Rosario disfruta de merecida jubilación de su etapa profesional de 35 años como médica en Alquézar y su zona de influencia en Radiquero, San Pelegrín, Yaso y Morrano, Bierge, Colungo, Adahuesca y localidades de la Sierra de Guara que se atienden desde el Centro de Salud. La despedida vecinal en Alquézar fue testimonio de gratitud por la labor realizada en el medio rural del que se considera “una gran defensora y al que nunca he renunciado”
Por cosas del azar, Merche se ha jubilado antes de Mariano Altemir que ha sido alcalde en Alquézar desde 1987 hasta las recientes elecciones “ambos comenzamos al mismo tiempo y coincidimos en el momento de la despedida porque Charo ha estado en la zona desde que se incorporó procedente de La Rioja. Ahora es casualidad que ella se jubile y yo deje la política”. En el homenaje celebrado el 4 de mayo no faltaron las jotas del cura Cabrero y muestras afectuosas de los que han sido sus pacientes.
En palabras de Rosario Toda, “ha estado fenomenal en la doble vertiente de médica y vecina porque es una gran familia, aquí dejo mucha gente para dedicarme a aficiones, hobbys, atenciones a la familia y amigos con más tiempo”. Se refiere a los vecinos de pueblos que ha atendido como “gente muy saludable, acogedora, entrañables y maravillosos en todos los aspectos. Los echaré de menos, eso seguro, y también al cura Cabrero que cura las almas mientras otros curamos la salud. Es una autoridad social en los pueblos y su jubilación será cosa de Dios”.
Charo Toda está entre los 11.000 profesionales de la medicina que ejercen su labor en núcleos pequeños de población, similares a los que ha atendido durante 35 años. Se les considera “el médico del pueblo” en municipios pequeños donde su labor es fundamental para ofrecer asistencia sanitaria y la garantía añadida de tener “cerca” el Hospital de Barbastro.
En la práctica, médicos rurales como Charo Toda son “parte del pueblo”, del patrimonio humano y entre las figuras más respetadas por vecinos de localidades donde ejercen su labor. Razón tiene cuando dice que “los echaré de menos, pero están en buenas manos”. A veces y con permiso del párroco les toca hacer de “confesores” y hasta de psicólogos.