos: ¿-Qué hacía yo aquel día…?.
Mi memoria individual no es tan fuerte como la colectiva. No sé por qué pero no consigo acordarme de dónde estaba el 23F de 1981, día del intento de golpe de estado en el Congreso. Sin embargo, por coincidencia de acontecimientos tengo muy presente el domingo 13 de Julio de 1997 y me gustaría explicarlo.
En aquellos años de juventud guiaba barranquistas en la sierra de Guara. No eran épocas de regulación estricta de la profesión como ahora y de forma ocasional, en fines de semana hacía de guía en barrancos del sector de Alquézar y Rodellar.
Aquel domingo estuve descendiendo el barranco del Fornocal que quizá por una primavera muy lluviosa o tras alguna tormenta reciente de aquel mes de Julio mantenía su caudal de agua. Normalmente este barranco en pleno verano ya no se baja pues se agosta y las pozas contienen agua estancada y a veces corrompida por la caída y ahogamiento de aves o animales salvajes.
De aquel día no recuerdo detalles especiales pues seguro se desenvolvió como siempre, divirtiendo a los clientes con las bellezas de estos cañones calcáreos de paredes multicolor, con sus aguas cristalinas, sus saltos, destrepes y algún que otro rapel usando cuerdas siempre con precaución.
Recuerdo que el pequeño grupo de clientes era vasco, concretamente de Eibar. A mí me gustaba mucho guiar a clientes navarros y vascos porque destacaban en simpatía, disciplina y buen rollo. Reconozco que me gustaba también guiar a franceses pues gracias a su compañía y conversación me animé a recuperar el francés que había estudiado de crío en los Escolapios.
Estoy seguro de que cada cual, a pesar del buen rato, no podía evadirse a aquellos tres días de angustia tras el secuestro del concejal y la casualidad de coincidir con clientes vascos me hacía preguntarme cómo lo llevarían.
Al final de la jornada, estábamos todos quitándonos los neoprenos cerca del puente junto a los coches con los que subiríamos a recuperar los otros coches aparcados pronto por la mañana en el comienzo del barranco. Siempre celebraba el final de un descenso diciéndome aquello de: “-Bien está lo que bien acaba”. Sin embargo aquella tarde todos estábamos silenciosos. Aquel silencio sepulcral se rompió cuando uno de los jóvenes vascos se acercó y me pidió que pusiera en marcha la radio por si había noticias del secuestro. El sábado 12 de Julio era la fecha fijada en el ultimátum de la banda terrorista y pesaban en las mentes de todos sus terribles amenazas.
Fue entonces cuando escuchamos un boletín especial que anunciaba la muerte de Miguel Ángel Blanco.
El final amargo ensombreció un día muy bonito. Con emoción contenida les di lo que podría haber sido un pésame a toda la población de su Comunidad Autónoma pero la verdad es que todos nos dábamos cuenta de que España entera estaba sumida en el dolor de un crimen cruel.
Por esto nunca se me olvidará esta fecha y nunca se me irá aquella sensación amarga tras una jornada más de deporte y salud.