Lucía Lacoma (Azlor, 1911) falleció el domingo, de muerte natural, en su casa de Castillazuelo tras supervivir a dos pandemias (1918 y 2020) y con cerca de 109 años de edad que hubiera cumplido el próximo 29 de junio. Hasta ahora era la altoaragonesa más longeva de la provincia, “tatarabuela del Somontano” y la mujer votante más vieja porque ejerció su derecho en todas elecciones, salvo las últimas porque el frío la retuvo en casa. Lucía falleció en paz, sin darse cuenta, del sueño de la vida ya no despertó según informó la familia.
El sepelio, en la iglesia parroquial de Castillazuelo (19 horas) donde se casó con Plácido Barón y después de su muerte contrajo matrimonio con su cuñado Antonio. Tenía dos hijos (una fallecida), cuatro nietos, cinco bisnietos, una tataranieta y era la única superviviente de cuatro hermanos.
De joven trabajó para la familia Lalanne (Torre del Americano) después en tres casas de Castillazuelo antes de marchar a Sabadell donde se ocupó de cocinera y regresó al pueblo para casarse.
La vida cotidiana de Lucía ha sido sencilla al lado de su familia y mientras fue posible colaboró en tareas propias de un mujer que mostró cualidades de buena guisandera en la cocina con su hija Eugenia, lectora habitual y seguidora de programas de televisión en el sillón donde se echó muchas siestas.
Desde que se hizo centenaria se tomó la longevidad con buen humor porque le hacía mucha gracia “ser la más vieja” y recomendaba “una vida sana y estar bien con Dios”. Satisfecha porque el obispo Ángel la visitó en su casa con el párroco Miguel Ángel que le pareció “muy majo”. Su hija Eugenia siempre destacó “las ganas de vivir que tiene mi madre no se queja ni está de malhumor, al contrario, siempre contenta”. Lucía se fue ayer sin hacer ruido seis meses después de su yerno Antonio.